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Margarita del Val: “A veces he sido un poco coñazo”


“Pensé que era mi responsabilidad, que era un reto que debía aceptar. Para el viernes antes de confinarnos yo ya estaba pringada”, recuerda la viróloga Margarita del Val dos años después de que todo estallara. Marga, como la conocen en su entorno, entró a partir de ese momento en las casas españolas para hacernos sentir “más seguros dentro de la incertidumbre” de la pandemia de covid. Su imagen se polarizó, como todo en esta crisis, y mientras unos veneraban sus consejos, otros maldecían sus advertencias. Ahora, tras un máster maratoniano de comunicación de riesgos, Del Val (Madrid, 62 años) sigue al frente de la plataforma de Salud Global del CSIC, la más grande de la mayor institución científica española. Y reconoce entre risas que no va a echar de menos a los medios cuando todo se calme, después de dos años presente en todos los informativos del país.

Pregunta. ¿Cuál es su opinión sobre los periodistas tras dos años de relación intensa?

Respuesta. Mucho mejor, claramente. Si conocerse es amarse, chico [ríe]. Y los científicos también hemos mejorado, ahora estamos más abiertos y menos recelosos. Nos habéis transmitido preguntas que os hacíais porque percibís de una manera mucho más sensible las inquietudes de la sociedad. Hemos perdido el recelo a que nos pongan un titular sensacionalista porque en proporción han sido pocos. Leía: “Margarita del Val dice algo espantoso que nos va a pasar” y yo pensaba “¿he dicho esta semana algo espantoso?”. Me lo leía y pensaba “caramba, cómo está sacado de quicio”. He tenido muchos más titulares sensacionalistas que nunca en toda mi vida junta, y me siguen molestando, pero ha sido una minoría. La seriedad con la que se nos ha recibido a los científicos yo la he apreciado muchísimo. Ahora tenemos que hacer que quede.

Una vez tuve que llamar a un científico que conocía y decirle: “Perdona, igual nos han tergiversado”

P. ¿Y la relación con otros científicos que opinaban en los medios?

R. Una vez tuve que llamar a uno que conocía y decirle: “Perdona, igual nos han tergiversado”. Porque nos enfrentaban a los dos. Pero en general no he necesitado aclararlo, hemos percibido que las distintas opiniones podían estar justificadas.

P. ¿Teme que solo queden en los medios los científicos más sensacionalistas?

R. Cuando había valle entre dos oleadas, subía el porcentaje de titulares sensacionalistas y subía el porcentaje de preguntas chorras, claramente. Si ahora pasamos a una época de bonanza, pues habrá más cosas de estas. Puede que ocurra.

P. La gente de la calle, ¿qué le dice?

R. La gente me reconoce lo justo. Por ejemplo, voy a Cádiz, doy una conferencia, me entrevistan los medios de allí y esos días me reconocen mucho por allí, me paran y me dan las gracias y me piden un selfi. Pero solo en situaciones así. O si me reconocen, no me abordan tanto. Y lo que me transmiten es agradecimiento, ven en mí la cara de un montón de científicos que no conocen y le dan las gracias a la ciencia.

P. ¿Se ha convertido en un icono?

R. Pues nos llegan hasta propuestas de una empresa de cremas para ofrecerme que yo sea su cara. Te llaman de cosas de esas. Mucho menos que de otras, como conferencias; porque no doy el perfil y, como no salgo en anuncios, no me llaman más. Pero si llaman de un instituto, de un ateneo o de un hospital para dar una conferencia, claro que lo hago. Yo soy yo. Después de tanta exposición no puedes estar actuando. Yo soy así: con mis dudas, con mis exageraciones… En todas las entrevistas termino pidiendo que quiten todas las veces que he dicho “mucho”.

Cuando había valle entre dos oleadas, subía el porcentaje de preguntas chorras

P. ¿Cuál fue su momento de mayor estrés en medios?

R. Cuando comenzaron a surgir los efectos adversos de las vacunas. Ese fue el momento más delicado porque teníamos unas vacunas muy buenas y seguras, cuatro ni más ni menos, y no podíamos perder la confianza en ellas. Era muy importante transmitir que eran muy seguras a la vez que explicabas que no hay riesgo cero.

P. ¿Echa de menos esa presión mediática?

R. Es que la sigo teniendo, me están llamando de muchos sitios y tengo que seleccionar. No lo echo de menos, porque todavía me están llamando.

P. ¿Y cree que la echará de menos cuando todo se calme?

R. No tengo esa impresión.

P. ¿No cree que lo vaya a echar de menos o no cree que se vaya a calmar?

R. Que lo vaya a echar de menos [ríe]. Yo pensé que la cosa se iba a calmar más, y ahora tenemos que solucionar lo de la guerra. Lo del volcán de La Palma encajó perfecto con las olas de la pandemia, estuve tranquila, aprendiendo de vulcanología.

Hasta una empresa de cremas me ha ofrecido que yo sea su cara, pero no doy el perfil

P. ¿La ciencia ha cambiado?

R. La ciencia ha sido muy abierta, se ha compartido mucho: pero los científicos seguimos queriendo ser el más listo y el mejor, el que primero se da cuenta de algo. Por eso ha habido algunas publicaciones muy apresuradas. Hemos descubierto los papers [estudios científicos] sensacionalistas: esta gente que te pone un titular en un paper y vas más adelante y dices “pero alma de cántaro, qué quieres colocarme aquí”. Yo siempre soy la que enfría un poco la situación: “Tranqui, no es tan bueno ni tan malo como dices”. A mí me ha costado muchísimo fiarme de lo que pone en un tuit: como mucho de un hilo de Twitter de alguien de quien me fío. Sí, la ciencia ha cambiado y mucha gente lo ha sabido entender.

P. ¿Y le ha cambiado a usted la pandemia?

R. [Lo piensa unos segundos] ¿Me ha cambiado? Claro que me habrá cambiado, me imagino que sí. Yo intento ser la misma. Pero ahora me gusta mucho más la gente, los expertos de otros campos que me pueden contar su visión. ¿Como persona? Espero que no mucho, pero a veces sí he sido un poco coñazo, monotemática, claramente [ríe]. Te tienes que cortar de estar todo el día dándole vueltas al coco.

P. ¿Qué opina de las frases tópicas de que de la pandemia saldremos más fuertes, solidarios…?

R. El problema de este país es que no hemos tenido los datos de las desigualdades. Y no nos hemos enterado de las grandes desigualdades que ha habido durante la pandemia. En Reino Unido, te dicen que se han vacunado antes los ricos que los pobres, los blancos que los inmigrantes. Y seguro que aquí ha ocurrido lo mismo, pero no lo sabemos y eso nos va a impedir ser mejores. ¿Saldremos mejores? Saldremos distintos, con muchas ganas de olvidar.

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