Siete de los casi 500 argentinos que viven en Elche trabajan en la misma empresa: juegan en el equipo de fútbol de la ciudad, el Elche CF, propiedad, desde 2019, del empresario, también argentino, Christian Bragarnik. Javier Pastore, Darío Benedetto, Guido Carrillo, Lucas Boyé, Iván Marcone, Pablo Piatti y Axel Werner forman una de las plantillas con más jugadores albicelestes en la historia de LaLiga Santander. La llegada de Bragarnik, que también es agente de un centenar de futbolistas, ha apuntalado la presencia de jugadores de ese país en la entidad ilicitana. Un número que este año se ha convertido en un récord histórico para el club, que se ha colmado también de técnicos, preparadores y gestores argentinos.
La comunidad ha crecido dentro y fuera del campo, como recuerda Gustavo Gualdoni, el argentino vinculado al Elche CF que más años lleva en la ciudad. Gualdoni, profesor de ajedrez del club, vive allí desde hace ya 40 años, cuando decidió emigrar “por los coletazos de la dictadura”. Llegó al club de la mano del director de cantera, el (también) argentino Jorge Raffo para liderar un proyecto que combina fútbol y ajedrez y así mejorar la toma de decisiones de los canteranos.
“Antes éramos cinco o seis en toda la ciudad”, cuenta, y recuerda a una de las primeras grandes estrellas albicelestes que pasó por el equipo, Marcelo Trobbiani, el único jugador de la historia que se proclamó campeón del mundo con su selección mientras vestía la camiseta del Elche en 1986. Otros 29 de sus compatriotas han usado la misma zamarra en algún partido oficial desde que el defensa Juan Carlos Forneris inaugurara el legado en 1963. El portero Willy Caballero, entre 2004 y 2011, y el medio centro José Luis Acciari, de 2008 a 2012, son los únicos que han logrado superar los 100 partidos.
La Ley Bosman en 1995 permitió a los jugadores comunitarios, es decir, con pasaporte de la Unión Europea, ejercer su profesión en cualquier país del continente. Ahora, los equipos de LaLiga Santander y de LaLiga SmartBank pueden contar con tres futbolistas extracomunitarios en sus plantillas, pero muchos jugadores sudamericanos, con raíces familiares europeas, han tramitado sus ciudadanías para poder competir en la élite del fútbol.
Argentina es el país que más jugadores (535) ha aportado a LaLiga Santander en los más de 90 años de historia de la competición. Esta temporada hay 29 de ellos en las filas de los equipos de la máxima categoría del fútbol español. Casi una cuarta parte ha recalado en Elche. “Cuando escuchan que soy argentino, porque sigo manteniendo el acento, todo el mundo me habla del Elche y de su fútbol”, dice Gualdoni, que imparte clases de ajedrez a más de 10.000 chicos y chicas en una ciudad de 230.000 habitantes. “¡Y ahora lo están haciendo mejor que antes!”, concluye sobre el conjunto verdiblanco que el año pasado logró mantenerse en LaLiga Santander tras su ascenso.
Un polaco pamplonés
A lo largo de la historia de la competición ha habido otros equipos que juntaron en una misma época a futbolistas de idéntica nacionalidad. Piotrek Urban llegó a Pamplona cuando tenía dos años, en 1989. Acompañaba a su padre, Jan, el delantero polaco que en poco tiempo se convertiría en una leyenda del CA Osasuna. “Por lo que me contaron, cuando llegamos nos pusieron un piso que a mi madre no le gustaba y ella dijo que o lo cambiaban o se volvía a Polonia”, revela Piotrek, en un perfecto español, forjado durante 30 años en Pamplona, donde se crio. Desde hace cuatro temporadas vive en Varsovia, donde trabaja en las categorías inferiores del Legia y comenta partidos del fútbol español. “Nunca pensé que regresaría a Polonia”, admite.
Su padre Jan formó ataque en su primera temporada con Cuco Ziganda, marcó ocho goles y el equipo terminó octavo. Al año siguiente, en el curso 1990/1991, anotó trece tantos, con un triplete incluido en la histórica goleada 0-4 al Real Madrid en el Santiago Bernabéu y con la clasificación para la Copa de la UEFA, en la que alcanzarían los octavos de final. El éxito de Urban abrió las puertas a otros cuatro polacos: Roman Kosecki, Ryszard Staniek, Jaciek Ziober y Miroslaw Trzeciak. Los tres primeros compartieron plantilla con Urban y formaron el mítico Osasuna de los polacos. De los 21 que pasaron por la máxima categoría del fútbol español, solo Urban logró alcanzar la cifra de los 100 partidos en la competición, en los que marcó 25 goles.
