Los populares europeos fuerzan a Orbán a retirar sus diputados del grupo parlamentario

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán (en el centro), llega a una reunión del Partido Popular Europeo, en Bruselas en marzo de 2019.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán (en el centro), llega a una reunión del Partido Popular Europeo, en Bruselas en marzo de 2019.Francisco Seco / AP

La ruptura de Viktor Orbán con el grupo de los populares en el Parlamento Europeo se ha consumado este miércoles tras meses de tiras y aflojas. El primer ministro húngaro ha comunicado por escrito que los 13 eurodiputados de su formación, Fidesz, abandonan el grupo del Partido Popular Europeo (PPE) tras un cambio en las normas internas que perseguía facilitar su exclusión o expulsión. La brusca salida marca un cambio de rumbo en el PPE, que hasta ahora había contemporizado con las tesis ultraderechistas de Orbán y de otros líderes nacionales para impedir una fisura por el ala derecha que ponga en peligro su presencia en algunos países, en particular, de Europa Central y del Este.

Las tesis partidarias de la convivencia, defendidas sobre todo por la CDU de Angela Merkel y el PP de Pablo Casado, se han visto desbordadas por la indignación de la mayoría de los eurodiputados con los continuos ataques de Orbán contra su propia familia política y sus medidas contrarias al derecho comunitario en campos como la política migratoria, la libertad de cátedra o la libertad de información.

El presidente del Grupo Popular, el eurodiputado alemán Manfred Weber, ha intentado durante meses tender puentes hacia Orbán y convencerle de que moderase su actitud política. Este mismo miércoles, Weber ha escrito al primer ministro húngaro para asegurarle que los cambios en el reglamento interno “no afectan directamente al estatus de ningún miembro del grupo” y proponerle “una conversación telefónica” lo antes posible.

Los populares partidarios de mantener a Fidesz en el grupo temían que su expulsión provocase una dinámica similar a la británica. Los conservadores británicos abandonaron el PPE durante el mandato de David Cameron como primer ministro, un movimiento que los dejó aislados en las instituciones europeas y que algunas fuentes en Bruselas interpretan como el primer paso hacia el Brexit. La pérdida de Orbán, además, privaba a los conservadores europeos de un líder muy popular en su país, que ganó las últimas elecciones generales (2018) con el 49% de los votos y obtuvo el 67% de los escaños.

“Orbán seguirá en el PPE hasta que la canciller [Merkel] no baje el pulgar”, pronosticaba una fuente del PPE a principios de este año. Las tornas empezaron a cambiar a finales de 2020, cuando Orbán se atrincheró frente a la propuesta de la Comisión Europea para supeditar la liberación de fondos europeos a ciertas garantías de respeto al Estado de derecho en los países receptores.

El primer ministro húngaro amenazó con sabotear la aprobación del fondo de recuperación frente a la pandemia para frenar la propuesta. Pero solo contó con el apoyo reticente de Polonia, y finalmente ambos países claudicaron y solo obtuvieron un retraso en la aplicación del control del dinero, que quedó pendiente de una posible revisión ante el Tribunal de Justicia europeo. Orbán, cada vez más acorralado entre los conservadores, se veía poco a poco fuera del PPE.

La salida de Fidesz se ha producido solo unos minutos después de que el grupo del PPE en el Parlamento Europeo, el mayor de la Cámara, haya modificado sus normas internas para facilitar la exclusión o suspensión de los eurodiputados que no respeten los valores fundamentales de la familia política conservadora. El cambio se enmarca en la larga batalla de algunas delegaciones nacionales del PPE por expulsar al partido del primer ministro húngaro, a quien acusan de seguir un ideario ultraconservador y autoritario incompatible con una formación democrática.

El propio Orbán amenazó el domingo por escrito con abandonar el grupo si se aprobaba el cambio de reglamento. Un órdago que no ha impresionado lo más mínimo a la mayoría de los miembros del PPE, porque la reforma se ha aprobado por 148 votos a favor y 28 en contra, es decir, con un voto favorable del 84,1% de los 176 emitidos (ha habido también cuatro abstenciones). Fuentes de la delegación española aseguran que sus 13 eurodiputados han votado a favor de la reforma.

La jefa de la delegación española, la eurodiputada Dolors Montserrat, ha señalado: “El Grupo PPE ha intentado seguir trabajando con Fidesz, pero desde luego nunca vamos a aceptar ni un ultimátum ni amenazas, y nunca vamos a renunciar a los valores y principios”. Montserrat ha añadido: “Lamentamos la decisión radical tomada por Viktor Orbán de retirar a sus eurodiputados”.

