Un grupo de investigadores estadounidenses ha revelado que la ciudadela sagrada de Machu Picchu, el sitio arqueológico más visitado de Perú, se estableció dos décadas antes de lo que se pensaba, hacia 1420. El hallazgo confirma lo apuntado por un equipo de arqueólogos peruanos que el año pasado reportó dicha fecha basándose en pruebas de radiocarbono sobre restos de cenizas y semillas de la ciudadela, reivindicó este miércoles el arqueólogo José Bastante Abuhadba, jefe del Parque Arqueológico y Santuario Histórico ubicado en Cusco, al sur del país.
Machu Picchu fue el centro político, administrativo y religioso de los Andes y de los incas, “pero fungiría como una capital de esos espacios y de la gran zona de Vilcabamba, construida en un lugar neurálgico de interacción de la Amazonía”, describe el funcionario peruano.
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El diario The Guardian informó este miércoles de los hallazgos de un equipo dirigido por el profesor de la Universidad de Yale, Richard Burger, quien señaló que los resultados de métodos modernos de medición de radiocarbono “sugieren que la discusión del desarrollo del imperio inca basado solo en los registros coloniales requiere una revisión”.
Dado que los documentos coloniales no brindan suficiente información y el sistema de registro de información prehispánico basado en un sistema de nudos, los quipus, no eran interpretables por los europeos que llegaron en el siglo XVI al territorio americano, Burger usó un espectómetro de masas con aceleradores para fechar 26 restos humanos de Machu Picchu. La investigación del equipo dirigido por Burger fue publicada en la revista Antiquity, y sugiere que la ciudadela sagrada de Machu Picchu fue usada continuamente ente 1420 y 1530, esta última fecha coincide con la conquista española del Imperio del Tahuantinsuyo, indica The Guardian.
“Con respecto a los fechados de los colegas norteamericanos, estamos contentos que sus resultados sean bastante similares a los nuestros: lo más temprano que habíamos obtenido para el caso de la construcción inca de Machu Picchu era 1420”, sostiene el funcionario peruano, que publicó la investigación con su equipo en una revista de la Universidad de Arizona el año pasado.
El jefe del Parque Arqueológico de Machu Picchu explica que el equipo de Burger hizo la medición a muestras que proceden de cuevas funerarias, “de los individuos que fueron recuperados por la expedición de Hiram Bingham”, el estadounidense a quien se le atribuye el descubrimiento de la ciudadela inca entre 1911 y 1912. “Hicieron la medición a restos antes de devolver los materiales arqueológicos y óseos a Perú”, añadió Bastante. Entre 2011 y 2012, el Gobierno peruano logró repatriar de la Universidad de Yale más de 4.800 piezas de la colección de Bingham, que en 2019 fueron declaradas patrimonio cultural de la nación. Dichas piezas están bajo custodia de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco.
Bastante señala que el área total de la ciudadela sagrada comprende 37.000 hectáreas, de las que solo diez son visitables al llegar. “No solo está la llacta (ciudadela en quechua), hay 60 monumentos arqueológicos en el parque Machu Picchu y las investigaciones interdisciplinarias son permanentes, trabajamos de manera ininterrumpida. En el conjunto arqueológico de Choquesusuy, ubicada en el área, hemos fechado restos del año 1380. Igual, se requiere mucho más fechados, obviamente controlados y corregidos,”, añade.
Más visitantes nacionales
Bastante añadió que desde noviembre, cuando Machu Picchu reabrió después del cierre por la epidemia, hasta el 31 de julio último han recibido casi 150.000 visitantes. La novedad es que se ha invertido la proporción de visitantes: “ahora el 70% son nacionales y el 30% extranjeros”, precisó. El mes con mayor cantidad de turistas fue julio, con 51.868 personas.
El jefe del Parque Arqueológico califica como sumamente interesante dicha inversión en la proporción de visitantes nacionales por primera vez en la historia de Machu Picchu. “Es un referente de nuestra identidad, del turismo a nivel nacional y de Sudamérica pero los peruanos estamos en la obligación y el derecho de visitar de manera ordenada Machu Picchu y contribuir con su conservación. Debe haber el respeto que se tiene que tener cuando uno va a un lugar sagrado de cualquier religión”, afirmó.
“Es un sitio sagrado por las montañas, por la transformación del paisaje por parte de los incas, la densidad de templos en el lugar y porque no era un lugar de vivienda masiva, sino restringido a quienes ejercían el poder. Si hiciéramos el paralelo con un lugar sagrado cristiano-católico: los visitantes no se suben a las bancas en una catedral, ni gritan, ni se quitan la ropa”, añade Bastante.
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