El crucial pulso electoral que mantenían este domingo en Renania del Norte-Westfalia los dos principales partidos alemanes, los socialdemócratas del SPD y los democristianos de la CDU, se ha decantado del lado de los conservadores. La CDU ha obtenido el 35,8% de los votos, frente al 26,7% del SPD, la formación del canciller Olaf Scholz, según las proyecciones de la televisión pública ARD a las nueve de la noche. Los otros ganadores de la jornada han sido Los Verdes, que prácticamente han triplicado sus resultados de 2017 al obtener el 18,1% de los votos.
Los comicios suponen un toque de atención para Scholz, ya que se planteaban como una especie de examen a los primeros seis meses de su Gobierno de coalición con verdes y liberales. El propio canciller dio alas a esa lectura en clave nacional al implicarse intensamente en la campaña: participó en varios actos con el candidato, Thomas Kutschaty, e incluso apareció a su lado en algunos carteles electorales. Para los socialdemócratas, que hasta hace no mucho tenían en este land uno de sus mayores feudos electorales, la derrota es especialmente dolorosa porque han obtenido su peor resultado histórico. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial nunca habían bajado del 30% de votos en este Estado, el más rico y poblado de Alemania.
La de Renania del Norte-Westfalia es la cita electoral más importante del año. Estaban llamados a votar unos 13 millones de electores —de un total de 18 millones de habitantes—, prácticamente uno de cada cinco alemanes, en lo que se conoce como “elecciones federales en miniatura”.
La victoria de los democristianos da viento de cola a su líder federal, Friedrich Merz, que solo lleva unos meses en el cargo y necesitaba un buen resultado para reafirmar su liderazgo con vistas a la carrera de fondo hacia las próximas generales, en 2025. El resultado fortalece su posible candidatura a canciller. Supone también un chute de confianza para un partido que el año pasado perdió las elecciones generales después de 16 años de dominio conservador con Angela Merkel.
Si las negociaciones permiten que gobierne el partido más votado, el próximo ministro presidente de Renania del Norte-Westfalia será Hendrik Wüst, de 46 años y actualmente en el cargo. La joven promesa de la CDU apenas lleva medio año al frente del Gobierno de coalición con los liberales. Heredó el puesto del anterior presidente del partido, Armin Laschet, que se estrelló como candidato conservador a la cancillería. Pese a que no ha tenido demasiado tiempo para presentar resultados de gestión ante los ciudadanos, ha resultado suficiente para superar en ocho puntos al candidato del SPD, tampoco muy conocido pese a haber sido ministro de Justicia en el último Ejecutivo socialista.
Los liberales del FDP se han quedado, con el 5,6%, al borde de no superar el umbral del 5% que garantiza la entrada en el Parlamento regional. Su líder federal, Christian Lindner, ministro de Finanzas en el Ejecutivo de Scholz, calificó el resultado de “derrota desastrosa”. El partido ha perdido siete puntos respecto al porcentaje que obtuvo en 2017, según las proyecciones, que normalmente se desvían apenas unas décimas de los resultados definitivos que se conocerán mañana. Los ecos de la debacle en Renania también se escucharán en Berlín, donde se especula con que Lindner perderá todavía más influencia en el Gobierno en beneficio de Los Verdes.
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Como ocurrió con las generales de septiembre, la llave del Gobierno de Düsseldorf la van a tener los ecologistas. Casi con seguridad serán el socio menor de la próxima coalición. El partido está mejorando sus resultados en todas las elecciones regionales, en paralelo a los índices de aprobación que están cosechando sus ministros en Berlín. Robert Habeck, vicecanciller y ministro de Economía y Clima, y Annalena Baerbock, titular de Exteriores, son según las últimas encuestas los políticos más populares del país, por encima del canciller. Lindner, en cambio, es de los ministros peor valorados.
La formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) ha registrado un 5,6% de los apoyos, casi dos puntos menos que en 2017. Seguirá teniendo grupo propio en el Parlamento pero, como los liberales, se ha quedado al borde de no conseguirlo. La semana pasada, en las elecciones de Schleswig-Holstein, esta formación se quedó fuera por primera vez desde 2014 de un parlamento regional.
Con los resultados actuales, teóricamente hay tres posibles coaliciones: democristianos y socialdemócratas, democristianos y verdes, y también sería posible reeditar la coalición que gobierna en Berlín, el semáforo que forman socialdemócratas, verdes y liberales.
Estas elecciones son el primer gran examen al Gobierno de coalición que formó Scholz con los verdes y los liberales. La respuesta a la invasión rusa de Ucrania, la inflación desbocada y la crisis energética que ha desencadenado el esfuerzo de Alemania para sacudirse la dependencia de los hidrocarburos rusos han figurado entre los temas de la campaña, aunque en general se ha votado en clave regional. Hasta ahora las citas electorales de este año habían terminado en empate. El SPD ganó en el Sarre en marzo, pero la semana pasada se llevó un batacazo en Schleswig-Holstein, donde obtuvo el peor resultado de su historia y quedó por detrás de Los Verdes, en tercer lugar.
Las preocupaciones del día a día coparon los temas de la campaña. La CDU había prometido más policías, maestros y personal sanitario, mejorar las infraestructuras para que todos los municipios de más de 20.000 habitantes tengan buena conexión de tren o de autobús exprés y la exención de impuestos para la instalación de paneles solares. El SPD puso el foco en los puestos de trabajo, la vivienda asequible y la educación, e insistía en que Renania debe ser climáticamente neutral “pero sin desindustrializarse”.
Renania del Norte-Westfalia acoge una de las mayores concentraciones industriales de Europa a orillas de los ríos Rin y Ruhr. Durante décadas votó masivamente a los socialdemócratas, que gobernaron 45 de los 50 años anteriores a 2017, cuando la CDU de Angela Merkel ganó por sorpresa en este land emblema del auge y declive de la poderosa industria del carbón y el acero alemana.
El cierre de la mayoría de las minas de carbón en los años ochenta dejó un reguero de desempleo en la región e impulsó una reconversión forzada. Hoy, la actividad minera que hizo próspera la cuenca del Ruhr ha dado paso a otros sectores, como el financiero. Si fuera un país independiente, este land sería líder mundial en exportaciones, presume el Gobierno regional en su web oficial. En Renania tienen su sede 37 de las 100 mayores empresas alemanas, entre ellas la farmacéutica Bayer, en Leverkusen o Deutsche Telekom, en Bonn. La tasa de paro, sin embargo, es de las más altas de Alemania, del 6,6%, cuando la media del país está en el 5%.
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