La coleccionista Wang Yijin, en su estudio en Pekín.
Bastan unos minutos conversando con Wang Yijin (Taizhou, China, 1985) para que contagie el entusiasmo con el que habla de arte y la devoción con la que colecciona antigüedades. “Me ayudan a crear, a aprender de la historia y a afrontar situaciones con las que me encuentro en el presente”, comenta mientras muestra el catálogo de su exhibición Drunk on Potpourri, una selección de objetos de Asia Occidental y Central y de sus propias creaciones que expuso en Shanghái en 2020. Wang pertenece a la nueva ola de mileniales asiáticos que ha acelerado el giro del mercado hacia Extremo Oriente: según la casa de subastas Christie’s, un tercio de sus compradores menores de 38 años son asiáticos, y son quienes están dictando el futuro del coleccionismo.
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Wang comenzó a adquirir obras en 2010, siguiendo el ejemplo de sus profesores de la Academia de Artes, Comunicación Visual y Diseño de China, habituales compradores de piezas de las dinastías Ming y Qing. “El mercado de antigüedades de Hangzhou era muy caótico y barato. Ahora sería imposible hacerse con esas reliquias por aquel precio. También había falsificaciones, pero ya está muy bien regulado”, cuenta en su estudio en Pekín, donde reside desde 2016.
Esta oriunda de la provincia de Zhejiang posee una colección de 27 piezas de los imperios romano y bizantino, del antiguo Egipto, Persia y las civilizaciones que habitaron los actuales Afganistán y Pakistán entre los siglos IV a. C. y VIII d. C., a las que se suman 14 de la antigua China. Reticente a hablar de cifras, señala un portapinceles de cristal del siglo X valorado en cinco millones de yuanes (694.000 euros) por el que, afirma, no alcanzó un acuerdo con Sotheby’s. “Los coleccionistas y artistas jóvenes estamos más educados, tenemos nuestra propia visión del arte y sabemos qué queremos encontrar”, puntualiza.
Con las palabras de Wang coincide Alexandre Errera, asesor de arte radicado en Hong Kong desde hace una década: “El mercado asiático ha cambiado en un periodo de tiempo muy corto. En los últimos años, han aparecido nuevos aficionados jóvenes, de 30 o 40 años, con un poder adquisitivo alto, que provienen de la industria tecnológica o de las criptomonedas, o son segunda o tercera generación de familias ricas”. Opina que la rapidez con la que surgen nuevos compradores en Asia, mayor que en Estados Unidos o Europa, contribuyó en gran medida a que en 2020 China recuperase la corona mundial de ventas de arte con un 40% de la cuota del mercado (frente al 32% de EE UU), posición que no ocupaba desde 2016, según un reciente estudio recogido por The Art Newspaper.
‘Warrior’, de Basquiat, la obra de un artista occidental más cara vendida en Asia, en Sotheby’s en Hong Kong, en octubre.ISAAC LAWRENCE (AFP)
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Errera añade que, ante este cambio generacional, las preferencias de sus clientes también han dado un vuelco: en 2012, la mayoría optaba por adquirir arte chino contemporáneo, pero, desde 2015, se decanta por obras internacionales, especialmente de estrellas emergentes. De hecho, en un plano global, los hongkoneses son los coleccionistas que más apuestan por autores vivos, según el informe Resilience in the Dealer Sector, publicado recientemente por Art Basel y UBS.
Si bien Hong Kong continúa siendo el epicentro del sector en la región, la parte continental de China ya es el principal motor de crecimiento de la industria en el continente. Según la base de datos de Artnet, en el año del inicio de la pandemia Pekín arrebató por primera vez a Hong Kong el liderato de ventas en Asia con una recaudación total de 1.860 millones de dólares (unos 1.645 millones de euros), frente a los 1.170 de la excolonia británica. El top 5 lo completaron Shanghái (casi 179 millones de euros), Tokio (104 millones de euros) y Hangzhou (unos 80 millones de euros).
El desembarco
Deseosas de capitalizar ese auge, las grandes casas de subastas no han dudado en aprobar este año planes a largo plazo para Asia, designando nuevos equipos directivos e invirtiendo en espacios: Sotheby’s trasladó a Hong Kong a dos de sus mejores especialistas de arte, Alex Branczik y Max Moore, y Phillip’s continuó su acuerdo con la casa de subastas estatal china Poly Auction, la más lucrativa de la parte continental.
Guillaume Cerutti, director ejecutivo de Christie’s, informa con visible entusiasmo en una reciente videoconferencia que 2021 ha sido el mejor año para la compañía en el último lustro. En marzo, Warrior, de Jean-Michel Basquiat, se convirtió en la obra más cara de un artista occidental vendida en Asia hasta la fecha, tras ser subastada en Hong Kong por 42 millones de dólares (37 millones de euros). El objetivo para 2022 es continuar expandiéndose en la región: “El 35% de nuestros clientes fueron nuevos compradores, y el 32% mileniales asiáticos. Estamos centrando nuestros esfuerzos en este mercado, hemos anunciado que nos mudaremos a nuevas sedes en Shanghái (a un edificio histórico en el Bund) y Hong Kong (diseñada por Zaha Hadid Architects), y hemos nombrado a Rebecca Yang directora de Christie’s China”.
A pesar de que, ateniéndonos a las cifras recientes, el mercado hongkonés continúa imparable, algunos temen que esa expansión se vea truncada por la falta de libertad de expresión desde las protestas de 2019, así como por el impacto de la crisis sanitaria. Entre las urbes que podrían recoger su testigo, Seúl se impone en las apuestas en detrimento de un Tokio que se mantiene como el centro cultural asiático por excelencia. La creciente escena artística de Corea del Sur y el aumento de galerías y ferias occidentales que están pujando por una mayor visibilidad en el país han propiciado que la capital surcoreana gane prominencia.
Errera, sin embargo, considera que Hong Kong seguirá despuntando, por lo menos, durante la próxima década, entre otras cosas, por ser el único enclave con acceso directo a la nación más poblada del planeta. El asesor artístico prevé, además, que las galerías, las ferias de arte y el nuevo museo M+ le harán ganar más atractivo cultural.
“Asia va a continuar impulsando el mercado global del arte. Es definitivamente una tendencia a largo plazo. La pandemia quizás provocó que se acelerase, por ejemplo, a través de las compras de arte por internet, donde llevan sin duda la delantera. Hay quien piensa erróneamente que los asiáticos pagan más porque sí; es la ley de mercado: se lo queda el mejor postor y, cuando hablamos de tales sumas, 500 dólares no suponen gran diferencia para los nuevos compradores que están subiendo como la espuma en la región”, insiste Errera.
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