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Los médicos del Reino Unido exigen a Johnson que planifique la respuesta ante una segunda ola del virus

Los ‘pubs’ podrán reabrir a partir del 4 de julio. En la imagen, un establecimiento en Londres, este martes.ANDY RAIN / EFE

Boris Johnson fue el último en reaccionar ante un virus salvaje y será también quien más tarde en levantar el pie del freno, pero tampoco él ha podido resistir el clamor de los que exigen que se resucite una economía que lleva tres meses en coma inducido. El Gobierno británico ha anunciado el fin de la regla de los dos metros sociales de distancia para el próximo 4 de julio. El nuevo criterio será el de One Metre Plus (mínimo de un metro), para permitir que reanuden su actividad hoteles, restaurantes y pubs y salven así la temporada de verano. El anuncio de Johnson fue recibido con gritos de “¡aleluya!” en un Parlamento semivacío, pero el tono cauto, casi temeroso, del primer ministro demostró que la pandemia ha logrado cambiar hasta el carácter del político más temerario de las últimas décadas. “Ir al pub es una gran institución británica. ¿Se anima a unirse a convocar el próximo 4 de julio a todos los ciudadanos a expresar su patriotismo y acudir a los pubs?”, retaba al primer ministro el diputado conservador Gareth Johnson. “Me alegra tanto como a su señoría que la gente pueda recuperar algunas de sus libertades, pero sigo pidiendo a todo el mundo que actúe de un modo responsable”, respondía Johnson sin entrar al trapo.

24 horas antes del anuncio, la media de muertes por covid-19 en el Reino Unido era de 130 personas. Muy lejos del pico de 943 del pasado 14 de abril, pero no lo suficientemente bajo como para tranquilizar a una parte de la comunidad científica que no cree llegado el momento de bajar la guardia. “Hoy podemos decir que nuestra larga hibernación nacional comienza a llegar a su final, y que la vida regresa a nuestras tiendas, calles y hogares. Se palpa un nuevo aunque prudente optimismo, pero sigue siendo muy fácil que llegue otra nevada. Por eso confiamos en que el sentido común y el espíritu de comunidad del pueblo británico prevalezca y se obedezcan las recomendaciones”, ha implorado Johnson.

No es la primera vez que apela al sentido común para que se cumplan unas reglas que, durante los tres meses que ha durado el confinamiento, han carecido de claridad y detalle y no se han impuesto con la rigidez observada en otros países europeos, como podía observarse en los parques y playas del Reino Unido cuando, en teoría, no más de seis personas podían congregarse al aire libre. A partir del 4 de julio, pubs, restaurantes y peluquerías reabrirán sus puertas bajo estrictas medidas todavía por concretar, pero que exigirán mesas contiguas en las que los comensales de una y otra se den la espalda, impedirán que los clientes permanezcan de pie o impondrán turnos estrictos de los trabajadores y pantallas protectoras en espacios que, en circunstancias normales, tienen ya un margen de movilidad casi imposible.

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Hasta esa fecha, se mantienen las “burbujas de apoyo” establecidas en la primera fase de la desescalada. En teoría, las reuniones en el interior de una vivienda solo son posibles entre dos núcleos familiares –siempre los mismos– y uno de ellos debe consistir en un solo habitante, o en un adulto con menores a su cargo. Era el modo de relajar un confinamiento que había separado a padres y abuelos de hijos y nietos o a parejas que no compartían techo. Desde el 4 de julio, ya no se pondrá un límite a la cantidad de personas que se reúnan en interiores, aunque se mantiene el límite de dos únicos núcleos familiares.

La relajación incluirá también a gimnasios al aire libre, parques infantiles, cines, museos, galerías, parques temáticos, bibliotecas y centros de culto. Y por supuesto, los clubes sociales que constituyen la esencia británica. Todos aquellos lugares en los que el Gobierno considera que será factible respetar la medida de un metro de distancia, o donde la posibilidad de transmisión del virus puede ser más controlada. Deberán esperar un tiempo más, todavía sin definir, las discotecas, los gimnasios de interior, las piscinas, los parques acuáticos, las boleras o los spas. Los hoteles podrán también abrir sus puertas y se permitirá por tanto a los ciudadanos pasar la noche fuera de sus domicilios. Hasta el 29 de junio, la cuarentena impuesta a los viajeros procedentes del exterior sigue en pie. El Gobierno ha anunciado la revisión de esa medida, criticada con dureza por la industria turística, a la vez que negocia bilateralmente con países de intenso intercambio veraniego como Francia, Italia o España el establecimiento de “pasillos aéreos” que eliminen de facto la restricción.

Johnson ha contado con el apoyo constructivo del líder de la oposición, Keir Starmer, que ha celebrado el anuncio y ha añadido que estudiará detalladamente la letra pequeña de la nueva fase. “Creo que el Gobierno está haciendo lo correcto y contará con nuestro respaldo”, ha dicho Starmer.

Las medidas anunciadas, el “Supersábado” –como lo han bautizado ya los medios británicos–, se impondrán únicamente en Inglaterra. El resto de territorios autónomos del Reino Unido –Escocia, Gales e Irlanda del Norte– retienen su propio ritmo de desescalada y, por el momento, no abandonarán la regla de los dos metros. “Es su responsabilidad, y responderán al criterio unificado de nuestros asesores médicos a su propio ritmo”, ha reconocido Johnson. Las fricciones entre las distintas Administraciones –especialmente entre Londres y Edimburgo– se han agravado a medida que la pandemia se hacía más intensa.

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