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Los líderes de la ASEAN urgen al jefe de la junta golpista birmana a que ponga fin a la violencia


La ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) ha apartado momentáneamente su compromiso con la no injerencia en los asuntos de sus diez miembros para buscar salidas a la grave situación en Myanmar, la antigua Birmania. Líderes y representantes de las naciones del grupo (Indonesia, Malasia, Singapur, Filipinas, Tailandia, Vietnam, Laos, Camboya, Brunéi y Myanmar) han urgido este sábado en un encuentro en Yakarta, la capital indonesia, al jefe de la junta militar birmano, Min Aung Hlaing –presente en la cita-, a poner fin a la violencia con la que las fuerzas de seguridad de su país reprimen la oposición a la asonada que encabezó el pasado 1 de febrero. Al menos 745 civiles han muerto desde entonces, mientras la ONU alerta de que millones de personas se encuentran en riesgo de pasar hambre debido a la acuciante crisis económica.

El anfitrión del encuentro, el presidente indonesio, Joko Widodo –Jokowi-, aseguró que los asistentes llegaron a un consenso sobre cinco puntos: el fin inmediato de la violencia; el inicio del diálogo con todas las partes involucradas; la creación de un enviado especial de la ASEAN para mediar en el diálogo; la provisión de ayuda humanitaria por parte de la ASEAN; y la visita de una delegación del grupo a Myanmar. No se incluyó, como se había anticipado, la liberación de los prisioneros políticos, entre ellos Aung San Suu Kyi, jefa de facto del Gobierno depuesto por los militares y que se encuentra bajo arresto. Al menos 3.371 personas, entre ellas políticos y activistas, han sido detenidas desde el golpe, según la Asociación para la Protección de Prisioneros Políticos de Myanmar.

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En una rueda de prensa, el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, transmitió lo que no obstante parece un tibio compromiso por parte del comandante en jefe del Ejército birmano. “Nos ha escuchado, ha asegurado que tomará en consideración los puntos que considere de ayuda, y no se opone a que la ASEAN juegue un papel constructivo en la crisis o a una visita de una delegación del grupo”. La junta golpista rechazó hace días la visita de la enviada especial de la ONU para Myanmar, Christine Schraner Burgener, que se encuentra también en Yakarta este fin de semana para mantener reuniones en los márgenes de la cumbre oficial.

Se trata de la primera vez que Min Aung Hlaing, el jefe de la junta birmana, se reúne con mandatarios extranjeros desde que llevó a cabo el golpe de Estado el 1 de febrero, interrumpiendo diez años de transición democrática. También supone el primer encuentro físico de la ASEAN desde el inicio de la pandemia de coronavirus, si bien ha contado con la ausencia de los dirigentes de Filipinas, Tailandia y Laos. Los dos primeros países, que enviaron a sus respectivos ministros de Exteriores, justificaron la decisión en los crecientes contagios de la covid-19 entre sus poblaciones.

Aunque optimista con el curso de las conversaciones, el singapurense Lee advirtió de que aún queda un largo camino por recorrer. “Una cosa es decir que pararás la violencia y otra es hacerlo”, dijo. Su homólogo malasio, el primer ministro Muhyiddin Yassin, fue más taxativo: “El principio de no injerencia de la ASEAN no puede ser una excusa para la inacción. La crisis que está ocurriendo en uno de nuestros miembros no se va a resolver sola sin afectarnos al resto”, enfatizó.

La reunión, que comenzó a las 13:30, hora local (las 8.30 de la mañana en la España peninsular), se celebró a puerta cerrada en las dependencias de la secretaría de la ASEAN de la capital indonesia. Poco antes, el responsable del golpe de Estado en la antigua Birmania había aterrizado en Yakarta, ataviado con un traje de chaqueta y no con uniforme militar, recibido por las autoridades indonesias con la categoría de jefe del Ejército de Myanmar y no como jefe de Estado. La distinción supone una concesión a los críticos con la invitación al general, que la consideran una legitimización del régimen castrense. Un grupo portando pancartas de protesta contra la asonada se congregó en las inmediaciones del edificio donde transcurrió la cita. En la víspera también tuvieron lugar manifestaciones en Yangón, la ciudad principal de Myanmar, tras unos días de calma. Desde febrero, miles de personas han protestado a diario en distintas partes del país contra el régimen militar.

Si bien las charlas han sido más fructíferas de lo que se esperaba, dadas las disparidades entre los miembros de la ASEAN –con Indonesia, Singapur y Malasia siendo más proclives a actuar, mientras países con regímenes autoritarios como Laos, Camboya o Vietnam se han mostrado más renuentes-, está por ver qué impacto tendrán en el devenir de la situación en Myanmar. Para algunos el encuentro se produce tarde y sin incluir a una parte clave, el autodeclarado Gobierno civil birmano, formado entre otros por diputados de la Liga Nacional para la Democracia de Suu Kyi (NLD, por sus siglas en inglés). La NLD ganó los comicios del pasado noviembre, considerados fraudulentos por los militares. Ese fue su pretexto para dar el golpe.

“¿Por qué la ASEAN reconoce a una organización ilegal y no invita a un Gobierno que es coherente con los principios de la organización? ¿Por qué la ASEAN comete la peor forma de intromisión ignorando de forma deliberada los resultados de las elecciones?”, planteó esta semana Debbie Stothard, secretaria general de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), durante una videoconferencia organizada por el grupo de diputados por los derechos humanos de la ASEAN.

En un comunicado, Brad Adams, director para Asia de Human Rights Watch (HRW), también condenó la invitación a Min Aung Hlaing. “Alguien que es objeto de sanciones internacionales por su papel en las atrocidades cometidas contra los manifestantes no debería ser bienvenido en una reunión intergubernamental para solucionar una crisis que él ha creado”, subraya.


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