Hola, soy Beatriz Manchón. Una piragüista sevillana que ha terminado echando raíces en El Molinón.
¿Y cómo has llegado al fútbol?, se preguntarán… Pues, tras media vida en el agua, entre entrenamientos, competiciones y Juegos Olímpicos, me saqué el título de nutricionista deportiva. Y ahora trabajo con campeones de talla de Saúl Craviotto. Y, también, con la plantilla del Real Sporting de Gijón.
El fútbol, ya saben, es mucho más que un deporte; trasciende, levanta pasiones. Qué voy a decir yo que, a pesar de haber subido a lo más alto del pódium en campeonatos y mundiales y haber competido en cuatro olimpiadas, me emociono todavía al recordar el saque de honor que me invitó a hacer el Sevilla en el Ramón Sánchez-Pizjuán…
Llevo más de cinco años ligada al fútbol y creo de veras que en este deporte la nutrición aún tiene mucho potencial por explotar. Porque no creáis que la nutrición consiste solo en comer bien…
Por ejemplo: en Tokio 2020 ya ensayamos, con nuestra delegación de deportistas, la crioterapia nutricional. Cuando el cuerpo alcanza una temperatura interna de más de cuarenta grados, el rendimiento comienza a caer. ¡Y nosotros podemos solucionarlo! Pues justo esta técnica la estamos introduciendo ahora poco a poco en los entrenamientos del equipo para cuando lleguen los partidos estivales…
Puede que al principio algún futbolista nos viera como “esos que te miden la grasa corporal con el plicómetro y te dicen a qué hora tienes que irte a la cama incluso en tus días libres”. Pero ahora esa visión está cambiando, porque ahora saben que podemos hacerlos mejores. Lo notan. Le damos a su cuerpo los ingredientes para que rinda al máximo durante más tiempo, cosa que no se logra solo con la dieta, sino controlando el descanso y con suplementos adaptados al organismo de cada uno…
Hasta podemos advertir con sencillos análisis su riesgo de lesión… Somos ese profesional siempre disponible que atiende incluso a madres o padres que quieren mandarle unos tápers al hijo o a parejas que necesitan consejo para el menú de una cena romántica.
Yo, que no sé vivir sin ponerme retos, el que me planteo en este deporte tan universal es concienciar sobre la necesidad de implementar estos buenos hábitos desde las categorías inferiores. Siempre les digo a los futbolistas más jóvenes: tu cuerpo ahora es como un Ferrari, pero hasta un Ferrari gripa si la gasolina no es adecuada…
Trato de hablarles desde la proximidad que da el haber sido deportista de élite. No fueron fáciles mis años de competición… Pasé lo mío… Después de Sídney 2000 tuve que operarme el hombro tras varias subluxaciones: me quemaron la cápsula articular. Esa fue la primera de tres intervenciones quirúrgicas, tras la cuales el cuerpo me avisaba de que aquello tenía fecha de caducidad… Me habría gustado poder retirarme escogiendo yo la fecha, haberme regalado una última gran cita: por ejemplo los Juegos Olímpicos de Londres. Pero la clasificación se disputó en una pista de hidroaviones en Polonia y hacía un temporal de viento increíble. Algunos compañeros no lograron ni aguantarse encima de la piragua antes de la salida… Yo resistí, aunque al final no logré la clasificación.
Después de aquello, poco a poco, me fui alejando, me “diluí” como piragüista, para convertirme en quien soy hoy. Una conclusión casi lógica, si echo la vista atrás. Porque, a pesar de las dificultades físicas, pude palear profesionalmente durante más de dos décadas. ¿Podría haberlo logrado sin atención y mimo a la nutrición? ¿Se imaginan, entonces —con los avances actuales de esta ciencia—, lo que la nutrición deportiva puede hacer por los futbolistas? ¿Por el deporte más seguido del mundo?
Y ahora antes de despedirme, me gustaría contarles un secreto: ¿Saben cómo se elige dónde parar y organizan las comidas los equipos de fútbol en sus viajes en autobús? Pues los nutricionistas de todos los equipos de LaLiga tenemos un grupo de What’sApp en el que compartimos todas las recomendaciones… Vamos, que ni una guía Michelin.
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