Malestar en Alemania por la vacunación en Múnich de empleados de un hotel llegados desde Italia

El ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn, durante la presentación del pasaporte covid digital, la semana pasada en Berlín.
El ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn, durante la presentación del pasaporte covid digital, la semana pasada en Berlín.ANDREAS GORA / POOL / EFE

¿Desde cuándo existe un mercado libre de vacunas en la Unión Europea? La pregunta se escucha estos días en los medios alemanes después de conocerse que un complejo hotelero de lujo de Cerdeña (Italia) pagó el viaje en avión de su centenar de empleados a Múnich, la capital de Baviera, para que fueran vacunados allí. La respuesta es que no existe, no es legal, pero ha sucedido. Y nada menos que en “la estricta Alemania”, como la llama el programa de la televisión pública italiana RAI3 que destapó el caso el 30 de mayo. El gerente del complejo Forte Village aparece contando que, ante la lentitud de la sanidad pública italiana, su empresa había decidido contratar la vacunación en Alemania para crear “un entorno protector” para sus huéspedes este verano.

El caso amenaza con crearle un nuevo problema al ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn, porque el médico muniqués que pinchó las vacunas ha dicho que el viaje lo organizó alguien del Gobierno federal y ha sugerido que el motivo es que “pasan sus vacaciones allí”.

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Que una empresa extranjera pueda acceder a 100 dosis de BioNTech-Pfizer previo pago en Alemania ha sentado muy mal en un país que todavía tiene a la mitad de su población esperando la primera inmunización y cuyo sistema de vacunación ha sido caótico y arbitrario desde que en abril se permitiera a las consultas privadas de los médicos decidir quién recibe las dosis. La falta de control ha derivado en un coladero por el que se han vacunado antes jóvenes sanos que enfermos o mayores de 60 años. Varios políticos de la oposición, así como el presidente de Baviera, Markus Söder, del partido hermano de la CDU de Angela Merkel, han criticado lo sucedido en Múnich y se preguntan cómo ha podido suceder. Muchas cuestiones siguen en el aire: ¿Quién autorizó que se vacunara a personas que no residen en Alemania ni tienen seguro médico alemán? ¿El contrato incluía, además del viaje, el coste de las dosis? Y la más importante: ¿De dónde salieron las vacunas?

Fue el propio resort el que alertó a los periodistas al anunciar en una nota de prensa que había vacunado a todo su personal para prepararse para la temporada de verano. En el programa de la RAI el gerente lo cuenta como si fuera lo más normal: “Cogimos el vuelo en Cagliari a las nueve de la mañana. A las once estábamos en Baviera. A las doce y media habíamos terminado. En el intermedio esperamos con cerveza bávara y a las cinco volvimos a Cagliari con nuestro certificado de vacunación”. El programa entrevistó también al médico alemán encargado de los pinchazos, Udo Beckenbauer, un internista muy conocido en Múnich con consulta privada en el centro de la ciudad. “Fue una situación excepcional, no es común”, reconoce. La periodista que le entrevista le pregunta entonces si cualquier empresa podría contratar con él una vacunación de extranjeros: “Si les registro como mis pacientes, sí”. Beckenbauer aseguraba en su web –deshabilitada y “en mantenimiento” desde el lunes- que tiene como clientes a grandes multinacionales.

Un ministro cuestionado

Las dudas sobre lo ocurrido se suman a los problemas que ya arrastra Spahn, cuestionado por otro escándalo aún sin aclarar del todo: el supuesto intento de colocar millones de mascarillas de calidad cuestionada que había comprado su ministerio entre personas desfavorecidas: sin hogar, discapacitados y perceptores de la renta mínima. La oposición estudia cómo investigar el caso, si mediante una comisión de investigación en el Bundestag o encargándoselo al Tribunal de Cuentas. El despliegue de los centros de test gratuitos, sin control y aprovechado por algunos empresarios para estafar al Estado, también está pendiente de ser analizado. El SPD y los Verdes, en plena precampaña, atizan a Spahn con ambas cuestiones en cuanto tienen ocasión.

El escándalo de la vacunación creció en intensidad después de que este domingo el programa emitiera una segunda parte de la entrevista y Beckenbauer asegurara que en la organización del viaje de los trabajadores italianos había participado el Gobierno alemán. “No sé por qué. Me pidieron que pusiera las vacunas”, añadió ante la sorpresa de la periodista. “Por alguna razón estaba permitido”, continuó. Los empleados del centro de vacaciones italiano prácticamente no tuvieron que salir del aeropuerto. Se les puso la vacuna en un hotel situado entre las terminales 1 y 2, el Hilton Munich Airport. Ocurrió el 21 de mayo, más de dos semanas antes de que las autoridades levantaran la priorización y permitieran a todos los mayores de 12 años pedir una cita para vacunarse. La periodista preguntó varias veces por qué había ayudado el Gobierno alemán a una empresa privada. “Porque van allí de vacaciones”, dijo el médico. “En el aeropuerto había muchos médicos; era algo organizado”, añadió Beckenbauer. “Confusión sobre el papel del Gobierno federal”, titulaba este lunes el Süddeutsche Zeitung, el primer medio alemán en contar la historia.

El Ministerio de Sanidad ha negado haber participado en la organización de ese viaje. También asegura no saber nada ni mucho menos haberlo autorizado el departamento de Sanidad de Baviera, el Estado federado donde ocurrió la vacunación irregular. Pero ni uno ni otro aclaran de dónde salieron las vacunas ni si están indagando para exigir responsabilidades. El Gobierno de Baviera no respondió a la petición de información de EL PAÍS acerca del estado de la investigación. El lunes, Beckenbauer reculó a través de su abogado, Thomas Pfister, que calificó de “inexactas” las declaraciones de su cliente. “El Ministerio de Sanidad y el señor Spahn no han tenido nada que ver”, añadió en declaraciones al Süddeutsche Zeitung, que le preguntó si había recibido alguna llamada desde Berlín para cambiar su relato. El médico muniqués hizo esas afirmaciones “por una exagerada necesidad de reconocimiento y cierta ingenuidad en el trato con los medios”, según su abogado.


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