Una de las citas más místicas del año está a punto de tener lugar. La tradicional lluvia de Perseidas, o Lágrimas de San Lorenzo -en honor al Santo, que se celebra cada 10 de agosto-, tiene su punto más álgido esta semana, siendo la madrugada del 12 al 13 de agosto la mejor para disfrutar de los meteoros. Una ocasión muy especial que cada año atrae a más personas pues, a diferencia de otras observaciones astronómicas, para esta no se necesita ningún instrumento.
Es tal la cantidad de estrellas fugaces que solo hace falta abrir bien los ojos y estar muy atento al cielo para disfrutar de su magia. Cómo es lógico, la mejor parte del día para disfrutar de ellas es durante la noche, sobre todo cuando la luna, que está en fase menguante, todavía no ha hecho su aparición en el cielo y no lo ilumina con su halo.
¿El horario? Los expertos recomiendan que sea entre las 22 y las 4 de la madrugada del día 13, aunque seguramente se puedan ver durante toda la noche. Para ello lo mejor es alejarse de ciudades y de lugares iluminados, por lo que el campo o la playa puede ser una buena opción. Eso sí, es mejor conocer la zona antes de ir e ir preparado para pasar una noche al raso. En la mochila no debe sobrar el agua, alguna prenda de abrigo, una batería externa para el móvil, el repelente de mosquitos y algún aperitivo, o directamente unos bocadillos para cenar. La idea es que todo sea perfecto y no haya que volver a casa antes de tiempo.
Puede parecer que llevar una silla es lo mejor para estar cómodo, pero la realidad es que la postura óptima es la más horizontal, es decir, estar tumbado. Como hemos dicho, no hace falta ni primáticos ni telescopios, pero en caso de llevarlos y compartirlos con otras personas no hay que olvidarse el gel hidroalcohólico, pues todas las precauciones son pocas en tiempos de Covid. Del mismo modo, cabe recordar que la mascarilla sigue siendo obligatoria, sobre todo si la actividad se disfruta con personas con las que no se convive.
Al principio puede ser difícil ver las Lágrimas de San Lorenzo, pues el ojo necesita una pequeña adaptación a la oscuridad de la noche. Con diez minutos observando un punto del cielo serán más que suficientes.