Cada década tiene sus empresas triunfadoras y, consecuentemente, sus distintos perfiles de millonarios. Los magnates industriales y petroleros de los años 70 y 80 del siglo XX dieron el relevo a las estrellas emergentes de la consultoría y los servicios. Con el inicio del nuevo milenio, los gurús de la informática confirmaron su hegemonía en la lista de los más ricos, mientras que unos años después fueron los imberbes de Silicon Valley los que escalaron a la cúspide gracias a sus proyectos en internet. Ahora, una nueva clase de millonario emerge con fuerza: aquellos vinculados a las energías renovables.
En España, una decena de empresarios han amasado una fortuna conjunta valorada a precios de mercado en 3.359 millones de euros. Su éxito está labrado a base de sol y viento. En el mercado cada vez hay más dinero de fondos (de inversión, soberanos, capital riesgo o de pensiones) que quieren participar en la transición energética. Este apetito ha puesto en valor proyectos de renovables antiguos que transcurrían desde hace años sin pena ni gloria en Bolsa. También ha posibilitado estrenos exitosos recientes en el parqué.
La mayor fortuna verde en España es Enrique Díaz-Tejeiro, cuya participación (del 40%) en Solaria, que ingresó en el Ibex 35 el año pasado, está valorada en 832 millones. Cerca se sitúa Francisco José Elías, que tiene el 82,9% de Audax, paquete tasado en 693 millones. El bum renovable ha hecho de oro también a José Galíndez: su 48% en Solarpack equivale a 417 millones gracias a la opa (pendiente de aprobación del Gobierno) del fondo EQT. Por su parte, las acciones de David Ruiz de Andrés en Grenergy, que suman el 68% del capital, valen 527 millones, mientras que el 70,9% de Luis de Valdivia Castro en Ecoener, empresa que salió a Bolsa en mayo pasado, ya asciende a 213 millones. En el caso del Soltec, el contador de sus máximos accionistas, José Francisco Moreno Riquelme (42,2%) y Raúl Morales (19,58%), suma 255 y 118 millones, respectivamente. En el mercado bursátil para pequeñas empresas (BME Growth) hay también casos de éxito como la familia García Pardo, los máximos accionistas de Greenalia, con una fortuna valorada en 172 millones o la de los tres socios fundadores de Holaluz —Ferran Nogue, Carlota Pi y Oriol Vila—, con participaciones valoradas en 44 millones cada uno.
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La carrera para descarbonizar la industria automovilística también deja nuevos millonarios. Enric Asunción, fundador y consejero delegado de la empresa de cargadores para coches eléctricos Wallbox, no nota que su ritmo de vida haya variado desde que anunció que saldría a Bolsa en Nueva York en el tercer trimestre del año. “¿Cómo me veo dentro de 10 años? Como accionista y dirigiendo la compañía”. “Mi trabajo cambia cada jornada”, sonríe al otro lado de la pantalla durante la videoconferencia, “no tengo un día igual, y en eso estoy contento”. Con más de 600 empleados en 67 países, su empresa está valorada en 1.500 millones de dólares (1.266 millones de euros), gracias a la aportación de los fondos de inversión que le acompañan en la operación. Este ingeniero industrial formado en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) que trabajó en un centro del CSIC y dirigió desde Ámsterdam el programa de carga en domicilios de Tesla sería multimillonario si decidiese enajenar sus acciones, pero es una opción que ni puede ejercer (por las condiciones firmadas) ni quiere. Los 330 millones de dólares de dinero fresco que pondrán sobre la mesa los inversores para que Wallbox comience a cotizar a través de una SPAC le servirán para cumplir con su plan de negocio: “Ninguno de los socios actuales vendemos nada, ese dinero nos permitirá llegar a ser rentables en 2025”. Su ambición es expandirse, desarrollar productos nuevos y trabajar en los ingresos recurrentes (además de cargadores vende sofware y plataformas de gestión de la carga).
Otro empresario del sector renovable que tampoco piensa darse a la vida contemplativa con el dinero recaudado en Bolsa es José Francisco Moreno Riquelme. Se define como “un industrial hijo de industriales”, que fundó en 1994 con su mujer el grupo corporativo murciano Sefra “desde cero”, donde pronto incorpora a una hija. Ese grupo de alimentación, maquinaria y consultoría con 1.800 empleados tiene unas ventas que, junto con las de Soltec, rondaban los 400 millones en 2019. “Mi patrimonio está fuera de Soltec, soy una persona sin grandes necesidades… Las tengo cubiertas. El reto de Soltec me llena, que pueda crecer en esa integración vertical, que se ponga retos venideros y que pueda volar lo más alto. Mi idea es acompañar en el accionariado y apoyarla”, cuenta al otro lado del teléfono. Moreno Riquelme sigue teniendo su despacho en Murcia y no piensa retirarse: “Trabajo no me falta”.
