La mayoría de usuarios venden en Wallapop, la popular plataforma de segunda mano, lo que les sobra. Pero también supervendedores, en cuyos perfiles consta que han cerrado más de 300, 500 u 800 ventas. ¿Quién vende tanto? ¿Y de dónde sacan tantos artículos? Hasta hace unos años, el mercado de segunda mano en España era minoritario. Vivía recluido en mercadillos o relegado a ciertas categorías, como los coches. Pero en la última década ha resurgido gracias a Internet y, más concretamente, a las aplicaciones. Más del 90% de las personas menores de 35 años han usado plataformas digitales de compraventa, según un informe de la OCU de 2019, que también recogía que Wallapop es la plataforma preferida por los usuarios.
La OCU señala cuáles son las categorías que más se mueven en segunda mano. La electrónica va primero. Muebles y artículos de hogar la siguen y después está la ropa. En el perfil de Esther, que ha vendido más de 850 artículos en Wallapop, se puede encontrar una representación de todas ellas y muchas más. Hay cazadoras, gafas, un sofá, libros, un salero, una caja de ColaCao vintage, juguetes, una silla de ruedas, copas o un llavero de la Expo 92 de Sevilla.
“Empiezo a ver lo que no me vale de casa y empiezo a colgar anuncios”, comenta la usuaria, de 51 años, que lleva los últimos tres en Wallapop. “Vas a casa de tu madre y preguntas ‘mama, ¿esto lo quieres aquí?, ¿no? Pues me lo llevo”, cuenta. “Rescatas cosas de casa de tu madre, de tus suegros. Y por supuesto, de los niños. Antes regalabas todo, el carro, la cuna. Ahora intentas sacar algo”. Esther afirma que más que ganar dinero busca deshacerse de lo que le sobra. “Wallapop es para quitarte cosas de encima”, recalca. Aunque a ella, que trabaja en importación-exportación con China, la compraventa le viene por afición y por profesión.
Algo parecido le ocurre a Danny, que vende sobre todo productos de Apple. Fue comercial en su país de origen, Rusia, donde también empezó a vender en páginas de segunda mano, como Aviita y Yula. Ahora, afincado en Barcelona, ha usado plataformas como eBay o Milanuncios.
En Wallapop entró por primera vez hace cinco años, pero empezó a subir anuncios hace dos. Desde entonces acumula más de 200 productos vendidos y en estos momentos tiene otros 150 artículos a la venta. “Tengo un amigo que hace reparaciones de ordenadores y me deja algunos productos a buen precio. Los compro en packs y después los revendo”, explica Danny, que tiene 35 años y trabaja en el sector audiovisual. ¿Por qué se molesta en vender en Wallapop? Afirma que lo hace por hobby.
La compañía reconoce el valor de estos supervendedores, pero aclara que no reciben ningún trato diferente “Son parte de la esencial de la comunidad de Wallapop, como también lo son aquellos vendedores profesionales o los particulares que no tienen tanto volumen de ventas”, apunta un portavoz de Wallapop.
María, de Bilbao, tuvo sus propios motivos para empezar. Su cuenta se llama mivestidorexplota. Y fue literal, como reconoce: “Llegó un momento en que tenía ropa colgada en las barras de las cortinas de las habitaciones porque ya no me entraba en los armarios”. Decidió hacer limpia y Wallapop se convirtió en la herramienta adecuada. Después utilizaría otras plataformas, como Vinted, también de segunda mano. Empezó a vender en 2017 y ya ha colocado más de 300 artículos. “Ya no compro ni la cuarta parte que antes”, afirma. Pero aún tiene munición para vender. “Vas acumulando muchas cosas que no te las pones o que igual te las has puesto solo una vez y no te las vas a volver a poner”, explica.
La ropa es una de las categorías que más crece en la segunda mano. El valor de su mercado se estima en 28.000 millones de dólares en todo el mundo, pero llegará a 64.000 millones en cinco años, según un estudio de ThredUp, una plataforma específica para la compraventa de prendas usadas. Las estimaciones de este informe apuntan a que en 2029 la ropa de segunda mano ocupará el 19% de nuestros armarios (en 2009 suponía solo el 3%).
Un extra pero no un trabajo
Cuenta María que llenó el vestidor cuando trabajaba en tiendas de ropa. De tanto ver ese vestido o ese abrigo, alguno se llevaba. Ahora lo que tiene lo acumula en una habitación sobrante de su piso. En total y sin mucho pensarlo, calcula que habrá ingresado entre 2.000 y 2.500 euros por Wallapop. “De pobre no vas a salir con esto”, sentencia. “Pero es un extra que no te esperas, que para tener la ropa muerta de risa en el armario es un dinerillo que me saco y me viene bien”.
Danny hace unas 10 ventas al mes, que pueden ser alrededor de 300 o 400 euros. “Pero de ahí hay que descontar la mitad”, afirma. Pues antes tiene que comprar los productos a la tienda de reparación de su amigo. En todo caso son cifras muy superiores a las de un vendedor ocasional, que es el mayoritario. En su informe, la OCU apuntaba que los usuarios venden unos seis artículos de media al año. El precio medio estimado por venta: 81 euros.
Esther también gana bastante más que la media. Ingresa entre 80 y 120 euros al mes, según sus cálculos. Para ella se trata más de reciclar, de darle un segundo uso a ese objeto que a ti ya no te vale. Cuenta que su afición a la compraventa le viene desde pequeña, del barrio. Lleva 15 años viviendo en Barcelona, pero es de Madrid, de Puerta de Toledo, a tiro de piedra del Rastro. “Me encantaba ir. Compraba muchas cosas antiguas. Me encantaba lo vintage. Antes te ibas al Rastro y comprabas y vendías; discos o lo que fuera”.
Wallapop ha hecho de la reutilización una de sus banderas como compañía. “Ahora mismo estamos más concienciados que nunca con el factor sostenible de la segunda mano. Un estudio que hizo Wallapop junto a Ipsos señalaba que dos de cada tres españoles están dispuestos a obviar objetos nuevos en favor de comprar de segunda mano o reparar aquello que ya tienen”, apuntan desde la compañía.
En su perfil, Esther tiene a la venta más de 100 artículos. Incluso algunas amigas le dan productos para que los venda. Saben que su perfil se mueve más y lo sigue bastante gente. ¿Su truco para vender? “Poner buenos precios, por debajo de mercado”. El objetivo, repite, no es ganar dinero sino deshacerte de esas cosas que están de más.
Su política de precios coincide la de María. “Para que me lo venda alguien en Wallapop a 50 euros mientras en la tienda está a 55, igual prefiero ir a la tienda”, apunta la bilbaína, que tiene su propio método para vender más. “Al principio solo hacía fotos del producto. Pero la gente me mandaba mensajes para saber cómo quedaba”, cuenta. “A no ser que la gente ya tenga fichada la ropa en tienda y sepa cómo queda es complicado venderla solo con fotos del producto. Así que empecé a hacerme fotos con la ropa puesta”. Además, se hizo Instagram y aprovecha algunas de las imágenes que sube para volcarlas luego a Wallapop.
Los trucos de Danny son “los típicos”, recalca. “Reinicio el anuncio de nuevo o lo subo otra vez”. Aunque a veces va un poco más allá. “He trabajado antes en programación, con PHP y Python, y sé cómo funcionan los algoritmos de estas páginas. Pongo hashtags, que tienen más visibilidad, y pongo también el texto con errores, porque la gente a veces escribe mal y lo busca así”. Hasta la ortografía cuenta para vender más.
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