El que fuera inspector jefe de estupefacientes de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional en Alicante, Javier Méndez, cerró el 15 de febrero de 2019 un suculento negocio: la compra de cuatro vehículos Land Rover de segunda mano por 16.100 euros. “Está muy bien, ¿puedes dar tú el efectivo y luego cuadramos?”, instó el mando policial a su interlocutor a través de la aplicación de mensajería Telegram. “Sí, yo te lo adelanto”, reaccionó este último.
Siete meses después de la transacción, Juan Andrés Cabeza, el hombre que anticipó el dinero para adquirir los todoterrenos al responsable antidroga de Alicante, entraba en un furgón policial por pilotar presuntamente la mayor red de narcotráfico y blanqueo desmantelada en la Comunidad Valenciana. Un engrasado mecanismo con tentáculos en Rumanía, Suecia, Portugal y Colombia que movió 4.000 kilos de cocaína.
Un informe confidencial de la unidad de asuntos internos de la Policía Nacional al que ha tenido acceso EL PAÍS revela que el exjefe de la brigada de estupefacientes de Alicante ha participado desde 2018 en el negocio de la compraventa de vehículos de segunda mano con el presunto narco Cabeza. También, que el mando policial ha asistido entre 2018 y 2019, cuando era jefe de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), a 24 reuniones y almuerzos —algunos con su pareja— con este traficante en Denia, Jávea y Alicante. Y que el inspector jefe, con una nómina de 3.174 euros, navega por un insólito tren de vida junto a su esposa, Carolina M., que ha adquirido 51 vehículos desde 2006.
Los investigadores sostienen que, cuando el matrimonio intensificó la relación con el traficante (2018-2019), dejó de sacar dinero del cajero y de pagar con tarjeta.
Para esquivar el foco, Méndez canalizó el negocio de la compra y restauración de todoterrenos que mantenía con el narco a través de su esposa. “Aunque los coches están a nombre de su mujer, el inspector se encarga de todo”, indican las pesquisas.
Los vehículos se remozaban en un taller regentado por el policía Antonio F. y el subinspector Juan José R., que cobraban en efectivo y sin factura. Méndez sacaba por cada coche 2.000 euros de beneficio. Y planeaba comercializar su flota a través del concesionario del narco en Denia, Designcars, y en EE UU Para ello, barajaba implicar en el negocio a otro señor de la droga con un historial de 19 detenciones por narcotráfico, estafa y asociación ilícita.
Amistades peligrosas
El responsable policial visitó en 2019 dos veces al narco Cabeza a su domicilio de la avenida Costa Blanca de Alicante. El 28 de marzo de ese año, el inspector cruzó a las 21.30 horas el portal de la casa del traficante. Y, a continuación, entró en el edificio un hombre que aparcó un Audi A3 donde se incautaron 20 kilos de cocaína seis meses después.
La relación narco-inspector era fluida. El traficante instaba a su amigo policía a visitarle en casa con la promesa de prebendas para su familia. “Pásate luego, sobre las 22.30 horas, te vienes con la bolsa de golf, me la dejas, y te llevas el regalo de las nenas”, sugería Cabeza.
En una de esas citas nocturnas, en agosto de 2019, el mando policial abandonó apresuradamente el domicilio del narco con una mochila negra y una gran bolsa de deporte.
El policía llegó a reunirse con Cabeza —que acumula cuatro arrestos desde 2002— en las inmediaciones de la comisaría de Alicante, donde el inspector jefe trabaja desde 1999. En un encuentro en junio de 2018 en una confitería junto a las dependencias policiales, el señor de la droga muestra su móvil al jefe de la brigada de estupefacientes. Los dos hombres abandonan media hora después el local por separado.
La amistad narco-inspector trascendía a la familia. “He quedado a comer con Javi”, le dijo el 11 de agosto de 2018 Cabeza a su pareja para anunciarle un almuerzo con el jefe de estupefacientes. La cita, a la que asistieron los dos matrimonios, se celebró entre camas balinesas en un restaurante de Denia. Otro encuentro sitúa a las dos parejas durante cuatro horas en una arrocería junto al mar en Jávea.
El jefe policial se reunió con el narco en momentos clave. Así, el inspector Méndez mantuvo una cita el 19 de septiembre de 2019 con el señor de la droga en un restaurante de la alicantina Playa de San Juan. El día anterior, caía arrestado por tráfico de drogas, blanqueo y asociación ilícita el miembro de su red Sandro G., el Gordo, pieza clave en el engranaje de Cabeza y vinculado, según las pesquisas, a un frustrado intento de colar 2.000 kilos de cocaína por el puerto de Valencia en 2018. Los agentes sospechan que el inspector avisó del arresto a la esposa de El Gordo.