Este año las empresas de energías limpias han reactivado las salidas a Bolsa en España, que acumulaban dos años de sequía. El mayor hito en este sentido lo ha protagonizado Acciona Energía, que aterrizó en el parqué el 1 de julio y ya tiene una capitalización cercana a los 9.500 millones de euros. Aunque la demanda por este tipo de compañías es alta, lo cierto es que la acumulación en pocos meses de varias colocaciones ha obligado a los inversores a elegir entre diferentes ofertas, lo que ha provocado que alguna OPV se cancelara en el último momento como la de Opdenergy.
Justo unos días antes de esta espantada, el 4 de mayo, debutó en el mercado Ecoener con una sonora caída del 15% en su primer día de cotización. A pesar de este accidentado estreno, lo cierto es que las acciones se han recuperado y la compañía ya vale 329 millones. Desde su despacho, Luis de Valdivia Castro, el máximo propietario de Ecoener, ve un día gris en A Coruña. “En mi vida no ha cambiado nada. Trabajo, trabajo y trabajo”, dice casi dos meses después del debut en el que él no vendió acciones (la colocación se realizó a través de una ampliación). Niega que haya burbuja en las renovables, pero admite que el mercado ha pasado de buenas valoraciones a cifras ridículas o disparatadas. “Ahora creo que se acabó la época de las expectativas, volvemos a los fundamentales”. Si lo pusiese en el mercado, a precios actuales, su paquete del 60% rondaría los 233 millones, algo que tampoco hará: “Llevo mucho tiempo en esto, me gusta mi trabajo”.
La distancia entre la realidad y las expectativas será lo que en el futuro defina si esas empresas marcarán la diferencia y si sus fundadores pasarán a formar parte del firmamento de los grandes patrimonios en España. Wallbox, por ejemplo, espera facturar este año 69 millones, 21 veces menos de lo que supuestamente vale. Pero Asunción está convencido de su gran potencial, como el resto de los consultados. “Estamos ante una de las revoluciones industriales más grandes del último siglo. El 99% de los cargadores que tiene que haber en el mundo todavía están por instalar”.
Riqueza en otros sectores
La reactivación del mercado primario se extiende más allá del sector de las energías renovables. En los últimos meses, las salidas a Bolsa de varias empresas ha permitido alimentar las cuentas corrientes de sus fundadores. Ernest Pérez Más, principal accionista de la operadora catalana Parlem Telecom, podría dedicarse por completo a cuidar de las viñas viejas que cultiva en la parte alta del Penedès (tiene una pequeña producción de 15.000 botellas bajo la marca Heretat Mascorrubí) pero prefiere seguir el día a día de su compañía, que ya tiene 85.000 clientes de móvil. Desde su salida al BME Growth, la operadora se revaloriza un 74% y ya capitaliza por valor de 241 millones de euros. “Salir a cotizar te da una estructura de capital más sana”, opina. Su propuesta es ofrecer un buen servicio que, sin ser el más barato, compita bien en tarifas con el resto de operadoras y se distinga por la atención, utilizar el idioma local y la proximidad. Ingeniero de Telecomunicación, estuvo trabajando en diversas compañías norteamericanas en posiciones directivas hasta que decidió fundar Parlem “me cansé después de estar 15 años levantándome el lunes, cogiendo un avión y volviendo el viernes a casa”. Por contrato tiene prohibido vender sus acciones hasta dentro de un año y medio, y está convencido de que el año que viene la compañía “debería valer más de 100 millones”.
Otro caso de estreno exitoso en el segmento bursátil para empresas en crecimiento es Arteche, empresa de transformadores y redes eléctricas. Su valor ronda los de 239 millones. La familia fundadora mantiene la mayoría en esta empresa familiar con 75 años de historia y en tercera generación. Su presidente, Alexander Artetxe, dice que lo tenían claro: “El objetivo era captar fondos para crecer. Estamos en un momento dulce con la movilidad eléctrica, las renovables, queremos aprovecharlo”.
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