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Los peregrinos del capitalismo vuelven a Omaha



El presidente de Berkshire Hathaway, Warren Buffett, este viernes en Omaha (Nebraska).SCOTT MORGAN (REUTERS)

Para asistir a la junta de Berkshire Hathaway, la empresa de Warren Buffett, es necesario ser accionista y estar vacunado contra la covid. Tras dos años en que la junta se ha celebrado de forma telemática por la pandemia, miles de inversores han acudido este fin de semana como peregrinos a Omaha, una ciudad de 475.000 habitantes en el estado de Nebraska, no muy lejos del centro geográfico de Estados Unidos, para escuchar en directo este sábado los comentarios de Buffett, que no ha decepcionado a sus creyentes.

Recibido con una ovación estruendosa como si fuera una estrella de rock, con una cubitera llena de coca-colas a su lado y unas cajas de chocolatinas delante, Buffett ha repasado entre bromas las cifras del primer trimestre. Aunque el beneficio neto del primer trimestre ha caído a la mitad por ajustes con derivados, según las cifras divulgadas ayer, los accionistas de Berkshire Hathaway tienen razones este año para estar contentos. Las acciones de la empresa suben un 8,5% en lo que va de año, mientras que el índice S&P 500 cae un 13%.

A Buffett se le ha reprochado no haber aprovechado la pandemia para ser más agresivo con sus inversiones cuando las cotizaciones estaban por los suelos, perdiendo una ocasión de las que se presentan pocas. Este sábado se ha justificado mostrando su lado más conservador: “Tenemos una aversión extrema a incurrir en pérdidas permanentes con sus fondos”, ha explicado. “Psicológicamente, moriríamos si perdemos un montón de su dinero. No sabemos lo que hará la economía, pero sabemos que nos despertamos cada mañana y queremos tener inversiones seguras”.

Colas para acceder a la junta de accionistas de Berkshire Hathaway en Omaha (Nebraska).SCOTT MORGAN (REUTERS)

Buffett sí ha aprovechado ahora el mal momento del mercado para volver a la carga con compras por unos 51.856 millones de dólares (unos 49.400 millones de euros). Al cierre del primer trimestre, Berkshire Hathaway tenía sus inversiones de cartera en Apple (159.100 millones de dólares), Bank of America (42.600 millones), American Express (28.400 millones), Chevron (25.900), Coca-Cola, Kraft Heinz, HP y otras muchas compañías, además de los negocios no cotizados que controla.

Este sábado Buffett ha dado la noticia de que Berkshire tiene también un 9,5% de Activision, una empresa que está siendo comprada por Microsoft, pero que cotiza muy por debajo del precio de la oferta por la desconfianza de los inversores de que la operación llegue a buen puerto por problemas de competencia. Su apuesta es que la compra del creador de Call of Duty se complete.

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La empresa sigue teniendo más de 100.000 millones en caja por si se presentan oportunidades. Su gran apuesta reciente ha sido el petróleo, con fuertes inversiones en Chevron y Occidental, que suben como la espuma en Bolsa con la guerra de Ucrania y la crisis energética. “Hemos invertido más de 40.000 millones a toda prisa, en tres semanas, y ahora estamos más en letargo”, ha dicho, Buffett, que ha defendido mantener una posición de caja ten elevada: “Es como el oxígeno”.

Vista general del CHI Health Center Arena, el pabellón multiusos donde se ha celerado la junta de accionistas de Berkshire Hathaway, en Omaha (Nebraska).SCOTT MORGAN (REUTERS)

El Oráculo de Omaha, como se le conoce, ha contestado preguntas durante unas seis horas. Los que han tomado la palabra habían sido elegidos por sorteo. A Buffett se le plantea casi cualquier tema, pero hay dos que estaban prohibidos: la política y sus futuras inversiones, según dejaban claro las normas de cortesía del evento. Aun así, Buffett ha hecho una reflexión acerca de la polarización del país. “La gente se está comportando de forma más tribal”, ha dicho, para advertir después de que “puede ser muy peligroso cuando un grupo dice que dos más dos son cinco y otro dice que dos más dos son tres”.

La Bolsa como casino

Buffett ha expuesto su filosofía de invertir a largo plazo, de buscar compañías con negocios sólidos y rentables a buen precio. Y no ha ahorrado críticas a los movimientos más especulativos. “El mercado con frecuencia es casi totalmente un casino, un salón de apuestas”, ha dicho, apuntando a los bancos de Wall Street por incentivarlo para cobrar comisiones: “Ganan un montón de dinero cuando la gente apuesta”. Pero también Berkshire lo aprovecha: “El mercado hace cosas locas y a veces eso nos da oportunidades. No es porque seamos inteligentes, sino porque estamos cuerdos”, ha dicho Buffett.

El vicepresidente de Berkshire Hathaway, Charlie Munger, que estaba a su lado, ha reafirmado la idea: “Tenemos ordenadores con algoritmos que operan contra otros ordenadores. Tenemos gente que no saben nada de Bolsa, asesorada por corredores de bolsa que saben aún menos”, ha apostillado.

