A lo largo de nuestra vida todas nos hemos duchado miles de veces, y lo vemos como un hábito rutinario y sencillo. Sin embargo, hay muchos errores que cometemos a la hora de utilizar el gel de baño, como por ejemplo no elegir uno adecuado a nuestro tipo de piel.
Tipo de piel
Del mismo modo que tienes en cuenta tu tipo de piel para escoger la crema hidratante, debes hacer lo propio para elegir el gel de ducha.
Si tienes la piel seca, te recomendamos optar por un gel formulado con ingredientes orgánicos y de textura cremosa. Hay ingredientes como el aceite de almendras o el aloe vera que tienen excelentes propiedades hidratantes.
Si en cambio tu piel es sensible, lo más importante es que el pH del gel oscile entre 5,5 y 6. Si el grado de acidez es demasiado alto pueden aparecer diferentes problemas cutáneos, e incluso «romper» la barrera protectora natural de la piel.
Y, por último, si tienes la piel grasa, debes elegir un gel que equilibre la producción de sebo. Mejor si tiene propiedades exfoliantes, porque así además de limpiar el cuerpo también elimina las impurezas y células muertas acumuladas.
Temperatura del agua
Pocas cosas resultan más apetecibles que llegar a casa en un frío día de otoño y darse una buena ducha de agua caliente. Sin embargo, no es la mejor idea para el cuidado de la piel porque la reseca y hace que pierda elasticidad. Recuerda: la temperatura del agua debe ser de como máximo 36 grados.
Cantidad de gel
Y, por último, debes controlar la cantidad de gel de baño. No por añadir más tu cuerpo va a quedar más limpio. Con la cantidad equivalente al tamaño de una almendra es suficiente.