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Los socialdemócratas ganan en Dinamarca y el bloque de la izquierda acaricia la mayoría absoluta

Los socialdemócratas ganan en Dinamarca y el bloque de la izquierda acaricia la mayoría absoluta

El Partido Socialdemócrata de la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, ha ganado holgadamente las elecciones parlamentarias de este martes, con el 27,6% de los sufragios y el bloque de partidos de izquierda acaricia la mayoría absoluta, con prácticamente la totalidad del voto escrutado. Los socialdemócratas, junto a sus aliados tradicionales, suman 87 escaños, muy cerca de los 90 necesarios para la mayoría absoluta, mientras que el bloque azul, encabezado por el Partido Liberal Danés, obtendría 72 actas de diputado. Los cuatro escaños reservados para los territorios autónomos de Groenlandia (aún sin asignar) e Islas Feroe, que los sondeos no encuadran por defecto en ningún bloque y que suelen beneficiar al de izquierdas, adquieren muchísima relevancia con un resultado tan apretado. La irrupción con fuerza de Los Moderados ( 9% de los sufragios), un nuevo partido que no se alinea con ninguno de los dos bloques tradicionales, podría alterar el escenario político tradicional en el país escandinavo.

Frederiksen, de 44 años, ha defendido en campaña que ante la delicada situación actual —crisis energética, inflación disparada y guerra en Ucrania— el país debe dejar atrás el tradicional sistema de bloques que ha funcionado durante más de cuatro décadas, y formar un Gobierno amplio que incluya a partidos de ambos lados. La propuesta fue descartada rápidamente por las principales formaciones de la derecha, pero el líder de Los Moderados, el ex primer ministro Lars Lokke Rasmussen, se ha mostrado a favor de esa posibilidad y ha dejado la puerta abierta a sumar fuerzas con Frederiksen. Los partidos del bloque rojo obtendrían cuatro escaños menos que los que tienen actualmente, aunque los socialdemócratas logran un resultado ligeramente mejor al de 2019.

La mandataria socialdemócrata ha estado muy presionada por la oposición estos dos últimos años por la orden ilegal que dio el Ejecutivo, en noviembre de 2020, de sacrificar a los millones de visones que había en granjas del país para evitar que se propagara una mutación del coronavirus, y que acabó con una importante industria en el país. El Partido Social Liberal, uno de los socios del Gobierno en minoría de Frederiksen, amenazó a la mandataria con una moción de censura si no convocaba elecciones después de que una comisión parlamentaria presentara un informe muy crítico con la gestión gubernamental durante la crisis de los visones. La estrategia del Partido Social Liberal de someter a Frederiksen al escrutinio de las urnas no parece haber dado buen resultado: obtendrán poco más del 3,5% de los sufragios, menos de la mitad que en las parlamentarias de 2019.

Con un resultado tan ajustado, los cuatro escaños reservados para representantes de Islas Feroe y Groenlandia —territorios autónomos del reino de Dinamarca situados en el Atlántico Norte—, pueden ser claves. En las Feroe, donde los comicios se celebraron el lunes para que no coincidieran con una festividad local, un candidato partidario de cada bloque ha resultado elegido. Las encuestas apuntan a que los dos escaños groenlandeses, que aún no han sido asignados, irán a fuerzas de izquierda, lo que llevaría al bloque rojo a alcanzar la cifra mágica de 90 escaños. Los diputados de los territorios de ultramar han sido decisivos en comicios anteriores, como en los de 1998, cuando el socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen obtuvo una inesperada victoria gracias al apoyo a última hora de un parlamentario feroés.

Irrupción de Los Moderados

El gran resultado obtenido por Los Moderados, que queda en tercer puesto, les sitúa en una posición privilegiada si finalmente Frederiksen trata de formar una coalición con partidos a ambos lados del centro político. Rasmussen, de 58 años y ex primer ministro durante dos periodos (2009-2011 y 2015-2019), es un hábil negociador con décadas de experiencia política que ha tratado de atraer al voto centrista. Militante liberal hasta el año pasado, ha preferido evitar pronunciarse sobre a qué candidato apoyará para ser primer ministro. Los Moderados, fundado hace solo cuatro meses, no tenían garantizada su representación parlamentaria a mediados de septiembre. Rasmussen fue de los primeros líderes políticos en comparecer —cuando el escrutinio y los sondeos a pie de urna apuntaban que el bloque de la izquierda no tenía ninguna opción de alcanzar la mayoría absoluta— y anunció que los moderados “tendrán que ser escuchados en el Parlamento”, además de instar a los principales partidos de la derecha —conservadores y liberales— a considerar la opción de formar una amplia coalición. Si los escaños de ultramar otorgan la mayoría absoluta al bloque de izquierda, la influencia de Rasmussen podría ser mucho menor que la que se preveía poco después del cierre de urnas.

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Hasta 12 partidos superarán la barrera del 2% y tendrán representación en el Folketing (Parlamento). En el bloque azul, los liberales se sitúan como primera fuerza con en el 13% de los apoyos, aunque muy por debajo del 23% obtenido en 2019 con Rasmussen como cabeza de lista. Tradicionalmente en Dinamarca, uno de los candidatos de cada bloque se postula para ser primer ministro varias semanas antes de los comicios. Sin embargo, en esta ocasión, tanto el liberal Jakob Ellemann-Jensen como el conservador Soren Pape Poulsen habían anunciado su intención de gobernar el país. El Partido Conservador, que a principios de septiembre se situaba en las encuestas por encima del 15%, obtendrá finalmente poco más del 5%, después de que la popularidad de Pape Poulsen se haya visto gravemente perjudicada por una serie de escándalos rocambolescos relacionados con su vida privada. En las últimas semanas, ha salido a la luz que su esposo, un ciudadano de República Dominicana, había mentido al asegurar que era judío y sobrino del expresidente dominicano Danilo Medina. El líder conservador anunció a finales de septiembre su intención de divorciarse.

División de los ultras

Los partidos de ultraderecha, que han ejercido una clara influencia en Dinamarca en las últimas décadas —principalmente en materia de inmigración—, suman más apoyos que en 2019, pero la fragmentación del voto les deja en una situación más débil que en anteriores comicios. El Partido Popular Danés, que llegó a obtener más del 20% de los sufragios en 2015, se derrumba al superar por poco la barrera del 2%. La debacle de los populares la aprovechan otros dos partidos extremistas. Demócratas de Dinamarca, formación creada en junio y liderada por Inger Stojberg, exministra de Integración condenada el año pasado por separar ilegalmente a parejas de refugiados, irrumpe en el Parlamento con el 8% de los apoyos, un resultado ligeramente mejor que el pronosticado por las últimas encuestas y los sondeos a pie de urna. Nueva Derecha, una formación eurófoba y de corte neoliberal, prácticamente duplica los sufragios cosechados en 2019 hasta el 4%.

La campaña electoral en este país de casi seis millones de habitantes ha estado dominada por la inflación, la sanidad y el cambio climático. La seguridad también ha sido un asunto prioritario, sobre todo en relación a los sabotajes de los gasoductos Nord Stream, muy cerca de las costas danesas. Las políticas de inmigración, tema estrella de los comicios durante décadas, han sido claramente un asunto menor en un país con algunas de las leyes más restrictivas de toda Europa. Todos los principales partidos han secundado los planes del Ejecutivo socialdemócrata de enviar a solicitantes de asilo a Ruanda mientras se tramitan sus peticiones.

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