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Luis Suárez, el toque del líder


Las piernas de Llorente y el reinado de Luis Suárez en el área le dieron al Atlético para conservar el liderato en Vitoria. Lo tuvo perdido cuando a falta de cinco minutos y con el Alavés en inferioridad por la expulsión de Laguardia, Felipe marcaba en propia meta. Lo rescató el gobierno que cualquier nueve que se precie debe tener del segundo palo. Y allí estaba Suárez para remachar un centro de João Félix, de nuevo suplente. Como líder, para el equipo de Simeone la victoria fue una de esas que se elogian. De partidos como este se dice que ganan ligas, pero muchos seguidos suelen destilar un momento de bajón. Desde la derrota en el derbi, el líder ha perdido brillantez, aunque no eficacia para sumar de tres en tres.

El Atlético salió con ese trazo menos brillante de los últimos partidos. Aireando un problema que había desaparecido desde la derrota en Múnich y que había sido una de las constantes en los peores momentos de pasadas temporadas. Si no se discute que el equipo tiene pegada con Luis Suárez y que sus números defensivos son los mejores del campeonato, el centro del campo y los centrocampistas son el problema. Y más cuando se convierten en máquinas repetidoras de perder balones. Ha perdido finura el equipo de Simeone en las últimas semanas. Le cuesta que la pelota fluya y el Alavés vivió sin grandes complicaciones durante casi todo el primer acto. Machín rebajó su once renunciando a Lucas Pérez y Joselu arriba, a Luis Rioja en la izquierda del ataque y a Ximo Navarro y a Duarte en los laterales. De un plumazo, la mayoría de las grandes amenazas individuales que podía encontrarse el Atlético se calentaban con mantas en la grada.

Dio la impresión de que el técnico del Alavés pretendió un partido largo que le permitiera ir sumando esos efectivos con el paso de los minutos. El plan le estaba saliendo. Los futbolistas de Simeone apenas habían amenazado en el inicio del encuentro con un disparo de Carrasco, en una de las pocas jugadas en las que le funcionó el jugar por dentro para luego entrar por afuera. Lemar ni engarzaba ni marcaba diferencias, lo mismo que Correa. Koke tampoco le encontraba el punto ni al pase ni al partido. Y João Félix estaba en el banquillo. Cada una de sus suplencias genera zozobra y dudas sobres si responden a una rotación o a que el técnico aún no le ve como el jugador definitivo del proyecto. En Anoeta (0-2), Simeone recalcó que el equipo ganó sin el concurso del luso.

Diego Simeone, durante el partido. En vídeo, declaraciones de los entrenadores tras el encuentro.

Vivía sin sobresalto el Alavés ante la planicie del líder. Hasta que una mala entrega al borde del descanso chafó todo el trabajo de control que había impuesto. El gol reflejó el poderío de Marcos Llorente como solucionador de partidos. Su equipo no ligaba dos pases cuando corrió una contra a la que le lanzó Luis Suárez. En la cabalgada tuvo que aguantar un agarrón cuando iba camino de perfilarse para soltar el zurdazo desde la frontal que hizo carambola con el tacón de Laguardia. En la cuestión del gol, el físico de Llorente está por encima del juego de su equipo. Es un caballo desbocado cuando conduce para enfilar el área.

La reanudación sí deparó al menos ese tic que se ha hecho más común en este Atlético. No jugó mucho, pero no se metió atrás. Se envalentonó para jugar más en campo contrario y la expulsión de Laguardia parecía que le entregaba el partido definitivamente. Como ni Carrasco ni Luis Suárez aprovecharon otras dos concesiones del Alavés, el Atlético se encontró con el empate. Un desajuste en un saque de banda propició una carrera de Joselu. El centro raso de este lo remató como un nueve Felipe contra Oblak.

Con cinco minutos por jugarse, al Atlético le picó el orgullo del liderato. Saúl, que había entrado poco antes que João Félix, le filtró un pase al portugués, que puso el pase tenso y raso y por allí apareció el rey del segundo palo para preservar el primer puesto.


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