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Magdalena Szuszkiewicz: “Tenemos que luchar contra que más de la mitad de los alimentos que compramos termine en la basura”

Magdalena Szuszkiewicz, gerente para España de la empresa emergente Gorillas.
Magdalena Szuszkiewicz, gerente para España de la empresa emergente Gorillas.

Las plataformas se han convertido en dueñas de la economía. Transporte, movilidad, redes sociales, finanzas… Y ya hasta las compras de alimentación, las del supermercado de toda la vida. Aunque con una salvedad. Estos supermercados no cuentan con clientes físicos. Solo los trabajadores pisan los almacenes. Son los denominados súper fantasma. Desde hace un par de años, estas empresas emergentes (startups) dominan webs y móviles con propuestas de entregas ultrarrápidas, inferiores a 10 minutos. La alemana Gorillas es el ejemplo a seguir. En apenas cuatro meses alcanzó el hito de unicornio —tecnológica emergente valorada por encima de los 1.000 millones de dólares— y, ahora, casi un año después de su nacimiento, campa a sus anchas por numerosos países.

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En España desembarcó a mitad del pasado mes de junio. Tiempo suficiente para abrir su aplicación a usuarios de Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Marbella, Málaga y Palma de Mallorca. Como explica por videollamada su gerente para España, Magdalena Szuszkiewicz (Drawsko Pomorskie, Polonia; de 33 años), nunca antes se habían expandido tan rápidamente en un mismo país. “Es un récord para nosotros”, asegura. La sencillez tecnológica de su propuesta —un proceso de pedidos y entregas automatizados y una app sin grandes alardes— y las vacaciones estivales tienen parte de culpa. “Hemos aprovechado estas fechas para ampliar las zonas de entrega a lugares de veraneo. Esperamos tener una cobertura total en grandes ciudades, como Bilbao o Zaragoza, entre septiembre y octubre”.

La sostenibilidad aparece constantemente en el discurso de Szuszkiewicz. Es consciente de que para un sector como el agroalimentario, en el que su organización juega el papel de repartidor y de fomentar un consumo más ecológico y local —”a los usuarios les preocupa el medio ambiente y la procedencia de los productos”, añade—, el desperdicio de alimentos no tiene cabida. Con su modelo ultrarrápido, al menos así lo cree, se combate tal problema. Cada persona compra bajo demanda, en función de lo que necesita en ese momento. “Tenemos que luchar contra que más de la mitad de los alimentos que compramos termine en la basura. Algo que sucede casi siempre cuando hacemos compras semanales, quincenales y mensuales”, sostiene.

Durante buena parte de su alegato en defensa del medio ambiente apela al comercio de proximidad. Reitera constantemente que los acuerdos con productores locales, tiendas minoristas y familiares, de alimentos frescos —”en España más de la mitad de los pedidos los integran estos productos”, apunta— crecen y crecen dentro de Gorillas. Una tendencia que sumada a la de unos repartidores que solo distribuyen en bicicleta eléctrica integran el modelo verde que aspira exportar a otras empresas emergentes. “Estamos ante un objetivo muy ambicioso. Hablamos de un cambio de mentalidad, de un comportamiento social arraigado desde hace mucho tiempo y que una sola empresa no va a ser suficiente para corregirlo, precisa.

No pretende abrir una guerra con establecimientos más clásicos, pero no comprende que, sin dar ni un nombre, la gran mayoría tarde más de 24 horas en entregar los pedidos. Su modelo de negocio, tal y como detalla, se divide en tres minutos para preparar en el almacén los productos del envío y otros siete u ocho para llevarlos al domicilio (el usuario paga 1,80 en gastos de envío). Un formato que no ha parado de generar competencia. Glovo lleva un par de años apostando por los supermercados fantasma, pero, en lo que va de año, Block y Dija se han sumado a la moda.

Laboratorio español

España sirve también como laboratorio de pruebas. Describe Szuszkiewicz que con las recetas pretenden dinamizar la aplicación, aunque todavía están en período de pruebas. Aparte de las típicas categorías de alimentos, han incorporado un apartado de recetas diarias. Si alguna nos gusta, aparte de aprender a cocinarla, al clicar sobre ella llevaremos directamente a la cesta de la compra todos los productos necesarios. Una manera de tener a mano un menú sin necesidad de pensar qué preparar. “Incluso estamos buscando gente en redes con quienes promocionar este formato de comida sana y típica española”, resume.

El otro aspecto que quiere dinamizar es el de la analítica de datos. En menos de un año, Gorillas no ha parado de amasar información sobre sus usuarios. Y ahora falta sacarle provecho de verdad. Szuszkiewicz tiene en mente Amazon y su motor de recomendaciones a la hora de comprar. Le gustaría ajustar los pedidos en la app con esta capacidad de recomendación de los algoritmos. Ni siquiera hay nada en beta. Por el momento se encuentra en el cajón de desarrollo. “Lo ideal sería que si detectamos que eres vegano, solo te ofrezcamos este tipo de alimentos. O si cruzamos tus compras habituales con la de usuarios similares, que recomendemos productos específicos”, zanja.

El éxito ha llegado sin avisar, con cierta sorpresa. A Szuszkiewicz le cuesta valorar qué ha llevado a Gorillas a convertirse en unicornio europeo en tiempo récord. La inversión ha sido capital, pero rehúye fiar toda la expansión al dinero. “Cometemos errores, pero aprendemos y nos ajustamos. Hemos llegado hasta aquí en solo 10 meses. En este tiempo no hemos parado de aprender. Este modelo funciona, pero nos toca ir más allá, como con nuestro compromiso con la sostenibilidad”, argumenta.

Con la idea de crecer sin ganarse la antipatía de nadie, Szuszkiewicz reconoce que, cuando llegan a un barrio nuevo, dan descuentos especiales a los vecinos en sus compras en la aplicación. “Así nos presentamos ante ellos”, comenta. Para nada quiere que los comparen con las denominadas cocinas fantasma o dark kitchens —establecimientos usados solo para cocinar pedidos a domicilio—, que tan mala reputación se han ganado en infinidad de ciudades tras dispararse su presencia durante la pandemia. “La idea es que los riders estén dentro de los supermercados, que tengan su espacio para no hacer ruido en la calle. Se trata de no molestar a nadie. Hasta hemos insonorizado los locales por si acaso”, concluye Szuszkiewicz.

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