Uno de los resultados más tangibles de la cumbre informal que la UE ha celebrado este viernes en Praga, que por definición no toma decisiones, es que Emmanuel Macron y Pedro Sánchez han acercado posiciones sobre el gasoducto MidCat, que hasta ahora Francia rechazaba de manera tajante. Macron entró en la cumbre el jueves con un nuevo jarro de agua fría ante los periodistas. Pero después, durante el encuentro, Sánchez sacó el asunto y reclamó que se trate como una cuestión europea, y no bilateral entre Francia y España, y recibió el respaldo de varios líderes, en especial del alemán, Olaf Scholz, uno de los más interesados porque así su país podría recibir el gas que a veces le sobra a España por su gran capacidad de regasificación ―el 30% del total europeo― y del portugués, António Costa, también muy interesado por su posición geográfica.
Cuando parecía que la resistencia de Macron era invencible, el presidente español y el francés hablaron personalmente durante la cumbre y pactaron una reunión extraordinaria en París sobre este asunto, a la que irá también Costa. La resistencia de Francia sigue siendo evidente, y Macron no lo ocultó en su rueda de prensa final, pero el hecho de que se haya pactado una cumbre específica en París, que se concretará en los próximos días ―en cualquier caso antes del Consejo Europeo del 20 y 21 de octubre― indica, según interpreta la delegación española, que hay movimiento y que puede haber avances de ese encuentro, porque nadie convoca una cita de este tipo para chocar frontalmente.
Sánchez y Macron charlan hoy, en presencia del presidente chipriota, Nicos Anastasiades, al inicio de la sesión de apertura de la cumbre de Praga. LUDOVIC MARIN (AFP)
Fue Macron el que anunció la cita; Sánchez se había reservado la noticia para pactar la comunicación con los franceses. “En unos días veré a los primeros ministros Sánchez y Costa en París, y vamos a encontrar acuerdos muy pragmáticos entre los tres. Es así como vamos a hacer las cosas, y lo vamos a hacer bien. A la europea”, sentenció Macron, que ofrecía su rueda de prensa en una sala contigua a la de Sánchez.
Cuando la prensa informó al presidente español de que el francés había realizado el anuncio, Sánchez se rio: “Ah, ya lo ha dicho. Estaba esperando porque queríamos hacer una comunicación conjunta. Pero sí, habrá una reunión en París con el presidente Macron, Costa y yo para hablar de las interconexiones gasísticas, de hidrógeno y eléctricas. Si demuestra algo esta reunión es la voluntad del Gobierno francés por encontrar una solución que también responda a sus demandas domésticas, que todos respetamos”, afirmó.
Macron niega un desacuerdo con España
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Macron negó que haya “desacuerdo” entre Francia y Alemania en materia del Midcat —que el canciller alemán, Olaf Scholz, ha apoyado en reiteradas ocasiones de manera explícita, la última y de forma vehemente en A Coruña el miércoles, en la cumbre hispanoalemana— y defendió una vez más su planteamiento de la necesidad y conveniencia de este gasoducto, frente a las dudas planteadas por el impacto ambiental del proyecto. Decir que hay que diversificar rápido el gas “es verdad en los hechos, pero hay que pensar si construir un gasoducto en medio de los Pirineos, en espacios protegidos, es la mejor manera de hacerlo”, dijo Macron, que subrayó que su objetivo es “ser coherente con la agenda climática” francesa.
Mientras, Sánchez se mostró convencido de que “de una manera u otra, antes que después” habrá un acuerdo sobre la construcción del gasoducto Midcat “que logre casar todas las sensibilidades y preocupaciones que tiene Francia”. El Gobierno español es consciente de las resistencias que hay en Francia, pero espera poder pactar una solución en París. “Estoy convencido de que vamos a poder lograr con un buen amigo y aliado, como es el Gobierno francés, un buen acuerdo”, remató Sánchez, que insistió en que Europa “llega tarde” a las interconexiones pese a que estas se aprobaron como un compromiso hace años.
Lo cierto es que España sigue siendo una isla energética. Y ahora que tiene mucha capacidad de regasificación —y podría ayudar a socios que se lo piden como Alemania— no lo logra porque fallan las infraestructuras que, además, la UE está dispuesta a financiar.
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