La batalla diplomática que libran en todo el mundo Marruecos y el Frente Polisario a causa del Sáhara Occidental se plasma en América Latina en una clara victoria para Rabat. En los últimos cinco años las embajadas latinoamericanas en Rabat han pasado de cinco a 12. Países como El Salvador o Bolivia, que reconocían a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), han retirado el reconocimiento en los últimos dos años y se suman a otros Estados latinoamericanos, como Colombia o Guatemala, que ya lo hicieron antes.
En cuanto al terreno físico del Sáhara Occidental, Marruecos también ha consolidado su dominio desde que el 13 de noviembre se rompió el alto el fuego entre las partes firmado hace 30 años. Rabat controla por completo desde noviembre la zona neutral de Guerguerat, que permite el paso desde el Sáhara Occidental a Mauritania. Y al mismo tiempo afianza su dominio en el continente americano, clave junto a África y Europa, en el enfrentamiento entre las dos partes.
El Frente Polisario pierde batallas también en la ONU, organización que sigue reconociendo oficialmente al Sáhara Occidental como territorio pendiente de descolonización. El Consejo de Seguridad de la ONU celebró este miércoles una consulta sobre el desempeño de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (Minurso). El Frente Polisario expresó mediante un comunicado su descontento por el resultado: “El Consejo de Seguridad ha optado por la inacción y no ha dado ningún resultado sustantivo”.
El mayor éxito diplomático que ha obtenido Rabat desde que España, bajo la dictadura de Francisco Franco, abandonó su colonia en 1975 llegó el pasado diciembre de la mano del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Su Administración reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental solo seis semanas antes de abandonar el cargo.
Su sucesor, Joe Biden, aún no ha movido un dedo en contra de esa decisión, que está ligada al acuerdo entre Marruecos e Israel para reanudar sus relaciones diplomáticas. Pero tampoco se ha sumado a ella ningún país de la UE, a pesar de los esfuerzos de Marruecos en ese sentido. Y mientras tanto, la diplomacia marroquí sigue labrando su red de influencias en América Latina. Cada gesto, por pequeño que parezca, cuenta en este conflicto.
El ministro de Exteriores de Marruecos, Naser Burita, y su homóloga colombiana, Claudia Blum, mantuvieron una reunión virtual el martes 6 de abril en la que ambos diplomáticos expresaron la voluntad del rey Mohamed VI y del presidente colombiano, Iván Duque, de “reafirmar la relación bilateral”. Un embajador de un país latinoamericano en Rabat que prefiere no revelar su nombre señala: “La mayoría de los países en la región simpatizábamos con la causa saharaui. La actividad y la presencia del Polisario en la zona contrastaba con la ausencia de Marruecos”.
Cambio de tendencia
“Pero eso empezó a cambiar con la llegada de Mohamed VI al trono, a finales de los años noventa. Desde entonces, han emprendido una política muy activa y efectiva. Han llevado a diplomáticos que hablan muy bien español, que se documentan muy bien sobre la región y que vienen con el mandato claro de estrechar vínculos con todos los sectores de la sociedad. Suelen invitar a Marruecos a muchos diputados”, explica. Y añade: “Las relaciones comerciales son muy escasas e irregulares. Pero eso no impide que los países latinoamericanos se beneficien. Tener una presencia diplomática en este país es importante. Y al final, somos 12 países latinoamericanos los que tenemos embajada en Rabat”, añade el embajador.
Otro diplomático de la región explica: “Los embajadores de Marruecos en América Latina son muy eficaces. La persona destinada en mi país trabaja con la precisión de un relojero suizo. Conoce a todo el mundo y cuando se podía, antes de la pandemia, organizaba viajes de políticos a El Aaiún. Invitaba a alcaldes de pueblos remotos. De repente esos alcaldes se veían tratados estupendamente en Marruecos. Pasaban días a cuerpo de rey y se iban hablando maravillas del país. Y la prensa de aquí se hacía eco de sus palabras, aunque en mi país no los conoce casi nadie”.
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Ahmed Mulay, responsable del Frente Polisario para América Latina, advierte por teléfono que “hay que saber que según los tratados internacionales los reconocimientos son irreversibles. Esos cambios a veces están en función de que haya un Gobierno de izquierdas o de derechas en esos países. Tarde o temprano iremos regresando a ellos”.
Fuentes diplomáticas marroquíes indicaron que los “éxitos notorios” obedecen a un enfoque global, donde cuentan “las relaciones bilaterales de Marruecos con los países de la región, la presencia diplomática, las interdependencias económicas y comerciales, las relaciones sociales, étnicas y culturales, y la importancia de los intercambios humanos de ambas partes”. Y todo eso, guiado por la “visión clarividente” del rey, según las mismas fuentes.
El resultado de esa política en cifras, según el Ministerio de Exteriores marroquí, son: 16 países que no reconocen a la “entidad ficticia” de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) y 14 países que apoyan el proyecto de autonomía presentado por Marruecos, frente al del referéndum para la autodeterminación que reclama el Frente Polisario. Las autoridades marroquíes no ofrecen un listado de esos países, aunque señalan que entre aquellos que apoyan el proyecto de autonomía están Guatemala o El Salvador.
Una larga historia de encuentros y desencuentros
La relación entre los países latinoamericanos y Marruecos ha sido tensa. aá fue, en 1978, el primer país de la región que reconoció a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Al año siguiente se sumó México, y a mediados de los años ochenta ya eran una treintena los que, según fuentes del Frente Polisario, abrazaban su causa. Después le tocó el turno a Marruecos. Y a partir de los años noventa fueron retirando su reconocimiento a la RASD países como Colombia, Guatemala, Honduras, Paraguay, República Dominicana, Haití y Jamaica. Los últimos han sido El Salvador (2019), Guyana y Bolivia (ambos en 2020).
Ahora los países latinoamericanos que siguen reconociendo a la organización saharaui son: Panamá, Cuba, Venezuela, Nicaragua, México, Ecuador y Uruguay. Y en algunos de ellos, como México, Panamá y Cuba, Marruecos decidió abrir una embajada, aunque su representante tenga que compartir actos oficiales con el “embajador ficticio” de la RASD.
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