El mando exprimió su relación con el narco hasta el último minuto. Méndez cenó con el traficante en la playa de San Juan nueve horas antes de que este fuera arrestado el 25 de septiembre de 2019 por tráfico de drogas, blanqueo y asociación ilícita como presunto cerebro de la Operación Beautiful. Un mazazo a la delincuencia organizada desarrollado por la Policía Nacional y Europol que acabó con la detención de más de 40 personas en Alicante, Valencia, Madrid, Galicia y Barcelona. Mario el Francés, presunto miembro de esta red que controlaba 600 cuentas bancarias y 300 propiedades, no pudo ser arrestado porque había sido tiroteado una semana antes de la redada en el centro comercial Villa Marco de El Campello (Alicante).
Carolina M., mujer del inspector jefe, defendió en una conversación con su amiga Pepi a Cabeza tras su arresto. “Sí, Javi se va a cenar con él los lunes. Yo puedo tener un trato cordial con alguien. Me importa un pepino cómo sea”, dijo sobre este traficante que guardaba en su casa 1,5 millones en cajas de zapatos.
El enigma de la chatarra de Sudamérica
La compraventa de todoterrenos usados no fue el único negocio que conectó presuntamente al inspector Méndez con el hermético universo del narcotráfico. El mando planeaba junto al agente de la Udyco Luis Ángel C. importar contenedores con chatarra de Venezuela, según asuntos internos.
Méndez barajó fichar para esta empresa al propietario de una chatarrería de San Vicente del Raspeig (Alicante) con antecedentes por asociación ilícita y tráfico de drogas y al que las pesquisas sitúan como “estrecho colaborador” del narco José Ignacio F., el Vasco.
El singular negocio del mando, que ya concibió en 2018 el comercio de chatarra desde Guayaquil (Ecuador), desata pronto las sospechas de los investigadores: “Méndez es perfecto conocedor de que la importación de chatarra es un método seguro para el transporte de cocaína”.
El Juzgado Central de Instrucción número 4 de la Audiencia Nacional investiga al inspector Méndez por lavar presuntamente dinero de Cabeza en una pieza separada instruida por la unidad de asuntos internos de la Policía Nacional. Las pesquisas apuntan que el mando y su esposa manejaron en efectivo —al menos— 80.000 euros de origen desconocido. “Tienen una fuente de ingresos no declarada”, indican los investigadores. Los agentes sospechan también que el mando pudo informar a los traficantes sobre las pesquisas contra ellos tras detectar en julio de 2018 una reunión entre Cabeza y el inspector en un parque cercano al domicilio de Méndez.
José Manuel Alamán, abogado de Méndez, niega a este periódico que su defendido participara en la estructura de blanqueo del presunto narco y reconoce que el inspector “tenía una relación personal con Juan Andrés”, con quien quedaba “una o dos veces al mes para tomar un café, cenar o hablar de temas personales”. “Mi cliente jamás hubiese pensado que Juan Andrés podría estar siendo investigado por tráfico de drogas”, responde el letrado por correo electrónico.
Tras ser apartado de la comisaría de Alicante y suspendido de empleo y sueldo, según su abogado, este inspector —que en 2013 daba conferencias sobre la incidencia de la cocaína en la Comunidad Valenciana con el entonces director general de la Policía, Ignacio Cosidó— enfila el banquillo.
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Misteriosas transacciones, envío de dinero y mediación con un fiscal
Los agentes de la unidad de asuntos internos de la Policía Nacional que han rastreado desde 2018 los negocios de Carolina M., esposa del inspector jefe Javier Méndez, han descubierto misteriosas transacciones que conectan la compraventa de vehículos con el círculo de narcos a los que investigó su marido.
Así, la esposa del inspector adquirió en agosto de 2011 un Citroën C3 que, tres meses después, pasaba a manos de la hermana de un narco investigado por Méndez en 2007.
La pareja de Méndez también se hizo en 2012 con un Citroën C4 que fue adquirido dos meses después por Mauricio Alexander Q., detenido en 2009 por tráfico de cocaína en unas diligencias instruidas por Méndez.
Los agentes se sorprenden de la estrecha relación del mando con sus investigados. A uno de ellos, Roberto M., un albañil colombiano arrestado en 2004, el inspector le envía 75 euros por Western Union en 2018. El delincuente reconoce después por teléfono que Méndez “le ha ayudado mucho”.
El 11 de septiembre de 2019 ocurre otro episodio singular. Méndez pregunta con insistencia al delegado de la Fiscalía Antidroga de Alicante por la situación judicial del colombiano John Edward M. Y le traslada la posibilidad de que este, que fue arrestado en Elda (Alicante) en 2014 y se encuentra fuera de España, colabore con el ministerio público a cambio de no entrar en prisión. El fiscal rechaza de plano la oferta. “El inspector tiene capacidad de acceder a información privilegiada sobre determinadas personas utilizando como subterfugio un eventual aporte de información de interés policial”, concluye asuntos internos.
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