La guerra civil ha estallado en Etiopía. El Ejército lanzó este miércoles una ofensiva armada contra el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF), en rebeldía desde hace meses contra el gobierno federal y al que Addis Abeba acusó de atacar una base militar provocando numerosos muertos, heridos y daños materiales. Ambos bandos han confirmado el estallido del conflicto. El primer ministro etíope y Premio Nobel de la Paz 2019, Abiy Ahmed, aseguraba este viernes a través de Twitter que “las operaciones en marcha en el norte de Etiopía tienen objetivos claros, limitados y realizables: restablecer el Estado de derecho y el orden constitucional y proteger los derechos de los etíopes a vivir en paz en cualquier parte del país”.
Un estruendo de bombardeos en el oeste de Tigray se ha escuchado desde la fronteriza región de Amhara, según informó a Reuters un trabajador humanitario. Una fuerte movilización de tropas gubernamentales se ha dirigido hacia el norte, mientras los aviones de guerra sobrevuelan Mekele, la capital tigray. Estas son, por ahora, las evidencias del inicio de las operaciones militares. El espacio aéreo ha sido cerrado para el tráfico comercial e Internet está bloqueado desde el miércoles, lo que dificulta obtener más detalles de lo que está sucediendo en el país africano.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha mostrado su profunda preocupación por el estallido del conflicto. “La estabilidad de Etiopía [con más de 100 millones de habitantes] es importante para toda la región del Cuerno de África. Insto a una inmediata desescalada de las tensiones y a una resolución pacífica de la disputa”, escribió este viernes en su cuenta de Twitter. La región de Tigray linda con Eritrea, un país que mantuvo un conflicto de dos décadas con Etiopía, y existe el temor de una desestabilización regional.
“Nuestro país ha entrado en un conflicto que no preveía. Esta guerra es inesperada e insensata”, aseguró el general Berhanu Jula, jefe adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Etíopes durante una conferencia de prensa en Adis Abeba. “Estamos haciendo todo lo posible para que la guerra no llegue al centro del país. Se acabará en el norte”, añadió. De momento no hay ningún balance oficial del conflicto.
Por su parte, el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF) aseguró que el Gobierno etíope se inventó el ataque sufrido en una base militar para justificar su intervención militar. “Esto es una invasión”, aseguró el presidente de la región, Debretsion Gebremichael, en rueda de prensa este jueves. “Estamos librando esta guerra para preservar nuestra existencia. Estamos preparados para ser mártires”, añadió. El líder de Tigray (con unos 5,2 millones de habitantes) confirmó que se estaban produciendo combates en el oeste y que el Ejército etíope ha bombardeado posiciones tigray cerca de Mekele. También que estaba acumulando tropas en las zonas fronterizas de las regiones Amhara y Afar, al sur y al este de Tigray.
Un gobierno regional que Addis Abeba no reconoce
Pese a que esta comunidad solo representa el 6% de la población etíope, el TPLF fue el grupo dominante de la federación de partidos multiétnica que dominó la escena política durante casi tres décadas. Sin embargo, la llegada al poder del primer ministro de la etnia oromo Abiy Ahmed en 2018 con su nueva filosofía de superar las diferencias étnicas y su apuesta por una ciudadanía etíope ha sido percibida por los norteños como una marginalización. Los líderes tigray se salieron de la coalición gobernante, rebautizada como el Partido de la Prosperidad (PP). En septiembre, plantaron cara al primer ministro con la celebración por su cuenta de los comicios regionales en el norte, a pesar de que el Gobierno central había decretado un aplazamiento de todas las elecciones que debían celebrarse este año en el país debido a la pandemia.
Desde entonces, el TPLF renovó su arrolladora mayoría en el Parlamento regional y sigue al frente del Ejecutivo tigray. Pero ni Addis Abeba reconoce este nuevo Gobierno regional, ni el TPLF reconoce la legitimidad del Ejecutivo federal que lidera Abiy Ahmed. Por este motivo, Addis Abeba han ido cortando vínculos y financiación con la región rebelde. Las hostilidades fueron en aumento hasta que Ahmed acusó este miércoles al TPLF de estar armando milicias desde hace semanas y, lo que es más grave, del supuesto ataque a una base militar. La respuesta fue inminente. El Consejo de Ministros aprobó el estado de emergencia en Tigray, validado luego por el Parlamento, y el Premio Nobel de la Paz declaró la guerra.
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