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El desplome económico por el coronavirus será más profundo de lo esperado pero la recuperación, más temprana. El Banco de México prevé una caída de hasta un 12,8% para este año, cuatro puntos más que en la proyección anterior, y una modesta recuperación para 2021, según el informe trimestral difundido este miércoles. Sin embargo, la institución ve un “alto grado de incertidumbre” debido a la duración todavía desconocida de la pandemia y los posibles rebrotes. Las proyecciones se dan a lomos de un segundo trimestre históricamente malo. Entre abril y junio, el PIB cayó un 18,7% anual, la mayor reducción desde que se tienen registros, si bien la actividad económica experimentó un repunte en junio con el inicio de la reapertura, según ha publicado este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Las proyecciones del Banco exudan cautela. “Estamos en un terreno del que no se tiene precedente”, ha dicho durante la presentación del informe el gobernador, Alejandro Díaz de León. En vez de un escenario central, la institución ha presentado tres posibles. En el más favorable, la contracción sería de 8,8% y en el peor, de 12,8%. Son previsiones menos optimistas que las presentadas en mayo, cuando las caídas proyectadas iban de 4,6% a un máximo de 8,8%. El deterioro apunta a un segundo semestre complicado pese a la reapertura gradual de las actividades y a las medidas fiscales y monetarias adoptadas por el Gobierno y el propio Banco. “Implicaría un entorno aún más negativo en el segundo semestre que el que se tuvo en el primero con el confinamiento y que las medidas no han sido suficientes para relanzar la economía”, afirma el economista José Luis de la Cruz.

En el segundo trimestre del año, cuando se produjo la suspensión de actividades no esenciales, la economía mexicana se desplomó un 18,7% en términos anuales y un 17,1% respecto a los primeros tres meses del año. La cifra trimestral, que supone una ligera revisión a la baja respecto a los datos preliminares publicados a finales de julio, representa el quinto retroceso trimestral consecutivo. En 2019, antes de la irrupción del virus, la economía ya se había contraído un 0,1%. La desaceleración en Estados Unidos, principal destino de las exportaciones mexicanas, y la incertidumbre en México por los cambios regulatorios en sectores clave como el energético ya pesaban sobre el crecimiento.

El desplome trimestral es muy superior a los sufridos en anteriores crisis. Hasta ahora, el peor retroceso se había dado en el segundo trimestre de 1995, cuando la devaluación del peso y la huida masiva de capitales provocaron una caída de 8,6% respecto al mismo periodo del año anterior. En el segundo trimestre de 2009, cuando en México se hacía sentir el doble efecto de la crisis financiera global y la influenza AH1N1, el PIB cayó un 7,7%. Díaz de León ha apuntado a una de las mayores vulnerabilidades de la economía ante el choque actual: “México tuvo la mayor contracción en la producción industrial y, en particular, la manufacturera. Es una economía muy abierta e integrada a la estadounidense. El paro de producción en algunos de estos sectores tuvo una consecuencia muy significativa”.

Pese al histórico desplome, hay señales de que ya se está tocando fondo. El Banco de México prevé para 2021 tasas de crecimiento de entre 1,3% y 5,6%, una mejora respecto a sus proyecciones anteriores. En junio, primer mes de la reapertura gradual, la actividad económica creció un 8,9% respecto a mayo, según ha publicado este miércoles el Inegi. La industria fue la que experimentó un mayor salto, con un repunte de 17,9% tras el parón que hubo con la declaración de emergencia. El sector servicios avanzó un 6,2%. Con todo, la actividad de junio es todavía 14,5% menor a las del mismo mes de 2019. Esto apunta a una recuperación con un largo camino por delante. “La cifra de junio no la llamaría recuperación. La reapertura ha reactivado ciertos sectores productivos, pero no son suficientes para poder generar un crecimiento comparado con el año pasado”, señala De la Cruz.

La respuesta del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ante la crisis ha consistido principalmente en otorgar microcréditos a pequeñas empresas y en reforzar programas sociales ya existentes, un plan que queda muy lejos del nivel de gasto de las grandes economías de la región. El Ejecutivo presentará próximamente un acuerdo, paralizado durante meses, para el desarrollo de infraestructura del que todavía no han trascendido los detalles. “Quisiéramos salir pronto de la crisis, ya nos estamos recuperando, ya se están recontratando trabajadores y vamos a salir sin un sobreendeudamiento, porque en otros países —no es para presumir— se les pasó la mano”, ha declarado este miércoles. En apoyo a la tesis de la recuperación, el mandatario asegura que, tras perder más de un millón de empleos formales en los cinco meses anteriores, hasta mediados de agosto se habían creado unos 30.000 puestos de trabajo, cifra que todavía no ha sido publicada oficialmente.

El Banco de México se ha erigido en un actor importante para suavizar el golpe de la crisis. Ha rebajado los tipos de interés hasta 4,5%, el menor nivel en cuatro años y ha anunciado medidas para fomentar el crédito por un valor de 800.000 millones de pesos. Una parte importante, 250.000 millones de pesos, iban destinados a animar a la banca comercial a financiar a las medianas y pequeñas empresas. Hasta ahora, solo se han utilizado 175.000 del monto total. Pese a esta baja utilización, Díaz de León ha destacado los beneficios del anunio. “No solo es importante el monto de uso de las medidas, sino también el anuncio de las mismas”, ha dicho. La apertura de ventanillas de liquidez ha hecho que los bancos comerciales sean “menos reacios a financiar y otorgar financiamiento”, ha asegurado.


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