Le han preguntado por la elevada inflación de Estados Unidos: “Es una estafa para el inversor en bonos, para el inversor en Bolsa, para el que guarda el dinero en el colchón, es una estafa para casi todo el mundo”, ha sentenciado, antes de culpar a la avalancha de dinero en forma de cheques del Gobierno a familias y empresas y a inyecciones de liquidez de la Reserva Federal. “Si imprimes un montón de dinero, va a valer menos”, ha afirmado, aunque ha salvado al presidente de la Fed de sus críticas: “Jay Powell es un héroe. Es muy sencillo. Hizo lo que tenía que hacer”.

Contra el bitcoin

Tanto Buffett como Munger han soltado varias andanadas contra el bitcoin. “Si va a subir o bajar el próximo año o en cinco o diez años, no lo sé. Pero de lo que estoy bastante seguro es de que no produce nada”, ha dicho Buffett, que lo ve como algo “mágico”, en el peor sentido. Munger ha sido especialmente duro: “En mi vida intento evitar las cosas que son estúpidas, malvadas o que me hacen quedar mal en comparación con alguien. Y bitcoin tiene las tres cosas”. Justificó su afirmación de que es estúpido invertir en bitcoin al decir que “es probable que se vaya a cero”.

El pabellón multiusos con capacidad para unos 18.000 asistentes donde se ha celebrado la junta ha abierto sus puertas a las 7 de la mañana, hora local, aunque desde el amanecer ya había colas para acceder. Pocas veces en los partidos de baloncesto y hockey que normalmente acoge estaba tan abarrotado como este sábado. A las 9.15 ha llegado el gran momento en que Buffett ha comparecido para empezar a contestar a sus accionistas. Tal era el interés que este año por primera vez la CNBC ha retransmitido el evento en directo.

En realidad, el llamado Woodstock del capitalismo es mucho más que una junta. Es todo un festival en que se incluye una gran feria de productos fabricados o relacionados con el grupo, con el nombre de Bazar de Gangas de Berkshire, un picnic multitudinario para accionistas y encuentros paralelos, con un programa que se extiende de viernes a domingo.

Inversores y accionistas, de compras en la feria que organiza Berkshire Hathaway con motivo de su junta de accionistas en Omaha (Nebraska).SCOTT MORGAN (REUTERS)

Junto a los miles de accionistas de a pie había también numerosas personalidades del mundo de los negocios como el jefe de Apple, Tim Cook; de la filantropía, como el fundador de Microsoft, Bill Gates, o celebridades como el actor Bill Murray.

Los accionistas son conscientes de que por razones biológicas no es muy probable volver a ver muchas veces en la junta al dúo de Buffett, de 91 años, con su mano derecha, Munger, de 98. Este sábado la ronda de preguntas se ha dividido en dos sesiones, con una pequeña pausa para el almuerzo, y en la primera sesión han participado también los vicepresidentes ejecutivos responsables de las áreas de seguros, Ajit Jain, de 70 años, y del resto de los negocios, Gregory Abel, aunque ambos más bien como convidados de piedra.

En el centro, en primer plano, Gregory Abel, jefe de la división de energía de Berkshire Hathaway y designado como sucesor de Warren Buffett como primer ejecutivo del grupo.SCOTT MORGAN (REUTERS)

Abel, de 59 años, fue señalado el pasado año por Munger, de forma aparentemente accidental, para suceder a Buffett como primer ejecutivo del grupo, aunque con el hijo de Buffett, Howard, de 67 años, como presidente no ejecutivo.

Warren Buffett tiene un sueldo de 100.000 dólares, más los gastos de seguridad que sufraga la empresa. Su socio Charlie Munger gana lo mismo, muy lejos ambos de Jain y Abel, que ganaron 19 millones de dólares cada uno. El ideal de gobierno corporativo de Buffett es algo peculiar. Desprecia la noción de consejero independiente y tampoco busca como política la diversidad en su consejo y, pese a la petición de algunos accionistas, rechaza que el grupo dé más explicaciones sobre su política con respecto al cambio climático, pues considera que sus participadas ya lo hacen.

Algunos accionistas, entre ellos Calpers, el mayor fondo de pensiones de Estados Unidos, han planteado ya en la junta este mismo año separar la presidencia de las funciones ejecutivas, como se estila en el mundo corporativo, lo que en la práctica implicaría despojar a Buffett de parte de sus poderes. No hay muchos que apoyen la idea y Munger la descalifica recurriendo a la Odisea: “Es la crítica más ridícula que he oído nunca. Es como si Ulises volviera de ganar la batalla de Troya y algún tipo dijera: ‘No me gusta cómo sostenías la lanza cuando ganaste esa batalla”.

En Berkshire Hathaway no hay discusión. Mientras viva y quiera, Buffett acaparará el poder presidencial y ejecutivo. Como un anciano héroe homérico.


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