Los talibanes quieren reanudar los vuelos comerciales desde Kabul a partir del 31 de agosto


Los talibanes insisten en recuperar el control del aeropuerto de Kabul para el 31 de agosto y anuncian la reanudación de los vuelos comerciales a partir de esa fecha. Así se lo ha trasmitido el jefe adjunto de su oficina política en Qatar, Sher M. Abbas Stanikzai, al embajador alemán en ese país del Golfo, Markus Potzel, según un portavoz talibán. Los islamistas afganos han pedido ayuda a Turquía para gestionar el aeródromo. Aún se desconoce su respuesta.

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Suhail Shahin, miembro de la delegación talibán en Doha (Qatar) y portavoz para medios internacionales, informaba este miércoles en su cuenta de Twitter que Stanikzai y Potzel trataron de “asuntos políticos y de la situación en el aeropuerto de Kabul”. El representante talibán ha reiterado que las tropas extranjeras deben abandonar el aeródromo en el plazo previsto. “Abrirá el camino para la reanudación de los vuelos civiles”, asegura.

El embajador alemán también confirmó la reunión con Stanikzai. “Me aseguró que los afganos que posean documentos válidos seguirán teniendo la posibilidad de viajar en vuelos comerciales después del 31 de agosto”, tuiteó. El martes, los talibanes, que llevaban días pidiendo a los afganos que no fueran al aeropuerto, anunciaron que iban a impedir su acceso.

La medida suscitó preocupación al no quedar claro si afectaba solo a aquellos sin la documentación adecuada, o también a quienes disponen de salvoconductos para viajar a EE UU y otros países de acogida. Además, los afganos están denunciando las crecientes dificultades e incluso el maltrato que encuentran en los controles que la milicia ha instalado en las vías de acceso al aeródromo.

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Los talibanes han expresado su malestar por la fuga de cerebros que se está produciendo y han pedido a Washington que no la fomente. Pero muchos afganos tienen miedo de ser objeto de represalias por haber trabajado con embajadas o ejércitos occidentales y desconfían de la amnistía anunciada por los islamistas.

Los vuelos civiles se interrumpieron el domingo 15 cuando Estados Unidos tomó el control del aeropuerto internacional Hamid Karzai para sacar del país a sus ciudadanos, aliados y colaboradores, ante la entrada de los talibanes en Kabul. Desde entonces, decenas de miles de afganos que desean escapar se concentran en el exterior del recinto, dificultando las tareas de evacuación. Las estampidas y los tiroteos han causado una veintena de muertos en medio de una creciente tensión.

Como muchos profesionales han huido o se han escondido, no está claro si los talibanes disponen de personal cualificado para operar el aeropuerto. A principios del verano, Turquía, que en el marco de la OTAN gestionaba la parte militar del aeródromo, se ofreció para ocuparse de la operación civil. Luego, descartó esa posibilidad ante la forma en que se precipitaron los acontecimientos. No obstante, dejó la puerta abierta a “proveer seguridad y apoyo técnico” si se lo pedían los talibanes.

Según la agencia de noticias Reuters, esa petición se ha producido y Ankara sopesa la respuesta. Se trata de una decisión difícil dada la enorme multitud de afganos dispuestos a permanecer en los alrededores del recinto hasta que se les permita subir a un avión. Pero también resulta arriesgado para los militares turcos. Incluso con los parabienes del nuevo poder afgano, existe la amenaza de atentados de la rama local del Estado Islámico, un grupo extremista que rivaliza con los talibanes.

Mientras, prosigue con lentitud el proceso de formación del nuevo Gobierno. Según la agencia Pajhwok, los islamistas ya han designado a los ministros (en funciones) de Interior y Finanzas, así como al nuevo jefe de los servicios secretos y al gobernador de Kabul. Pero en la calle prevalece el desconcierto y la preocupación por el desplome de la moneda local, el afgani, que está poniendo los precios por las nubes. Los propios talibanes lo reconocen. “Es urgente que se forme un equipo asesor de economistas para hacer frente a la recesión y restablecer el crédito bancario, a fin de eliminar las barreras existentes a la economía”, tuiteaba Abdulsalam Zaeef, quien como embajador en Pakistán se convirtió en la cara del anterior régimen talibán.

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