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Los herederos de un coleccionista devuelven uno de los cascos celtíberos expoliados en Aratis

Casco de guerrero celtíbero que formaba parte de la colección expoliada en Aranda de Moncayo.

Aratis era una ciudad celtíbera que se levantaba en lo que ahora es el término municipal de Aranda de Moncayo (Zaragoza). Resistió durante años los envites de las legiones romanas hasta que fue arrasada entre los años 74 y 72 a. C. Sin embargo, no pudo defenderse de los saqueadores del siglo XXI, que levantaron toneladas de tierra para extraer sus olvidados tesoros, entre ellos una veintena de cascos de soldado, que vendieron al mejor postor, a través de un intermediario suizo, en subastas de Europa y Asia. El filántropo Christian Levett, propietario del Museo Mougins, poseía siete de ellos. Cuando descubrió en 2019 su procedencia ilegal, los entregó a las autoridades españolas sin pedir nada a cambio. Ayer, la familia de un coleccionista zaragozano de objetos militares hizo lo mismo con el que tenía en su poder, según avanza El Heraldo de Aragón y confirma el director del Museo de Zaragoza, Dionisio Aguilera.

Aratis fue saqueada por los expoliadores durante años. Incluso adquirieron sus terrenos y crearon una falsa urbanizadora para no levantar sospechas con tanta ida y venida de maquinaria pesada. De esta manera, introdujeron camiones de gran tonelaje y palas excavadoras para acelerar las labores ilícitas. Dos de ellos fueron condenados por la Audiencia de Zaragoza a penas de cárcel, pero los valiosos cascos ―y centenares de objetos celtíberos― no volvían a España, ya que se hallaban desperdigados por museos y colecciones privadas de todo el mundo. Cuando la Guardia Civil entró en la nave industrial donde escondían parte de su botín, hallaron más de 6.000 piezas sin vender.

En un trastero

Sin embargo, poco a poco, se han ido recuperando algunos de ellas, que se exponen en el Museo de Zaragoza, que ya prepara una gran muestra monográfica. El nuevo objeto que se añade al conjunto fue adquirido por el coleccionista aragonés, posiblemente, a los saqueadores o algún intermediario. Esta persona era aficionada a atesorar objetos relacionados con el mundo militar. Aguilera explica que, entre el material que había adquirido a lo largo de los años, había también medallas y recuerdos de la Guerra del Vietnam o de la contienda civil en España. Y entre todos los objetos, el casco celtíbero, que había guardado en un trastero tapado por otros objetos. Y allí lo descubrieron sus herederos al fallecer el coleccionista.

El director del Museo de Zaragoza cree que el yelmo es producto de “una restauración casera”. Los expoliadores, para vender mejor sus piezas ―pueden alcanzar en el mercado negro hasta los 20.000 euros― unían con sopletes las partes separadas de los yelmos para dar sensación de unidad. “En este caso, también está montado y tiene defectos”, detalla Aguilera. “Pero tenemos que comprobar que todas las piezas que lo forman corresponden al mismo casco o si fue reconstruido con trozos de otros”.

El morrión celtibero será sometido en los laboratorios del museo a radiografías, luz ultravioleta y análisis químicos no destructivos para determinar su autenticidad, ya que los expoliadores suelen fabricar piezas falsas a imagen exacta de las auténticas para aumentar sus ganancias. En este caso, y según las primeras observaciones, parece ser original.

De los nueve cascos que se guardan en el museo, uno es semifalso (con trozos de hierro que no se corresponden al modelo auténtico) y otro completamente falso. “Este último fue fabricado en el siglo XX, según los análisis, pero se mantendrá en la exposición como ejemplo de falsificación”, avanza Aguilera.

La pieza ahora devuelta mantiene los enganches para los elementos decorativos que poseían estos cascos, aunque estos no se han conservado. El Gobierno de Aragón, de momento, rechaza ofrecer una imagen este yelmo que nunca salió de Zaragoza y que esperaba su regreso a la luz en un oscuro trastero.


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