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¿Madrid se ha llenado de turistas franceses? La estadística oficial dice que no

Un pasajero camina por el aeropuerto de Barajas, en Madrid, el 3 de febrero.Emilio Naranjo / EFE

En las últimas semanas Madrid ha estado en el ojo del huracán al convertirse en el destino al que huyen los franceses para irse de juerga, en ocasiones con reuniones ilegales. Una especie de lugar sin ley para los que buscan una escapatoria ante las duras restricciones en su país contra el coronavirus: en la capital española encuentran libertad, hostelería abierta y la posibilidad de ir de fiesta, a pesar de la covid. Sin embargo, los datos de enero publicados por el INE niegan la mayor: los franceses viajaron a España por ocio, sí, pero no a Madrid especialmente. Los destinos preferidos fueron Cataluña y Comunidad Valenciana (un tercio del total entre las dos), mientras que la Comunidad de Madrid solo acogió al 5,5% de los arribados para hacer turismo.

En concreto, durante el primer mes del año llegaron a España 117.625 turistas franceses: 72.513 solo por ocio y turismo, según recoge la estadística Frontur. De estos, 13.565 fueron a Cataluña —a pesar de las duras restricciones impuestas por el Govern y el cierre de la restauración—, 11.116 a la Comunidad Valenciana, 8.416 a Canarias, 6.847 al País Vasco, 6.390 a Castilla y León, 5.647 a Andalucía… Y solo después, como séptima opción, se encuentra la Comunidad de Madrid, a donde viajaron por ocio 4.022 franceses.

Así, aunque todavía se desconocen las cifras de febrero y no se concreta la edad de los viajeros a cada destino, los datos no sustentan las historias de una nueva movida madrileña de franceses de bar en bar y de fiesta en fiesta clandestina. En caso de que esto haya ocurrido, las posibilidades son mayores en lugares de Cataluña o Comunidad Valenciana, por ejemplo, que han triplicado el número de viajeros del país galo. Pero es que incluso han preferido antes que Madrid regiones menos turísticas como el País Vasco o Castilla y León, en parte por sus destinos fuera de las grandes urbes, lejos de los focos y cerca de la naturaleza. Eso sí, tampoco se puede caer en la generalización: no todos los franceses que han llegado a España buscaban ir de farra.

Esta idea de Madrid como lugar de fiesta de los residentes en Francia ha llegado incluso al debate político, en el que se acusa a la Comunidad de permitir estos desmanes con sus medidas más laxas para controlar la tercera ola de contagios de la covid en contraste con las duras restricciones de otras autonomías o la propia Francia desde hace meses. Especialmente con los bares y restaurantes del país vecino cerrados a cal y canto y con el toque de queda en vigor, se especulaba con la tentación de muchos jóvenes de fugarse temporalmente a la capital de España en busca de algo parecido al turismo de borrachera. Una sospecha que marida perfectamente con algunas imágenes de fiestas desmanteladas por la policía en las que participaba algún ciudadano francés.

La mayoría, sin PCR obligatoria

Sin embargo, las cifras de cómo se distribuyen los turistas que siguen llegando a España por ocio no corroboran la idea de que Madrid sea el epicentro del desfase en tiempos de coronavirus. Tampoco si se analiza la caída de visitantes por autonomías, ya que la Comunidad es la que más viajeros galos perdió (-90%), muy por encima de la media en el conjunto del país (-79%). Entre las que menos turistas franceses han perdido este enero destacan Baleares (-51%) y la Comunidad Valenciana (-72%).

Todo esto, aunque pueda resultar contradictorio, ocurría mientras la mayoría de comunidades autónomas españolas estaban cerradas perimetralmente. Es decir, no permitían la llegada de personas de otras regiones si no era por trabajo o por una causa justificada, pero sí los viajes de extranjeros. ¿El motivo? Las restricciones a la movilidad tras el verano no las impone el Gobierno central, que delegó esta capacidad a las autonomías. Y estas pueden evitar movimientos entre territorios, pero no prohibir el acceso a viajeros europeos. En ese caso, tendría que ser España la que notificase el cierre de fronteras, un extremo que no se ha producido a excepción de la restricción de los viajes no imprescindibles desde el Reino Unido —vigente desde el 21 de diciembre— y de terceros países de fuera de la UE.

Con este espacio abierto para el ocio de los europeos, pese a todo, había ciertas restricciones. Por ejemplo, los turistas que llegasen por avión o barco al país tenían que presentar una PCR negativa. Lo mismo que para movimientos desde la Península a Canarias, por ejemplo. Sin embargo, este requisito esconde algunos matices que ha permitido a la mayoría de franceses que llegaron por turismo saltárselos a la torera: los que viajasen por carretera no estaban obligados a presentar una PCR ni ningún otro test que certificase estar libre de la covid.

De hecho, de los 72.513 viajeros del país galo que llegaron a España por ocio, tres de cada cuatro lo hicieron por carretera (54.361 personas). Y en su reparto por autonomías, destacan las más cercanas a la frontera: a Cataluña llegaron en coche 11.048 viajeros, a la Comunidad Valenciana 9.202 y al País Vasco 6.847. Incluso Castilla y León (6.111) y Andalucía (4.604) recibieron más viajeros del país vecino por carretera que la Comunidad de Madrid (1.340). Es decir, reciben más turistas galos y con menos control sanitario que la capital, aunque sea esta la que está en el foco de las fiestas ilegales.


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