No ha sorprendido a nadie, porque llevaban meses esgrimiendo la amenaza. Pero el anuncio de bloqueo institucional en Irlanda del Norte que ha hecho este lunes el líder del Partido Democrático Unionista (DUP, en sus siglas en inglés), Jeffrey Donaldson, abre un largo periodo de inestabilidad. Y rebaja cualquier expectativa de cambio, después de la histórica victoria de los republicanos del Sinn Féin en las elecciones autonómicas del jueves. Donaldson ha dejado claro al ministro británico para Irlanda del Norte, Brandon Lewis, que su formación —el partido unionista con mayor número de votos en los comicios y segundo en apoyos después del Sinn Féin— se niega a nombrar ministros. No permitirá, por tanto, que se constituya un nuevo Ejecutivo conjunto, hasta que el Gobierno de Boris Johnson no modifique sustancialmente los términos del Protocolo de Irlanda firmado con Bruselas, que sirvió para dar luz verde al Brexit.
“Hasta que el Gobierno del Reino Unido no tome medidas sustanciales respecto al protocolo, no nombraremos ministros”, ha dicho Donaldson. “Queremos instituciones estables, formar parte del Ejecutivo y cumplir con el mandato otorgado por los votantes norirlandeses, pero también debemos ser claros respecto al impacto dañino que el protocolo sigue teniendo sobre Irlanda del Norte. Ha aumentado el coste de la vida, ha dañado la economía y ha perjudicado la capacidad de nuestras empresas para negociar con nuestro mayor mercado [el del Reino Unido]”, justificaba el líder del DUP. “Y ha socavado fundamentalmente la estabilidad política, al acabar con el principio de consenso”.
El DUP no ha sufrido finalmente la debacle electoral que, durante la campaña, pronosticaron las encuestas. Ha logrado 25 escaños, tres menos de los que tenía. Pero el hecho de haber perdido la primera posición y de que, por primera vez en la historia de Irlanda del Norte, el Sinn Féin haya sido el partido más votado, tiene un simbolismo difícil de digerir para los unionistas.
El Protocolo de Irlanda firmado entre Londres y Bruselas mantiene a Irlanda del Norte, territorio británico, dentro del mercado interior comunitario europeo y establece nuevos controles aduaneros en el mar de Irlanda. Fue una solución arduamente negociada para evitar que se alzara una nueva frontera dentro de la isla que provocara, una vez más, la sensación de una Irlanda partida. Los unionistas, sin embargo, consideraron desde el principio de las negociaciones que ese diseño era una traición del Gobierno de Johnson, que, en su empeño por sacar adelante el Brexit, había alejado más a la comunidad protestante norirlandesa del hogar común británico.
“Como demócratas, tanto el DUP como el Gobierno británico deben aceptar y respetar el resultado de estas elecciones”, ha dicho este lunes Michelle O´Neill, la candidata del Sinn Féin que ha logrado la histórica victoria. Según lo establecido en el Acuerdo de Paz de Viernes Santo de 1998 —que llevó la paz a una región atormentada por décadas de violencia sectaria—, el partido más votado en Irlanda del Norte designa al Ministro Principal del Ejecutivo Autónomo. La segunda formación en número de apoyos nombra al Viceministro Principal. En la práctica, el poder de ambos puestos es el mismo. Las decisiones deben tomarse conjuntamente en una estructura de gobierno que fue diseñada para que protestantes y católicos estuvieran condenados a entenderse.
El resultado, sin embargo, ha sido una sucesión de bloqueos mutuos constantes que han hecho que en alguna ocasión el Gobierno de Londres tuviera que suspender la autonomía y tomar las riendas. “No toleraremos un cálculo político en el que Irlanda del Norte acabe siendo el daño colateral de un juego de órdagos con la Comisión Europea”, ha dicho O´Neill. “La responsabilidad de buscar una solución al protocolo reside en Johnson y en la UE. Pero no se equivoquen: ni nosotros ni nuestra comunidad empresarial seremos rehenes de esta situación”, advertía la candidata del Sinn Féin.
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La comunidad empresarial norirlandesa quiere reformas prácticas del Protocolo, para acabar con las fricciones comerciales y aduaneras inesperadas que ha provocado en los últimos meses. Pero no quiere suprimir un acuerdo internacional que ofrece a Irlanda del Norte lo mejor de los dos mundos, al permanecer dentro del Reino Unido, pero disfrutar del acceso al mercado interior comunitario. De hecho, la UE ha ofrecido en el último año una reducción de hasta el 80% de los controles aduaneros, sanitarios y fitosanitarios que impuso el Protocolo en un principio. “El Reino Unido debe rebajar el tono de su retórica, ser honesto respecto al protocolo que firmó e intentar buscar soluciones dentro de su marco”, ha dicho Maros Sefcovic, el vicepresidente de la Comisión Europea, y principal negociador con el Gobierno británico en todo lo que tenga que ver con el Brexit.
El Gobierno de Irlanda, consciente de los problemas que acarrearía un incremento de la tensión entre Londres y Bruselas, también ha acusado este lunes al Gobierno de Johnson de ser poco flexible. “Creo que la valoración que hace el Ejecutivo británico sobre la posición de la UE no es justa”, ha dicho Michael Martin, el primer ministro irlandés, a la emisora pública RTE. “La Unión Europea ha demostrado flexibilidad durante todo este tiempo, y no ha sido correspondida”.
Durante las últimas semanas, el Gobierno de Johnson y el entorno de la ministra británica de Exteriores, Liz Truss, han vuelto a alimentar la idea de invocar unilateralmente el artículo 16 del Protocolo, que permite la suspensión de sus disposiciones, e incluso la aprobación de medidas legislativas que concederían a los ministros la prerrogativa de contravenir o ignorar el contenido del acuerdo internacional sellado con Bruselas. La inestabilidad surgida después de la victoria del Sinn Féin ha vuelto a resucitar el fantasma de una guerra comercial entre el Reino Unido y la UE, con el telón de fondo de Irlanda del Norte.
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