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Los Juegos de Tokio 2020 no permitirán visitantes extranjeros


Era desde hace semanas un secreto a voces, y este sábado se ha hecho oficial. Los organizadores de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020 han anunciado que no se permitirá la presencia de espectadores de fuera de Japón en el acontecimiento, como medida para impedir la propagación de la pandemia de covid-19. El anuncio definitivo ha llegado de boca de la ministra a cargo de los Juegos, Tamayo Marukawa, después de reunirse en un encuentro virtual con los presidentes del comité organizador de Tokio 2020, el Comité Olímpico Internacional (COI), el Comité Paralímpico Internacional (CPI) y la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.

“Esta medida ayudará a garantizar unos Juegos seguros para todos los participantes y el público japonés”, explicó el Comité organizador, presidido por la antigua deportista olímpica Seiko Hashimoto. Quienes hubieran adquirido entradas y se vean afectados por la prohibición recibirán el reembolso del precio de los billetes.

La decisión, que ya habían adelantado los medios japoneses, llega apenas cinco días antes de que la antorcha olímpica comience su recorrido de 121 días por territorio nipón hacia Tokio, en unos relevos especialmente simbólicos: comenzarán en Fukushima, la prefectura devastada hace diez años por el triple desastre de un terremoto, un tsunami y el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil en 1986. Los Juegos de 2020, aplazados a 2021 debido a la pandemia, comenzarán en Tokio el 23 de julio y concluirán el 8 de agosto.

“Nuestra prioridad es la seguridad de todos los participantes y, por supuesto, del pueblo japonés. Establecer esas prioridades significa que tienes que respetarlas y que tendremos que tomar decisiones difíciles que suponen sacrificios para todos”, declaró Thomas Bach, presidente del COI, al comenzar la reunión telemática.

La sesión se celebró, literalmente, entre sacudidas: mientras se desarrollaba, un terremoto de magnitud 6,9 afectaba a la prefectura de Miyagi, en el noreste nipón, y se dejaba sentir en Tokio con una magnitud 3. Un símbolo más de lo accidentado de la preparación de estos Juegos, que tras el aplazamiento del año pasado vieron cómo el presidente del comité organizador, el octagenario Yoshiro Mori, dimitía en febrero por unas declaraciones sexistas, para ser reemplazado por Hashimoto.

El Gobierno nipón había llegado a la conclusión de que no era posible recibir a visitantes procedentes del exterior durante la competición: la pandemia continúa y las autoridades japonesas temen que la llegada de turistas propague en el archipiélago alguna de las variantes más contagiosas de la covid. Tampoco se aceptarán, en principio, voluntarios que viajen de otros países, aunque es posible que se consideren excepciones en casos en los que sea complicado sustituirles, como en el de traductores de idiomas minoritarios. Según las cifras previas al aplazamiento de los Juegos, aproximadamente un 10% de los cerca de 80.000 voluntarios eran extranjeros.

Japón reintrodujo en diciembre la prohibición de entrada a los no residentes, a la luz de la escalada mundial en el número de casos en aquellos momentos, y no ha vuelto a levantarla desde entonces, una medida que considera imprescindible para controlar el virus. Desde el inicio de la pandemia, Japón registra 454.000 casos (116.149 en Tokio) y 8.783 fallecidos.

“Los viajes internacionales siguen restringidos y actualmente la situación de la covid-19 en Japón y en otros países sigue siendo desafiante y no está claro si las autoridades japonesas permitirán la entrada de turistas para el verano”, explicó Hashimoto, al mismo tiempo que reconocía que los Juegos de este verano “serán completamente distintos a los del pasado. Aunque los organizadores han decidido descartar por completo la asistencia de espectadores del extranjero, existe la posibilidad de que ciertas personas involucradas en la organización puedan llegar a entrar en el país”, añadió Hashimoto, en aparente alusión a excepciones entre los voluntarios.

Aclarada de manera definitiva la incógnita sobre el público extranjero, queda aún por resolver si se permitirá el acceso de espectadores nacionales. Esa decisión se tomará en abril. En la actualidad, Japón limita a 5.000 el número de espectadores en los acontecimientos multitudinarios; un número que representa menos del 10% de la capacidad del Estadio Olímpico de Tokio.

Antes del aplazamiento, el comité organizador calculaba que la venta de entradas generaría unos ingresos de 90.000 millones de yenes (casi 700 millones de euros). Dentro de Japón había vendido más de 4,45 millones de entradas, pero después de que se pospusiera la competición, recibió solicitudes de devolución de cerca de 810.000 boletos. Según Hashimoto, en el extranjero se han vendido unos 600.000 billetes.

El Gobierno japonés, que quiere convertir estos Juegos en un símbolo de recuperación tras la pandemia, ha invertido unos 9.900 millones de euros incluidos los miles extra de penalización por el retraso y no puede dejar de celebrarlos, aunque sea sin público extranjero, y los ingresos que perciba sean mínimos. Y aunque pierda hasta los 3.300 millones de dólares (2.720 millones de euros) que prevé recibir por los patrocinadores locales y 800 millones (660 millones de euros) por la venta de entradas.

Sin contar con la pérdida de ingresos que temían bares, restaurantes, museos, lugares de ocio y atracciones turísticas, destinos vetados para los periodistas extranjeros acreditados, a quien se obligará a hacer su vida exclusivamente en las instalaciones olímpicas y sus restaurantes: estadios, centros de entrenamiento y centros de prensa.

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