“Nos juntábamos mucho”, recuerda el hijo de Jan Urban. “Cada uno con su estilo. Recuerdo que iba mucho a casa de Staniek a ver películas de dibujos animados”, cuenta. “¡Era un buenazo! Me gustaba ir en su coche porque siempre se le caía alguna moneda y me decía que lo que encontrara era para mí”, dice. Piotrek se juntaba con los hijos de los otros jugadores polacos para jugar al fútbol. “Yo jugaba al fútbol sala y mi padre venía con los demás a verme. Se armaba un gran revuelo”.
Piotrek hizo toda su vida en Pamplona. Llegó a jugar en las categorías juveniles de Osasuna y de la selección polaca. “Mis amigos de toda la vida son de Pamplona, que sigo sintiendo como mi casa. Mi boda iba a ser el verano pasado en Polonia donde vivo ahora, pero la pandemia no permitía que mis amigos de Pamplona vinieran. Así que lo aplazamos”, dice.
El récord del FC Barcelona
Enamorados de Johann Cruyff, en el FC Barcelona siempre han recibido a los futbolistas neerlandeses con los brazos abiertos. Es una historia que trasciende el campo y que ha continuado en los banquillos, con el propio Cruyff, Michels, Van Gaal, Rykjaard o Koeman… Considerado el mejor entrenador de la historia por The Times, la FIFA y France Football, Rinus Michels creó un estilo que rompió con los cánones del fútbol y que perdura décadas más tarde.
Países Bajos y el Barça llevan años construyendo una historia única. Es el Barça el equipo que más futbolistas de un país tuvo en un mismo año. Fue en la temporada 1999/00 cuando logró reunir a ocho neerlandeses en su plantilla. Con la llegada de los hermanos Frank y Ronald De Boer en enero de 1999 se fraguó ‘el Barça de los holandeses’ compuesto también por el portero Ruud Hesp, los defensas Michael Reiziger y Winston Bogarde, el mediocentro Phillip Cocu y los delanteros Patrick Kluivert y Boudewijn Zenden. Por aquellos años también pasaron por el equipo culé Edgard Davids, y Marc Overmars, y el entrenador Louis van Gaal, que dirigió a todos ellos menos a Davids y que intentó profundizar en la filosofía instaurada por Michels y continuada por Cruyff. Una forma de jugar que culminaría en el laureado tikitaka de Guardiola.
Gerard López, centrocampista de aquel equipo, ahora comentarista de Movistar+, recuerda el paso de la legión neerlandesa por el vestuario del Barça: “Todos se adaptaron muy bien a Barcelona. Estaban encantados. Hacían grupo en el vestuario, pero siempre fueron de carácter abierto”. Su amistad con Kluivert fue más allá y aún siguen en contacto y se juntan de vez en cuando a cenar en la ciudad. Todo comenzó con un juego de cartas en el que participaban Kluivert, Reiziger y Cocu, y al que rápidamente sumaron a López. “Nos divertíamos mucho, después estaba Overmars, quien no hablaba nada de español, ¡y me usaba como traductor!”, revive entre risas.
El éxito de Johann Cruyff, el primer neerlandés en llegar al Barça en 1973 y uno de los futbolistas más importantes de todos los tiempos, abrió las puertas del Camp Nou a otros 20 jugadores de ese país y, además, marcó un estilo de juego que aún hoy sigue practicándose en La Masía. Casualmente, esta temporada, el FC Barcelona cuenta con cuatro futbolistas nacidos en los Países Bajos: Luuk de Jong, Frenkie de Jong, Serginho Dest y Memphis Depay, además de su entrenador Ronald Koeman.
Una rúa llamada Mauro Silva
Nueve brasileños formaron parte de un histórico de LaLiga como el Real Deportivo entre 1992 y 2002, el período más exitoso de su historia. El primero de esa gran camada, el centrocampista campeón del mundo con Brasil en 1994, Mauro Silva, abrió las puertas para la llegada de compatriotas como Bebeto, Flávio Conceição, Rivaldo, Renaldo, Luizao, Djalminha, Emerson y Cesar Sampaio. Cuatro subcampeonatos (1994, 1995, 2001 y 2002) y un campeonato liguero en 2000, además de dos Copas del Rey y tres Supercopas de España son la imborrable huella que dejaron los brasileños en Riazor.
Pívot y trabajador sigiloso de aquel Superdépor, Mauro Silva, que disputó 362 partidos en LaLiga Santander (el extranjero que más jugo en el Real Deportivo) ha sido homenajeado por A Coruña y tiene una calle con su nombre a 800 metros del estadio del equipo.
En sus más de 90 años, por LaLiga Santander han pasado casi 300 futbolistas brasileños. Solo Argentina supera tal registro. El primero fue Fausto Dos Santos, que aterrizó en el FC Barcelona en 1931. Siguieron auténticos astros como Ronaldo Nazário, Roberto Carlos, Ronaldinho, Romario, Dani Alves, Neymar, Marcelo…
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