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Más de 20 asociaciones europeas recogen firmas para que la UE prohíba los anuncios de combustibles fósiles y coches contaminantes

Una bomba de extracción de petróleo en Texas (EE UU).ANN SAPHIR

Hace dos décadas Europa debatía sobre si se debía prohibir o no la publicidad del tabaco en los medios de comunicación y vetar los patrocinios de eventos deportivos por parte de las tabaqueras. Tras varios intentos y multitud de estudios científicos sobre los daños que causaba el tabaco a la salud, en 2005 entró en vigor en toda la Unión Europea esa prohibición y los países miembros han ido aprobando cada vez normativas antitabaco más duras. Más de una veintena de ONG y asociaciones europeas pretenden abrir ahora el mismo debate pero con los combustibles fósiles, y este lunes han iniciado una campaña de recogida de firmas en la UE. “Es el momento de promulgar una ley similar contra la industria de los combustibles fósiles para proteger la salud del planeta y nuestro futuro”, defienden. Pero necesitan recabar un millón de firmas en un año si quieren que su “iniciativa ciudadana europea” sea considerada por las instituciones comunitarias.

En algunos países el debate ya se ha abierto. Tatiana Nuño, de Greenpeace (una de las asociaciones que impulsan esta campaña), explica que la ley francesa del clima ya aborda el asunto de los patrocinios. Y algunas ciudades como Helsinki, Bristol y Ámsterdam han limitado la publicidad de los combustibles fósiles y los productos relacionados con esos combustibles, añade Nuño. También están rechazando patrocinios algunas instituciones culturales y medios de comunicación (el caso más conocido es el del británico The Guardian).

La iniciativa —de la que también forman parte Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra y la Fundación Renovables— insta a la Comisión Europea a que por medio de un “acto legislativo” se “prohíba la publicidad de los combustibles fósiles y de los servicios de transporte aéreo, por carretera y por vías navegables (exceptuando los servicios de transporte de interés económico general) que utilicen combustibles fósiles”. También se propone que se vete “la publicidad de cualquier empresa que opere en el mercado de los combustibles fósiles, en particular en el ámbito de la extracción, el refinado, el suministro, la distribución o la venta de combustibles fósiles”. Por último, se pide que se “prohíba el patrocinio” por parte de las empresas que operen en el mercado de los combustibles fósiles “o la utilización de marcas comerciales o denominaciones comerciales utilizadas para los combustibles fósiles”.

Nuño defiende que “es una iniciativa muy potente”, aunque reconoce las múltiples presiones que pueden existir para que no salga adelante. En el caso del tabaco, el veto a la publicidad estaba centrado en un producto muy concreto; ahora, con los combustibles fósiles, habría multitud de productos afectados. Por ejemplo, no solo se vetaría la publicidad de combustibles, sino también la de los automóviles de gasolina y diésel. “Pero el activismo climático está ahora en su momento más fuerte”, defiende Nuño. “Y hay una abrumadora evidencia del colapso climático”. Los combustibles fósiles son los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta, además de causar importantes problemas de salud, como acaba de recordar la Organización Mundial de la Salud.

El inicio de la recogida de firmas para pedir el veto a la publicidad de la industria de los combustibles fósiles se ha hecho coincidir con la difusión de un análisis elaborado por los activistas de DeSmog y Greenpeace Holanda sobre 3.000 anuncios publicados por seis empresas europeas del sector en Twitter, Facebook, Instagram y YouTube. Se trata de las empresas Royal Dutch Shell, Total Energies, Preem, Eni, Fortum y la española Repsol. El estudio acusa a estas compañías de realizar un lavado verde (greenwashing), “ya que su publicidad no refleja con exactitud sus actividades empresariales, ya sea porque hacen demasiado hincapié en sus actividades ecológicas o porque restan importancia a las actividades relacionadas con los combustibles fósiles”, explica Greenpeace. En total, advierte el informe, solo “el 16% de los anuncios de las empresas de combustibles fósiles investigadas promocionaban el petróleo, el gas y el carbón, frente al 80% que estas seis empresas invierten hoy en combustibles fósiles de media”. Es decir, la publicidad que hacen no se corresponde directamente con su actividad.

La Unión Europea está ahora embarcada en el diseño de una estrategia que permita a la economía comunitaria reducir un 55% sus emisiones de efecto invernadero en 2030 respecto a los niveles de 1990. Para ello se está preparando un paquete legislativo que incluye un fuerte impulso a las energías renovables y el veto a la venta de los turismos y furgonetas nuevos que emitan dióxido de carbono, lo que en la práctica significa prohibir los motores de gasolina, diésel, gas e híbridos. En este contexto también, la Comisión Europea tiene previsto lanzar este año una norma que fijará estándares comunes para la información ambiental que las empresas hacen pública. El objetivo, según Bruselas, es lograr que esa información sea fiable y se reduzca así el “blanqueo ecológico”, que la Comisión define como “las empresas que dan una impresión equivocada de su impacto medioambiental”. “La iniciativa debería ayudar a los compradores comerciales y a los inversores a tomar decisiones más sostenibles y a aumentar la confianza de los consumidores en la información y las etiquetas ecológicas”, defiende la Comisión.

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