Francia dice haber confirmado sus mayores temores sobre el impacto medioambiental negativo, especialmente en materia de deforestación, del acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur pendiente aún de ratificación. Por eso, el Gobierno de Emmanuel Macron ha anunciado este viernes que mantiene su oposición, adelantada hace un año, al tratado tal como está y dijo que quiere renegociar, primero con los socios europeos y luego con los latinoamericanos, garantías para que el pacto esté a la altura de las demandas sanitarias y, sobre todo, del Acuerdo de París.
Tras recibir las “preocupantes conclusiones” del informe encargado el verano pasado a una comisión de expertos independientes sobre el impacto del acuerdo, “el Gobierno ha concluido que esos elementos refuerzan la posición de Francia de oponerse al proyecto de acuerdo de asociación tal como está”, señala un comunicado de la oficina del primer ministro galo, Jean Castex, en el que se lamenta el “nivel de ambición insuficiente” del acuerdo en materia medioambiental.
“El proyecto de acuerdo no contiene ninguna disposición que permita disciplinar las prácticas de los países del Mercosur en materia de lucha contra la deforestación. Es la principal carencia de este acuerdo y esa es la razón principal que hace que, en el estado actual, las autoridades francesas se opongan al proyecto de acuerdo”, agregaron fuentes gubernamentales citadas por la Agencia France Presse. El propio Castex ha declarado, en un mensaje en las redes sociales, que oponerse al pacto en estas condiciones es un acto de “coherencia con los compromisos medioambientales” de Francia y de Europa.
Según France Presse, que dice haber tenido acceso a las 184 páginas del informe sobre el asunto, los expertos concluyen que “el acuerdo representa una oportunidad desperdiciada para la UE de utilizar su poder de negociación para obtener garantías sólidas que respondan” a las expectativas “ambientales, sanitarias y (…) sociales de sus conciudadanos”.
Concretamente, estima que la deforestación en el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) podría “acelerarse un 5% anual” debido a la superficie adicional de pastoreo que sería necesaria para cubrir el aumento de producción de carne bovina destinada a la UE (entre un 2% y un 4%).
Cifra además en “entre 4,7 y 6,8 millones de toneladas equivalentes de CO₂” el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero que generaría el acuerdo y pone en duda que las “ganancias económicas” compensen “los costes climáticos”.
Para París, hay que trabajar en tres aspectos clave. Por un lado, un acuerdo con el Mercosur “no puede, en ningún caso, implicar un aumento de la deforestación”. Además, las políticas públicas de los miembros de Mercosur deben estar “plenamente conformes con sus compromisos con el Acuerdo de París”. Finalmente, señala Matignon, sede del primer ministro, los productos agroalimentarios importados que se beneficien de un acceso preferencial al mercado europeo “deben respetar las normas sanitarias y medioambientales de la UE”.
Antes de “retomar” el proceso hacia un acuerdo entre la UE y el Mercosur, el Gobierno francés quiere trabajar con sus socios europeos en la elaboración de “propuestas concretas” en estas materias.
Las reticencias galas al acuerdo con el Mercosur provocaron el año pasado fuertes tensiones entre el presidente Macron y su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro. Sin embargo, París no es la única capital que ve con suspicacia el acuerdo. Dos parlamentos, el austriaco y el holandés, lo han rechazado ya en su estado actual. El mes pasado además, la canciller alemana, Angela Merkel, también manifestó “serias dudas” respecto al tratado.