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Los sin techo con adicciones que nadie quería a su lado


“Si no existiera este albergue yo ahora mismo estaría muerta. Hace un año yo vivía en un coche en el barrio de la Mina. Mi día a día era levantarme, robar y conseguir dinero para drogarme. Hoy, gracias a este centro, empiezo a salir adelante”. Así de tajante se muestra Rosa María Martínez, una de las sin techo que accedió, “el 26 de enero de 2021″, al único centro de toda España para personas sin hogar donde se permite seguir consumiendo alcohol y drogas. Un albergue impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona en el barrio de les Corts. Este centro abrió en abril de 2020 tras declararse el estado de alarma y ha atendido, desde entonces, a más de 200 personas que, como mínimo, tienen dos problemas: no tienen hogar y padecen adicciones. Hoy viven junto a Martínez otras 49 personas con dependencias.

A este albergue le quedan solo dos meses de vida en esta ubicación. Aún así, el Consistorio lo abrió ayer por primera vez a los medios de comunicación. El hostal y los sin techos se trasladarán en marzo al antiguo hotel Aristol de la calle Cartagena, en el barrio de Horta. Las familias de un colegio, la escuela Mas Casanovas, —situado a solo 15 metros de la futura ubicación— ya hace semanas que pusieron el grito en el cielo al entender que su proximidad es un riesgo para los menores. El Ayuntamiento contrarrestó ayer toda la campaña contra el albergue abriendo el actual hostal situado en el albergue de la Fundación Pere Tarrés, en Les Corts. Un edificio pared con pared con la escuela Anglesola por un lado y frente a la escuela Itaca por otro. El director de la escuela Anglesola, Toni Otero, se prestó ayer, desde la experiencia, a lanzar un mensaje para acallar las preocupaciones de las familias del Mas Canovas: “Estas personas llevan aquí casi dos años y no hemos tenido ningún problema”.

Juan Demetrio tiene 55 años. Es uno de los compañeros de Martínez que no tiene problemas en sincerarse: “Soy cocainómano pero cuando acabé fatal fue por culpa de mi mujer, que es heroinómana. Al final me vi viviendo en la calle e iba a diario a drogarme a la sala Baluard en el Raval. Allí me ofrecieron venir aquí y ahora aunque necesito cocaína a diario he reducido mucho mi consumo”.

”Hoy estoy en este albergue para personas como yo: sin hogar y con adicciones. Hui de mis padres y empecé a hormonarme mientras vivía en la calle. Sin este centro ahora estaría en casa de algún cliente o durmiendo en un parque”, admite en su habitación Daniella Pelegrini de 31 años.

En este albergue, gestionando por la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD), se permite el consumo de drogas aunque tal y como advierte su director, Josep Rovira, con programas de “reducción de daños por consumo de sustancias y previniendo tanto el síndrome de abstinencia como la sobredosis y con espacios de consumo supervisado”.

La concejal de Salud de Barcelona, Gemma Tarafa, aseguró ayer que se ha reunido con las familias y con las asociaciones de vecinos de Horta pero que el emplazamiento será el hotel Aristol. De hecho, la entidad ABD ya ha cerrado el trato con los dueños del hotel. “Esto no es un centro canábico, esto es un equipamiento para personas que tienen una adicción y haremos un acompañamiento a los usuarios y también a las familias preocupadas pero el centro se hará”, zanjó Tarafa.

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