Macron acelera la rehabilitación internacional del saudí Bin Salmán pese a las críticas de las ONG de derechos humanos

Macron acelera la rehabilitación internacional del saudí Bin Salmán pese a las críticas de las ONG de derechos humanos

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Apenas serán un par de horas en total discreción y en el marco de una “cena de trabajo”, nivel relativamente bajo en la escala del protocolo. Aun así, la decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de recibir este jueves en el Elíseo al príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán (MBS) ha sido duramente criticada por las organizaciones de derechos humanos, que denuncian el gesto como un paso definitivo hacia la rehabilitación política del principal señalado por el brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018. Mientras varias ONG presentaban este mismo jueves en París una demanda ante la justicia gala contra el controvertido dirigente saudí, el Gobierno del país que se jacta de ser el origen de los derechos humanos justificaba una decisión geoestratégica en momentos que Europa busca diversificar y asegurar su aprovisionamiento energético para contrarrestar el cierre del gas ruso en el pulso del Kremlin por la guerra de Ucrania.

“Hay que ser vigilante en materia de derechos humanos y libertades, y ese será un mensaje que el presidente transmitirá a Bin Salmán esta noche. Pero Arabia Saudí es un socio, tenemos problemas geopolíticos de aprovisionamiento y creo que es importante tener este tipo de intercambios sin renunciar a nuestros objetivos y valores, especialmente sobre el respeto de los derechos humanos”, declaró unas horas antes de la cita la primera ministra, Élisabeth Borne, a la emisora Franceinfo.

La brutal muerte del columnista del The Washington Post en el consulado saudí de Estambul en 2018 convirtió a MBS en un paria internacional. La guerra de Ucrania y la consiguiente necesidad de Occidente de diversificar y garantizar sus fuentes de energía ante el cierre del grifo del gas ruso han acelerado visiblemente una rehabilitación política que ya había comenzado tímidamente a finales del año pasado: el propio Macron se encontró con él en Riad en diciembre, convirtiéndose en el primer dirigente occidental que celebraba un cara a cara con el príncipe saudí desde que fuera condenado al ostracismo diplomático. El proceso se ha consolidado ahora con la entrevista de MBS con el presidente estadounidense, Joe Biden, a mediados de mes en Yeda y la gira europea estos días del saudí, que llegó a París la noche del miércoles tras una primera escala en Grecia.

En Atenas, MBS selló un acuerdo para tender un cable de datos submarino que conecte Europa con Asia y exploró con las autoridades griegas, incluido el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, la posibilidad de conectar las redes eléctricas de ambos países para suministrar más energía a Europa. El miércoles, se discutieron y firmaron múltiples acuerdos en sectores como defensa, agricultura y transporte marítimo.

“Hablar con todos los países del Golfo es una necesidad absoluta”, defendió también este jueves Aurore Bergé, presidenta del partido de Macron, Renaissance, en la Asamblea Nacional.

“Príncipe asesino”, según Amnistía Internacional

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Con todo, a nadie se le escapa el giro drástico que suponen los gestos hacia el saudí, muy criticados por organizaciones de derechos humanos y la oposición política. “La rehabilitación del príncipe asesino será justificada en Francia y en Estados Unidos con argumentos de realpolitik. Pero en realidad es el mercadeo lo que predomina, no nos engañemos”, critica la secretaria general de Amnistía Internacional y antigua relatora de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, Agnes Callamard, que recibió amenazas de Riad por investigar el asesinato de Khashoggi.

“Parece que MBS puede contar con Macron para rehabilitarse en la escena internacional pese a la muerte atroz del periodista Kamal Khashoggi, la represión implacable de las autoridades saudíes contra toda crítica o los crímenes de guerra en Yemen”, coincidía la directora en Francia de Human Rights Watch (HRW), Benedicte Jeannerod. Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha reclamado por su parte que Macron “intervenga ante MBS para que sean liberados los 27 periodistas detenidos actualmente en Arabia Saudí”.

Aprovechando la presencia del heredero saudí en la capital francesa, varias ONG, entre ellas DAWN (Democracy for the Arab World Now), creada por el propio Khashoggi poco antes de su muerte, han presentado este jueves una demanda contra el heredero saudí ante la justicia gala, que reconoce la justicia universal ante casos de tortura y desapariciones forzadas. Junto con la suiza Trial International y la estadounidense Open Society Justice Initiative, argumentan que MBS es “cómplice de la tortura y desaparición forzada de Khashoggi” y que Bin Salmán “no tiene inmunidad porque como príncipe heredero o es jefe de Estado”.

“Las autoridades francesas deberían abrir de inmediato una investigación criminal contra Bin Salmán”, exigió la directora ejecutiva de DAWN, Sarah Leah Whitson. “Como parte de la Convención de la ONU contra la Tortura y las Desapariciones Forzadas, Francia está obligada a investigar a un sospechoso como Bin Salmán si está presente en territorio francés”, agregó en un comunicado.

Este panorama ha obligado al Gobierno de Macron a limitar el máximo su exposición con el heredero saudí. Habrá una cena, sí, pero con total discreción. Hasta el punto que recuerda aquel famoso “comes y te vas” que hace 20 años el entonces presidente mexicano, Vicente Fox, dijo a Fidel Castro durante una cumbre de las Américas para evitar que el líder cubano se cruzara con el estadounidense George W. Bush.

La diferencia es que aquel incidente provocó entonces la mayor crisis bilateral entre México y Cuba, mientras que la cena de este jueves en París busca todo lo contrario: estrechar los lazos con los países ricos en fuentes de energía. Algo que ya llevó a Macron a recibir, en los pasados días, a otros dignatarios de currículum en materia de derechos humanos más que dudoso, pero claves en la diversificación energética: el presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed Al Nahyan, y, días después, el egipcio Abdel Fattah al Sisi.

El viaje de Bin Salmán a Europa se produce menos de dos semanas después de que Biden se encontrara con el príncipe heredero, durante la primera gira del líder estadounidense por Oriente Próximo. La visita de Biden también levantó fuertes críticas, porque durante la campaña de 2020 prometió convertir al reino del desierto en un paria internacional por el caso Khashoggi. El presidente de EE UU aseguró que fue “franco y directo” al hablar sobre Khashoggi con Bin Salmán.

En aquella ocasión, uno de los principales temas en la agenda también fue la energía y la posibilidad de que Arabia Saudí aumente el suministro de petróleo para calmar unos precios que se han disparado en los últimos meses. Sin embargo, existen dudas sobre si el reino del desierto cuenta con una capacidad de producción adicional significativa, y en cualquier caso Riad ha mantenido en todo momento su compromiso a coordinarse con el bloque exportador de la OPEP+, del que también es miembro Rusia. En este sentido, no se esperan anuncios bilaterales sobre posibles aumentos de suministro, y las esperanzas de Occidente están depositadas en la reunión que celebrará la OPEP+ el 3 de agosto.

La rehabilitación del régimen saudí en Occidente también llega después de que Bin Salmán acelerara antes de la visita de Biden su actividad diplomática en Oriente Próximo, con paradas destacadas en Egipto y Turquía, con quien ya ha restablecido lazos después de que su relación se viera afectada por el asesinato de Khashoggi. El objetivo de Bin Salmán, según señalan medios locales, era afianzar su liderazgo y alianzas regionales para consolidarse ante Europa, y sobre todo Estados Unidos, como un socio clave en la zona.

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