A seis meses del plazo final para presentar al país un proyecto de nueva Constitución, la Convención Constituyente chilena se ha tomado dos jornadas y 20 horas de álgido debate para intentar llegar a un consenso sobre la presidencia y la mesa directiva que liderará el órgano en la segunda mitad de su funcionamiento. Luego de una discusión que se prolongó por todo el martes hasta la madrugada de este miércoles, los 154 constituyentes han elegido como reemplazante de Elisa Loncon a la doctora en salud pública y ambientalista de 40 años María Elisa Quinteros, representante de los movimientos sociales que se encuentran en la punta izquierda de la convención y que no son mayoría. Ha sido una dinámica que ha dejado al descubierto lo impredecible y fragmentado de la convención, pero, sobre todo, la incapacidad de los colectivos grandes –como el Frente Amplio de Gabriel Boric y el socialista– de llegar a acuerdos amplios para una etapa crucial, donde arrancará el debate de las normas constitucionales.
“Los colectivos grandes no articularon nada y están quebrados con el Partido Comunista. El triunfo de los movimientos sociales responde a la incapacidad política de los liderazgos del Frente Amplio, los socialistas o No Neutrales [independientes de centroizquierda] que deberían haber gestionado una mayoría”, asegura el constitucionalista Tomás Jordán. El abogado explica que “los movimientos sociales representan la izquierda-izquierda de la convención y generar acuerdos desde ahí, será muy difícil”, comenta el académico de la Universidad Alberto Hurtado, que considera que lo que ha pasado en la convención no es una buena noticia, entre otras razones, porque la nueva presidenta no es una persona “fogueada” en la gestión política. “El papel del presidente debe articular acuerdos y, por lo tanto, las demandas de los movimientos sociales serán preeminentes en esta segunda etapa”, dice Jordán, que lidera en paralelo el Observatorio Nueva Constitución.
El papel del presidente de la convención está marcado por la búsqueda de acuerdos, lo que resulta fundamental en el segundo tiempo del órgano, donde en febrero se comenzarán a votar las normas constitucionales en el pleno de la convención. “Esperamos que este proceso se pueda conducir con sabiduría, entendimiento, fortaleza, donde podamos unirnos todos los sectores en pro de lo que necesitamos para el país, para todos los pueblos de Chile”, indicó Quinteros tras ser electa presidenta. La odontóloga llegó a la convención en un cupo de la Asamblea Popular por la Dignidad, que integran movimientos ligados a la izquierda.
La presidencia era un cargo que buscaba el Frente Amplio, del presidente electo Boric, a través de la que fue candidata presidencial en 2017 de la formación, la periodista Beatriz Sánchez. Su postulación a liderar el órgano, que se conoció la semana pasada, fue interpretada como un evidente interés del próximo mandatario en tener cerca a la convención en sus seis meses finales de funcionamiento y una señal de que no quiere correr el riesgo de que el órgano gire en una órbita separada y hasta en contra del Ejecutivo que debuta en marzo de 2022. La fórmula con que el Frente Amplio y los socialistas llegaron a la sesión de este martes, sin embargo, fue empujar la candidatura de la socialista Ramona Reyes a la presidencia, con Sánchez a la vicepresidencia.
Pero lo ocurrido este martes dejó en evidencia la inexperiencia política de buena parte de los miembros de la convención, la influencia que ejercen las redes sociales en su actuación y que se trata de un órgano fuertemente fragmentado, donde los partidos políticos se encuentran en un papel menos protagónico que en otras instituciones representativas, como el Congreso. Aunque la votación por la presidencia debía aprobarse por mayoría simple (78 votos), la discusión se prolongó ayer por 18 horas, hasta las cuatro de la madrugada. Fueron ocho votaciones consecutivas donde las alianzas y opciones de los 154 convencionales fueron cambiando en medio de vaivenes y fuertes tensiones internas, sobre todo entre el Frente Amplio y el Partido Comunista –las fuerzas que darán sustento al Gobierno de Boric– que no lograron ponerse de acuerdo para impulsar una candidatura conjunta. Lo de este martes y hoy, en cualquier caso, muestra lo que ha sucedido desde julio: en la convención, el Frente Amplio y el colectivo socialista han sido los principales articuladores, en una fórmula donde no están participando los comunistas.
La convencional Bárbara Sepúlveda, que en la última semana había sido la carta del Partido Comunista para presidir la convención, bajó su postulación con un análisis que da cuenta de las tensiones internas del bloque que será Gobierno a partir de marzo. “Nos parece que va en línea con generar un contrapeso al centrismo que se ha instalado en la convención. Hay un riesgo alto de que se instalen sectores que hoy quieren una Constitución gatopardista”, describió la abogada.
La incapacidad de la convención para llegar a acuerdos fue criticada incluso desde dentro del órgano por voces importantes, como el académico y Premio Nacional de Humanidades 2009, Agustín Squella. “Pareciera aquí que estamos cada cual preocupados de nosotros mismos o del colectivo al que pertenecemos, y no estamos preocupados de respondernos las preguntas dónde estamos y para qué estamos”, aseguró Squella, que considera que “prevalecieron los egos y el narcisismo” y que la convención “dio una mala imagen”. En la misma línea, el escritor Patricio Fernández, que fue impulsado en algún momento para la presidencia por el colectivo socialista, aseguró: “Lo que vamos a necesitar poner ahí es una güagüa [bebé] recién nacida”. Se trata de una crítica a una constante: el interés de buena parte de la convención por figuras que se consideran inmaculadas.
Una de las principales incógnitas de este proceso de elección de la presidencia apunta a la forma en que este episodio impactará en el respaldo a la convención. De acuerdo a la encuestadora Cadem, un 58% tiene mucha o bastante confianza en el órgano y un 41% poco o nada de confianza, en cifras que han mejorado desde la elección de Boric el 19 de diciembre pasado. Un segundo asunto tiene relación a los problemas que se observan por delante: de existir este nivel de dificultad para buscar presidente, que solo necesitaba 78 votos, se vislumbra compleja la aprobación de normas, que deben ser respaldadas por sobre 100 votos (dos tercios). En este escenario, existe el serio riesgo de que el texto que se le presente a la ciudadanía y que se someterá a plebiscito en el segundo semestre de 2022 termine siendo una suma de intereses distintos y no un texto único donde se han llegado a consensos previos.
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