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Las plataformas han reducido el uso de una frase hecha tan popular como misteriosa, el “no ponen nada en la tele”. ¿Cómo que no hay nada, si hay personas diminutas moviéndose? En la tele siempre ponen algo y se enciende fundamentalmente cuando no hay nada que hacer. En nuestro mundo ambivalente todos trabajamos sin resuello, pero al mismo tiempo rogamos que alguien nos haga de varita de zahorí para saber qué ver esta noche, este fin de semana, porque necesitamos llenar ese tiempo libre con algo, lo que sea, pero por favor que en esencia sea algo que nos dé igual y que al mismo tiempo nos permita intervenir en todas las conversaciones. Nadie le obliga a “ver series”, ya sean estas Hostal Royal Manzanares o Gambito de dama.
Precisamente quería hablar de Hostal Royal Manzanares. Un amigo me dijo hace tiempo que no pensaba ver nada nuevo, que a él le bastaba con el archivo de RTVE. Se enganchó de nuevo al Un, dos, tres… Y, con el corazón en la mano y sin nostalgia, sigue siendo una gran programa. La locura de poder ganar bien un apartamento en Benidorm, bien un camión de bombillas fundidas está a la altura de personajes como La Bombi o Don Cicuta. Los archivos de RTVE sirven para mucho más que para hacer refritos con bromas pochas sobre las pintas de la basca. Uno puede desmitificar La clave (también, a veces, se levantaban la voz unos a otros) mientras se disfruta de los debates. Se puede revisitar La bola de cristal y ver que lo que merecía la pena ahí eran las series. Se puede ver Cañas y barro porque hay gente “pa tó”, y se puede también disentir sobre las apreciaciones de este artículo. Nadie le impone la pasividad. Usted elige qué ve, qué quiere conocer o aprender. Y si nada de la tele le interesa siempre puede apagarla y leer un libro. Incluso puede hablar con alguien o no hacer nada en absoluto. El mando lo tiene usted.
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