Sentado a más de una decena de metros de distancia el día que comenzó la invasión de Ucrania, Vladímir Putin dijo a los empresarios más importantes de Rusia que no tuvo otra opción. Cariacontecidos tras sus mascarillas —el líder ruso nunca la lleva puesta—, los jefes de las mayores petroleras, gasistas y bancos del país callaron y no hicieron ninguna crítica, si acaso la tenían, hacia la decisión del Kremlin. Hoy, sus empresas están hundidas en Bolsa, el rublo vale casi un 17% menos, sus cuentas están desconectadas del resto del mundo, y sobre la mayoría de ellos pesan las sanciones de Occidente.
Poco a poco, algunos multimillonarios han empezado a alzar la voz, aunque con mesura. En el recuerdo de todos está la caída del opositor Mijáil Jodorkovski, el dueño de la petrolera Yukos, que fue juzgado por blanqueo de capitales y no salió de la cárcel hasta 2013, cuando fue indultado por Putin.
El empresario que más firme se ha mostrado hasta ahora contra la guerra ha sido el banquero Oleg Tinkov (Polisayevo, 54 años). “Gente inocente muere en Ucrania en estos momentos, cada día. ¡Esto es inaceptable! ¡No tiene sentido! El Gobierno debería gastar el dinero en tratar médicamente a la gente, en investigar cómo vencer al cáncer, y no en la guerra. ¡Nosotros estamos contra la guerra!”, publicó el multimillonario en su cuenta personal de Instagram, donde acompañó su crítica con una foto con su pareja, sus hijos y su mascota, una estampa impensable ahora en las calles de Kiev y Járkov, por nombrar dos ciudades asediadas.
Los médicos detectaron que el banquero tenía cáncer en 2020. “Yo mismo casi me he ido dos veces al otro lado. ¡He visto lo frágil que es la vida! ¡Y es lo único que tenemos!”, advirtió a sus compatriotas. Más de 110.000 personas habían dado a “me gusta” en su publicación un día después.
El hombre más rico de Rusia, al menos hasta antes de la guerra, también ha sido bastante crítico con la aventura del Kremlin. Alexéi Mordashov (Cherepovets, 56), que según Forbes poseía una fortuna valorada en 29.100 millones de dólares en 2021 (26.100 millones de euros), instó a parar esta sangría.
“Es terrible que ucranios y rusos mueran, que la gente sufra dificultades y la economía esté colapsando. Tenemos que hacer todo lo necesario para encontrar una salida a este conflicto en un futuro próximo y parar el baño de sangre para ayudar a la gente afectada a rehacer sus vidas”, dijo al medio RBK el dueño de Severstal, uno de los mayores conglomerados del mundo del acero, la minería y la energía. “No tengo nada que ver con las tensiones geopolíticas actuales, no entiendo por qué nos sancionan”, agregó.
Más comedido fue Oleg Deripaska (Dzerzhinsk, 54 años), dueño del gigante del aluminio Rusal y que fue acusado en 2017 de haber ejercido de mediador entre el Kremlin y el jefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort. Pese a ello, las sanciones estadounidenses que pesan sobre su cabeza se deben al supuesto lavado de dinero y la extorsión de otros empresarios rivales.
“¡La paz es muy necesaria! ¡Las negociaciones deben empezar tan pronto como sea posible!”, publicó el 27 de febrero en su cuenta de Telegram, una frase sencilla, inocente, pero que cobra mucha importancia si se tiene en cuenta que la guerra la comenzó el Kremlin en una cruzada por “desnazificar” a su hermana Ucrania.
Sí habló más claro el dueño de los supermercados DIA y AlfaBank Mijaíl Fridman (Lviv, 57 años) que a diferencia de los dos multimillonarios anteriores sí fue incluido en la lista de sanciones de la Unión Europea. El empresario nació en la zona occidental de la República Socialista Soviética de Ucrania, más ucranioparlante. “Pero durante la mayor parte de mi vida he sido ciudadano de Rusia, construyendo un negocio. Estoy profundamente apegado a los pueblos ucranio y ruso, y considero el conflicto actual una tragedia para ambos”, escribió en una carta a sus empleados a la que tuvo acceso Financial Times.
La invasión de Ucrania no solo ha molestado a los oligarcas próximos al Kremlin. Varios diputados del Partido Comunista se han quejado de que votaron por el reconocimiento de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk sin saber que ello llevaba a la guerra, y el representante del presidente de Rusia ante la ONU por el cambio climático, Anatoli Chubáis, publicó una imagen del asesinado Boris Nemtsov, uno de los líderes de las protestas contra la guerra de Ucrania al comenzar en 2014.
Asimismo, algunos hijos de los oligarcas también han mostrado su enfado. Sofía Abramóvich compartió con sus 41.000 seguidores de Instagram una imagen donde estaba escrito “Rusia quiere la guerra con Ucrania”, donde la palabra “Rusia” estaba tachada con “Putin” escrito sobre ella. “La mayor y más exitosa mentira de la propaganda del Kremlin es que la mayoría de los rusos apoyan a Putin”, escribió junto a la foto del mandatario también tachada.
Y el entorno más cercano a Putin también ha mostrado su desencanto con la invasión. La exmujer y la hija de su portavoz, Dmitri Peskov, publicaron en Twitter sobre un fondo negro el sencillo, pero cristalino, “No a la guerra”, aunque lo borraron rápidamente. Esta protesta también la llevó a cabo en Facebook Tatiana Yumasheva (Sverdlovsk, 62), la hija menor de Boris Yeltsin, el presidente que nombró a Vladímir Putin su sucesor.
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