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Los nombres de la represión en Irán

El nombre de Mahsa Amini, la joven iraní de 22 años muerta bajo custodia policial el 16 de septiembre tras ser detenida por llevar mal el velo, quizás se hubiera sumado en silencio a la larga lista de víctimas de la represión en Irán si millones de personas —tres, solo en los cuatro días posteriores a su fallecimiento— no hubieran respondido a una campaña en redes sociales con una petición: “Di su nombre”. Pero esas mismas protestas, las más enormes que se han vivido en Irán en los últimos años, han sido la tumba de otras mujeres que salían a la calle a reivindicar su libertad. Al menos 154 personas han muerto a manos de las fuerzas de seguridad, según los datos de la ONG Iran Human Rights, y muchas son mujeres, convertidas en iconos de la brutalidad. Estas son las historias de cuatro de ellas, cuyos nombres se sumaron al de Mahsa estos días. Solo una sigue viva.

Nika Shahkarami

El rastro de la adolescente Nika Shahkarami se perdió el 20 de septiembre, cuando salió a la calle para participar en las protestas por la muerte de Mahsa Amini y quemar su velo. En la última llamada que hizo antes de desaparecer de camino a su casa, la joven le dijo a un amigo que las fuerzas de seguridad la estaban siguiendo, explicó su tía, Atash Shahkarami, al servicio en persa de la BBC. Después, siguió un calvario de silencio para la familia que duró 10 días, el tiempo que sus seres queridos tardaron en encontrar el cadáver en la morgue de un centro de detención de Teherán. Los padres solo pudieron ver durante unos segundos su cara; el resto del cuerpo estaba cubierto, relató el progenitor. Según la activista iraní en Estados Unidos Masih Alinejad, el 30 de septiembre las autoridades entregaron finalmente los restos de la joven a la familia, con la nariz destrozada y el cráneo roto por los golpes.

La adolescente Nika Shahkarami en una imagen del vídeo que se hizo viral tras su muerte.

La familia Shahkarami trasladó después los restos al pueblo de su padre, Jorramabad, en el oeste de Irán, con la intención de enterrarla el domingo, el mismo día que hubiera cumplido 17 años. Aunque la familia se plegó a no celebrar un funeral, una fuente citada por la BBC ha denunciado que las fuerzas de seguridad robaron el cadáver y lo enterraron en otra localidad para evitar nuevas protestas durante el entierro. Un vídeo de esta adolescente de imagen carismática en un país que obliga a las mujeres a uniformarse con sayones y pañuelos oscuros, se ha hecho viral. En él, entre las risas de sus amigos, Nika canta y baila una canción de amor de Soltane Ghalbha, una famosa película iraní de 1968. Según la fuente citada por la BBC, Atash Shahkarami está detenida por haber aludido a la muerte de su sobrina en sus redes sociales.

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SuscríbeteHadis Najafi

“Espero que dentro de unos años, cuando mire atrás, me alegre de que todo haya cambiado a mejor”. Hadis Najafi, la iraní de 22 años que pronunció esa frase en un vídeo que filmó con su móvil el 21 septiembre en Karak, un suburbio de Teherán, no tendrá ocasión de comprobarlo. Una hora después de grabar esas imágenes, las fuerzas de seguridad le dispararon varias veces, según Amnistía Internacional. Lo hicieron con un fusil cargado con perdigones, pero a quemarropa, lo que le provocó heridas mortales en la cara, el cuello y el pecho.

La hermana de Najafi mostró en un vídeo la mochila, empapada de sangre, que llevaba la joven cuando le dispararon. Su madre declaró: “Mi hija fue asesinada por el hiyab [el velo]. Perdió su vida por Mahsa. Quería mantener vivo el nombre de Mahsa”. La familia de esta víctima también ha denunciado que las autoridades retuvieron su cuerpo varios días.

La joven Hadis Najafi, de 22 años, fallecida por un disparo de las fuerzas de seguridad el 21 de septiembre. Minoo Majidi

Como las dos mujeres anteriores, Minoo Majidi no era una opositora, sino una iraní de a pie. Esta mujer de 62 años, madre de tres hijos, murió el 20 de septiembre, también por disparos de las fuerzas de seguridad, en Kermanshah, una localidad kurda en el noroeste de Irán, de acuerdo con la organización de derechos humanos Hengaw.

Minoo Majidi, de 62 años, en una fotografía familiar.

Una de sus hijas se fotografió ante la tumba de la mujer, sobre la que reposaba su imagen en un lecho de flores. La joven posó de luto riguroso, pero con un pañuelo blanco en torno al cuello, con la cabeza, que se había rapado, descubierta, y con la melena que se había cortado en la mano izquierda. Esa imagen desolada; el rostro serio pero orgulloso de la joven, se ha convertido en otro de los símbolos del dolor del pueblo iraní. En ese país, cortarse el pelo es una manifestación de duelo por el fallecimiento de un ser querido, pero también una forma de protesta.

Iconic image of the daughter of Minoo Majidi, the women who was shot dead in protests in Kermanshah last week, standing at her mom’s grave with her own hair in hand. Iranian women have been cutting their hair as a sign of grief and resistance. #MahsaAmini
(Via @FarahmandAlipur) pic.twitter.com/BAndLJavxO

— Negar Mortazavi نگار مرتضوی (@NegarMortazavi) September 30, 2022

Niloofar Hamedi

Niloofar Hamedi es una periodista iraní, del diario semirreformista Shargh Daily, que estaba investigando el papel que desempeña la policía de la moral en la sociedad del país. El 16 de septiembre logró entrar en el hospital Kasra de Teherán, donde una mujer que había sido detenida por ese cuerpo policial tres días antes por llevar mal colocado el velo acababa de morir. Era Mahsa Amini. La periodista tuiteó ese mismo día una fotografía de los padres de la joven rotos de dolor y fundidos en un abrazo tras conocer su fallecimiento. Esa imagen desencadenó la indignación popular que ha lanzado a las calles a muchos iraníes.

Niloofar Hamedi, en un estadio de fútbol.

Seis días después, la policía detuvo a la periodista en su casa, registró su vivienda y confiscó sus pertenencias. Desde ese 22 de septiembre, está encarcelada en régimen de aislamiento en la prisión de Evin, en Teherán. Según un tuit de su abogado, Mohammad Ali Kamfirouzi, no se le han comunicado los cargos que pesan contra ella.

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