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Los ultras de Trump: “Sacaremos a Joe Biden, de una forma u otra”


El Tribunal Supremo rechazó el viernes una demanda impulsada por el fiscal general de Texas para anular los resultados electorales de cuatro Estados clave en la derrota del presidente estadounidense, Donald Trump, —Georgia, Míchigan, Pensilvania y Wisconsin— y dejó prácticamente muerta la cruzada legal puesta en marcha por este para revertir los comicios agitando el fantasma de un fraude. La resolución se suma a la del pasado martes, que también rechazó un intento republicano en Pensilvania en la misma dirección, y deja claro que la más alta autoridad judicial del país, de mayoría conservadora, no participará en la insólita campaña del mandatario para intentar permanecer en la Casa Blanca.

La ofensiva del presidente deja secuelas en el sistema. Numerosos altos cargos y miembros del Partido Republicano sí han sido compañeros de viaje en más de medio centenar de iniciativas judiciales, todas y cada una de ellas fracasadas. Y más de la mitad de sus votantes, según varios sondeos, creen que Joe Biden ha ganado de forma ilegítima, pese a no haberse hallado prueba alguna de ello. Esta última demanda de Texas ha resultado una de las más desconcertantes, impulsada por el fiscal general, Ken Paxton, directamente ante el Supremo con el fin de anular el escrutinio de otros cuatro territorios ajenos.

Además del apoyo del propio presidente, el intento de Texas contaba con el respaldo de un centenar de republicanos en el Congreso y más de una docena de fiscales de Estados del mismo color político. Paxton alegaba ante el alto tribunal que el demócrata Joe Biden había ganado gracias a “papeletas ilegales” en dichos territorios, un fraude propiciado, afirmaba, por una flexibilización de las normas de voto anticipado y por correo (que un gran número de Estados ha impulsado por la pandemia). En esta línea, pedía que fueran las cámaras legislativas de esos Estados las que otorgasen el voto final.

Dos de los nueve jueces del Supremo, Samuel A. Alito y Clarence Thomas, opinaron que el tribunal no tiene autoridad para simplemente rechazar la demanda presentada por un Estado, una posición que han defendido en el pasado con relación a otros casos, pero también advirtieron de que no hubiesen satisfecho los deseos del fiscal de Texas, que consistía dejar sin efecto el escrutinio en esos cuatro territorios. Así, ningún miembro de la más alta autoridad judicial del país, con una mayoría conservadora de 6 a 3 —y tres de ellos, además, elegidos por Donald Trump—, ha apoyado la tesis del presidente.

Este reaccionó de forma airada en su cuenta de Twitter. “El Tribunal Supremo nos ha decepcionado de veras. ¡No tiene ni sabiduría ni coraje”, escribió. Tras el fallecimiento de la juez progresista Ruth Bader Ginsburg, el pasado septiembre, el mandatario aceleró el nombramiento de una sustituta conservadora y ya dijo abiertamente lo importante que era mantener en nueve el número de magistrados de cara a una posible contienda legal sobre las elecciones.

Trump ha lanzado acusaciones infundadas de fraude a lo largo de toda la campaña, asegurando que el importante aumento del voto por correo era campo abonado para las irregularidades. En cuanto se intuyó perdedor, ya en la noche electoral, avanzó que llevaría los resultados a la justicia. Con el escrutinio definitivo, Biden es ganador claro de los comicios, con seis millones de votos de ventaja sobre Trump, y después de haber recuperado para los demócratas esos territorios que el republicano ha reclamado para sí en múltiples pleitos: Wisconsin, Pensilvania, Míchigan, Arizona y Georgia.

Sin embargo, ningún juez, independientemente de su color político, ni su propio Departamento de Justicia han hallado rastro de una tropelía en las urnas que tenga entidad para alterar ese resultado. Aún queda algún fleco legal pendiente, pero el Supremo ha dejado herida de muerte la batalla de Trump. El lunes, el Colegio Electoral dará los votos definitivos al demócrata. Los estadounidenses eligen a su presidente de modo indirecto: sus papeletas sirven para designar a unos compromisarios que son los que confirmarán la victoria de Biden. Este logró 306 de los 538 votos electorales en juego (hacen falta 270 para ganar), frente a los 232 de Trump. El 6 de enero, el Congreso debe contar esos votos; y el 20, Biden tomará posesión del cargo.

Quedan días de ira y cuchillos. Donald Trump no tiene previsto admitir la derrota. El viernes por la noche, reaccionó de forma airada en su cuenta de Twitter. “El Tribunal Supremo nos ha decepcionado de veras. ¡No tiene ni sabiduría ni coraje”, escribió. “El Supremo ha tenido cero interés en la esencia del mayor fraude electoral perpetrado jamás en los Estados Unidos de América”, continuó este sábado, mientras volvió a arrogarse la victoria con lo que él llama “votos legales”.

El presidente cargó contra los gobernadores republicanos de los Estados de Georgia y Arizona, Brian Kemp y Doug Ducery, respectivamente, por haber defendido la integridad de su sistema electoral y no haber colaborado en su ofensiva. “¿Quién es peor gobernador?”, preguntó en las redes sociales. “Me han atacado a mí y al Partido Republicano con más dureza que a ningún demócrata. Han permitido que me roben Estados que gané. ¡Votad para echarlos del cargo!”, animó el presidente a sus seguidores.

Mientras, el Partido Republicano de Texas emitió un comunicado en el que, poco más o menos, llamaba a la secesión. Consideraba lo ocurrido una afrenta a la Constitución y, por tanto, consideraba que quizá los Estados que sí respetan ese marco deberían “unirse y formar una Unión de Estado”. Sus seguidores más fieles tampoco abandonarán la batalla. Este sábado, miles de ellos se manifestaron de nuevo en Washington para protestar contra ese supuesto fraude y pedir a su líder que no ceda y siga luchando por mantenerse en el poder.

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