Katya Santiago Ruiz es una madre joven que exige justicia desde hace 4 años tras sobrevivir a un ataque armado en Oaxaca; la justicia todavía es lejana en su vida y vive en una lucha constante por conquistar su sueño, que es trabajar en un ambiente laboral inclusivo ante la discapacidad que le dejó la inseguridad en el estado.
Todos los días se empeña en ser ejemplo para su pequeño hijo, Danilo, de 6 años de edad.
Katya tiene 27 años, es de origen zapoteca, originaria de Unión Hidalgo; para ella, la celebración del Día de las Madres adquiere mayor significado al ser una mujer de retos, que busca salir adelante.
El 20 de mayo 2019 cuando tenía 23 años, mientras platicaba con un grupo de jóvenes, hombres armados les dispararon y seis personas resultaron muertas, ella fue la sobreviviente.
Las balas atravesaron su cuerpo y desde entonces ser valiente es su principal escudo.
“Yo no puedo caminar, no tengo intestino grueso y parte del delgado, vivo en constante terapia y esto que les cuento no es para que me tengan lástima o me discriminen, como ha ocurrido; sino para recibir comprensión y acompañamiento”.
Katya dijo que como otras madres de familia tiene metas y sueños y está en camino de alcanzarlos con ayuda de personas que la han acompañado desde que ocurrió el suceso.
Su red de apoyo está integrada por su familia, su mamá, sus dos hermanas y su papá, quien falleció hace un año pero ella dice que sigue sintiendo su apoyo.
“Mis padres y hermanas siempre han estado conmigo, mi hijo por ejemplo dice que ahora tiene cuatro mamás y aunque para él el proceso de ver a su mamá en silla de ruedas no es sencillo, pero me comprende, está consciente y eso es motivador para mí y después de derramar muchas lagrimas, hoy ya puedo sonreír porque mi motor principal es mi hijo”.
La vida le cambió, dice que sus amigos cercanos se fueron después del ataque pero llegaron otros, y uno de ellos la apadrinó con la Fundación Altia, donde conoció al grupo “Vida Independiente” en el que aprendió a ser autosuficiente, y entender con la ayuda de psiquiatras, su discapacidad.
Katya aprendió a disfrutar la vida de otro modo, viaja sola, ha recorrido la Capital de Oaxaca, Ciudad de México, Yucatán, Tabasco y otras ciudades sola; eso ha sido posible gracias al grupo de Vida Independiente en el que otras personas con discapacidad trabajan con su condición para adaptarse en autonomía.
En el Istmo no existe la inclusión laboral para personas con discapacidad
Como mujer de retos, Katya está lista para cumplir el próximo y será trabajar en un empleo fuera de Oaxaca donde la inclusión será el principal valor, por eso sólo espera festejar al lado de su mamá, hermanas e hijo el “Día de las madres”, y posteriormente emprenderá el vuelo.
“Estudié la licenciatura en español y como tal me sé desenvolver pero ninguna empresa me quiso contratar, finalmente laboré en el ayuntamiento municipal y hace una semana renuncié, y buscaré mejorar mi vida laboral en otro sitio y eso es motivo de alegría, porque mis sueños ya se están cumpliendo”.
Katia dijo que no hay condiciones de movilidad en los espacios públicos; no hay rampas ni adecuaciones pero se las ingenia y para su traslado conoció a Raymundo, un joven mototaxista que desde hace un par de años la lleva a diversos destinos, por ejemplo para esta entrevista que fue en una cafetería del pueblo.
Reconoce que la discapacidad genera muchos gastos, desde la alimentación que debe ser balanceada y nutritiva, los gastos médicos de su Ileostomía, sus terapias, que han sido costeadas por su familia porque de las autoridades no han podido garantizar que como víctima reciba una reparación del daño justa o sea atendida.
En Oaxaca, de acuerdo con el Censo INEGI 2020, viven un total de 824 mil 598 personas con alguna discapacidad o limitación, de los cuales, 273 mil 876 son personas con discapacidad, de los cuales, el 52.7 por ciento son mujeres como Katya que usan una silla de ruedas en su vida diaria.
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