El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue autorizado por primera vez a abandonar la celda en la que está preso desde abril de 2018 para participar por poco menos de dos horas en el sepelio de su nieto de 7 años, que murió el viernes por una meningitis.
El exmandatario, que purga en la ciudad de Curitiba dos condenas por corrupción y lavado de dinero, llegó al cementerio en que se realizó la ceremonia fúnebre hacia las 11:10 hora local y se despidió de sus familiares a las 12:58, antes de abordar el coche policial en que inició el viaje de regreso.
El exjefe de Estado, que recibió el apoyo de decenas de seguidores que lo esperaban en la puerta del cementerio, participó en el velorio, en donde conversó con familiares y aliados políticos, y después acompañó a algunos parientes a una ceremonia más íntima en la sala de cremación.
Tanto al llegar al cementerio como al abandonarlo, el exlíder sindical saludó desde lejos con sus brazos a los cerca de 300 simpatizantes que lo acompañaron y que, además de mensajes de apoyo, gritaron consignas como “Lula libre”, que se ha hecho famosa desde que el presidente más carismático en la historia de Brasil fue encarcelado, o “Lula, guerrero del pueblo brasileño”.
Sin poder acercarse al histórico líder izquierdista y evitando protagonizar un acto político más explícito por recomendación del Partido de los Trabajadores (PT), los manifestantes aplaudieron, gritaron consignas políticas y pronunciaron una oración de forma simultánea con las personas que estaban dentro del cementerio.
El exgobernante abandonó el cementerio Jardín de la Colina, en Sao Bernardo do Campo, uno de los municipios de la región metropolitana de Sao Paulo, escoltado por agentes de la Policía Federal y en medio de un intenso dispositivo de seguridad.
Lula tiene previsto regresar en la tarde de este mismo sábado a su celda en Curitiba.
El expresidente, que vestía un traje oscuro y sin corbata, se encontró en el cementerio con correligionarios como su ahijada política y sucesora en la Presidencia, Dilma Rousseff, así como el exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad, que fue el candidato derrotado por el ultraderechista Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de octubre pasado.
A la ceremonia fúnebre acudieron los principales dirigentes del PT, la formación que Lula ayudó a fundar en 1980 y que gobernó Brasil por 13 años entre 2003 y 2016.
Arthur Araujo Lula da Silva, uno de los seis nietos del expresidente, murió el viernes en un hospital de Sao Paulo en el que fue ingresado por una meningitis meningocócica.
La muerte del nieto de Lula se produjo un mes después de que falleciera el hermano mayor del expresidente, víctima de un tipo raro de cáncer que afectó a sus vasos sanguíneos.
Lula quería acudir al entierro de su hermano pero la Justicia tan solo le autorizó una reunión familiar cuando el cuerpo de Genival Inácio da Silva, conocido como Vavá, ya había sido sepultado, por lo que rechazó el permiso y decidió permanecer en su celda.
La petición para acudir al entierro fue denegada entonces después de que la Policía Federal argumentara problemas logísticos para su traslado y para garantizar su seguridad en medio del sepelio.
Lula fue encarcelado en abril del año pasado tras haber sido condenado por un tribunal de segunda instancia a 12 años de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero en un caso vinculado al escándalo por los desvíos de la petrolera estatal Petobras.
El mes pasado fue condenado por segunda vez por corrupción, a 12 años y 11 meses de cárcel, acusado de haberse beneficiado de las reformas millonarias que tres constructoras realizaron en una casa de campo que había sido cedida a su familia para descansar.
En total, el expresidente acumula ocho causas en la Justicia, incluidas las dos por las que fue condenado, todas ellas vinculadas con diferentes asuntos de corrupción.