Entre los 28 votos en contra, fuentes populares dan por descontado que figuran los 13 eurodiputados de Fidesz, lo que denota la soledad del grupo de Orbán en Bruselas. Solo 15 parlamentarios de otros países han votado en contra de las nuevas normas, entre ellos, eurodiputados eslovenos y, muy significativamente, por algunos miembros de la delegación austriaca. Los conservadores de Austria, liderados por el canciller Sebastian Kurz, se ha convertido en la nueva punta de lanza de los partidarios de endurecer las políticas del PPE y romper con el legado moderado que atribuyen a Merkel.

Nada más producirse la votación, Orbán ha comunicado por escrito la salida de sus eurodiputados del grupo. El primer ministro húngaro califica de “movimiento hostil hacia Fidesz” el cambio de las normas del grupo y tacha la reforma de “antidemocrática, injusta e inaceptable”. Las delegaciones de otros países, como la eslovena, habían amagado en los últimos meses con abandonar también el grupo si Fidesz se retiraba. Un riesgo de efecto cascada que tampoco ha impedido la aprobación de la reforma por abrumadora mayoría.

La ruptura de Fidesz con el grupo PPE, de hecho, ha provocado más euforia fuera que dentro de las filas conservadoras. “Por fin, Orbán ha dicho a sus eurodiputados que salgan del grupo PPE”, ha celebrado la líder de los socialistas en el Parlamento, la eurodiputada española Iratxe García. Pero García ha añadido que es “vergonzoso que él haya tomado la iniciativa en lugar de ser expulsado”.

El líder del grupo liberal Renew, el eurodiputado Dacian Ciolos, ha celebrado el final de Orbán en la familia conservadora. Y ha acusado al primer ministro húngaro de “erosionar la democracia en Hungría y saquear los valores europeos”.

El retorno del PPE a posiciones cristianodemócratas en línea con su tradición puede provocar sacudidas entre los conservadores de varios países. La continuidad en el grupo de los eurodiputados eslovenos corre peligro después de que su primer ministro, Janez Jansa, se haya significado como ferviente seguidor de las políticas de Donald Trump y haya iniciado una cruzada contra los medios de comunicación dentro y fuera de su país.

En España, en cambio, la ruptura con Fidesz puede complicar la relación con Vox que preconizan algunos miembros del PP ligados al expresidente José María Aznar. La posición de Casado, que se distanció de Santiago Abascal durante la moción de censura contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, puede verse reforzada y mantener al PP en el centro tradicional.

Israel Butler, directivo la Unión europea de libertades civiles (Liberties), una organización no gubernamental con sede en Berlín, cree que las nuevas normas internas del PPE “permitirán expulsar a los partidos de tendencias autoritarias, algo que era necesario desde hace mucho tiempo”. Y apunta que tras la decisión de Orbán de marcharse para no ser expulsado “todas las miradas se van a volver hacia los gobiernos [del PPE] en Bulgaria y Eslovenia y ojalá que decidan amoldarse de nuevo a los estándares democráticos”.

Pero las reverberaciones del caso Orbán pueden llegar también a otras familias políticas, sobre todo, si se redobla la presión contra los partidos sospechosos de violar los valores fundamentales dela UE o de flagrante corrupción. En el grupo socialista ya ha habido roces con algunos partidos nacionales, en concreto, en Rumanía, Bulgaria y Malta, tres países donde el respeto de los Gobiernos al estado de derecho ha estado en ocasines en entredicho. Y la familia liberal a la que pertenece el presidente francés, Emmanuel Macron, alberga en su seno al partido del primer ministro checo, Andrej Bavis, colocado en el punto de mira de Bruselas, entre otras cosas, por sus posibles conflictos de interés como gran perceptor de fondos europeos a través de sus empresas. “No puede haber espacio para los autoritarios en los grupos políticos centrales”, concluye Butler.

En el Parlamento Europeo, de momento, la salida de los 13 eurodiputados de Fidesz reducirá la fortaleza de los populares, pero seguirán siendo el mayor grupo, con 174 eurodiputados, por delante de Socialistas & Demócratas, con 145. Orbán no ha anunciado si sus eurodiputados se integrarán en algún otro grupo, como el ultraconservador ECR (donde se sientan los eurodiputados polacos de Kaczynski y los de Vox) o con los eurófobos de ID (junto a los franceses de Le Pen).


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