Después de una serie de irregularidades por parte del Consejo Nacional Electoral, es incierto si las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024 le otorgaron a Nicolás Maduro el cargo que anhelaba: Presidente de la República electo por tercera vez. Pero los comicios ciertamente le concedieron un rol con el que pasará a la historia: vocero principal de sus violaciones a los Derechos Humanos.
Aunque la fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) investiga al Estado Venezuela desde 2021 por posibles crímenes de lesa humanidad –cometidos principalmente durante las protestas de 2014, 2017 y 2019–, la narrativa de la administración de Maduro ha estado orientada a desestimar esos señalamientos, incluso han ejercido recursos de apelación ante el máximo tribunal internacional para detener el proceso.
En 2019, en otro intento por quitarse la etiqueta de violador de derechos humanos y recurriendo a su habitual estrategia negacionista, Maduro afirmó que “en Venezuela no hay prisioneros por su pensamiento político”. Pero esa postura quedó atrás. Así lo demuestra el propio discurso del mandatario antes, durante y después de las disputadas elecciones del 28J de 2024. En los días previos a los comicios había dado señales en su narrativa, cuando amenazó con un “baño de sangre” en caso de que la oposición resultará vencedora.
El Nicolás Maduro que despertó el 29 de julio, un día después de las elecciones, ha sido más directo y abierto en su mensaje represivo. No ha tenido reparo en decir que ha encarcelado a más de 1.200 personas por protestar contra su Gobierno. Y Agregó: “…vamos por 1.000 (personas) más”, como si se tratara de una meta a cumplir. Además, advirtió que estos detenidos por manifestar serán llevados a cárceles de máxima seguridad, como Tocuyito y Tocorón, que hasta septiembre de 2023 fue la cuna y el bunker del temido Tren de Aragua, declarado como organización criminal transnacional por Estados Unidos.
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El Maduro post-elecciones también admite abiertamente, en televisión nacional, que ordenó que los opositores que fuesen enviados a cárceles de máxima seguridad serán “reeducados” y confiesa, entre risas, que espera que hagan trabajo forzozo (“construir carreteras”). Luego sube el video, con subtítulos amarillos y con un fondo de música de película de terror, a sus redes sociales para que no quede duda alguna.
Al cuarto día de haber iniciado las protestas, el político mostró orgulloso, en cadena nacional y frente a corresponsales internacionales, a detenidos en el marco de las protestas contra su gobierno vistiendo un uniforme azul, en formación militar y la cabeza rapada gritando “Chávez vive, la lucha sigue”.
Además, Maduro también ha utilizado sus redes sociales para dejar registro de su narrativa y sus acciones represivas. La noche del 31 de julio, publicó en su cuenta de X @NicolasMaduro un video donde saluda y escucha los reportes de un contingente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) apostado en la parroquia El Valle, uno de los sectores populares donde se hicieron protestas contra el resultado anunciado por el CNE, que lo da como ganador de las elecciones.
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El video cierra con Maduro diciéndole a los uniformados que cuenta con ellos y confesando que está en combate. Finalmente todos, junto a él, levantan el puño con el grito: “traidores nunca, leales siempre”. A la GNB se le señala como el cuerpo de seguridad responsable de la muerte de dos manifestantes.
Rafael Uzcátegui, defensor de Derechos Humanos y director de la organización Laboratorio de Paz, ha hecho un seguimiento de las acciones del mandatario y dijo en la red social X que “El gobierno de Nicolás Maduro ha derogado las garantías constitucionales por la vía de los hechos. Esto hay que subrayarlo claramente. No lo hace formalmente para que no lo acusen de estar enfrentando un ‘Caracazo’ 2”.
Como parte de una narrativa también marcada por la desinformación, Maduro –que ya se asumió como vocero de su propia represión ante Venezuela y el mundo–, aún muestra destellos de su antigua naturaleza negacionista. Ha dicho que los más de 20 manifestantes asesinados en los días siguientes a las elecciones son actores, y que la sangre derramada sobre las calles de Venezuela es, en realidad, salsa de tomate. El Fiscal General de la República, Tarek William Saab, ha avalado estas acusaciones sin chistar, aunque luego de una verificación minuciosa se pudo determinar que la persona con el apodo de “Pimpina”, cuya muerte se intentó negar, sí había fallecido en el contexto de las protestas, según confirmaron sus familiares.
El Fiscal también añadió que las detenciones masivas “depuran los núcleos sociales donde la gente convive” y presenta un video en el cual un hombre joven, detenido, pide perdón por “ser el creador de un video de TikTok donde ofende al Presidente”.
“Nunca como antes un gobierno acusado de delitos como la humanidad deja registro incriminatorio en audio y video. Aumentando el expediente en la Corte Penal Internacional”, dijo Rafael Uzcátegui en X. En menos de una semana Maduro ha tomado de facto otros cargos: Fiscal General, juez en materias civil y penal, constitucionalista, experto en informática forense y, finalmente, violador de Derechos Humanos.
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