La madrugada del viernes 6 de mayo, Gerardo Ávila y otros cinco migrantes treparon el muro fronterizo estadounidense desde una carretera mexicana, situada a aproximadamente medio kilómetro al oeste del puerto de entrada de Otay Mesa en San Diego.
Ávila fue deportado a México semanas atrás después de tres décadas de vivir en Estados Unidos, por lo que intentaba volver con su familia para festejar con ellos el Día de la Madre, narraron sus familiares.
Mientras subía el imponente muro de más de 5 metros de altura, las luces brillantes de un vehículo de la patrulla fronteriza destellaron en esa dirección, iluminando el cielo nocturno neblinoso. Los agentes escucharon un grito y vieron a Ávila caer, según un comunicado de la dependencia donde se le identificó como “ciudadano masculino de México”.
Ávila, de 47 años, fue declarado muerto en el lugar, mientras que otros migrantes fueron trasladados al hospital. Su fallecimiento se suma al aumento de casos a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, que batió récord el año pasado.
En un segmento que va desde las carreteras de San Antonio, Texas, donde 53 migrantes murieron el mes pasado en la caja sofocante de un trailer, hasta el Río Grande, el calor del desierto de Arizona y el muro que el expresidente Donald Trump promocionó como “inescalable”, han ocurrido mil desde que el mandatario Joe Biden asumió en enero de 2021.
El año pasado fue el más mortífero para los migrantes que cruzaron la frontera, con 728 muertes registradas, de acuerdo a datos de Naciones Unidas, que ha documentado estos casos desde 2014. La ONU contabilizó 340 más fallecimientos este año, que va al mismo ritmo que el sombrío récord de 2021.
En Arizona, las muertes el año pasado fueron las más altas en cuatro décadas, según forenses locales. En San Diego, el hospital Scripps Mercy reportó un aumento de aproximadamente cinco veces por lesiones relacionadas con el muro después de que Donald Trump lo construyó mando a elevarlo, según muestran datos compartidos con Reuters.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos reconoció en un comunicado un “aumento en el número de muertes” y culpó a traficantes de personas de no tener “consideración por las vidas humanas” al abandonar a migrantes en áreas remotas y peligrosas.
Siguiendo los mandatos del Congreso, CBP cambió el año pasado la forma de documentar las muertes de migrantes a lo largo de la frontera para incluir solo aquellos que fallecen bajo custodia, durante arrestos o cuando agentes estaban cerca. La dependencia dijo a Reuters que hubo 151 muertes “relacionadas con CBP” en el año fiscal 2021, un número no informado anteriormente.
Los cuerpos descubiertos por CBP u otros no están incluidos actualmente en los datos de la agencia.
La muerte de Ávila, que está siendo investigada por las autoridades locales y federales, probablemente se contaría con la nueva metodología porque los agentes de CBP estaban presentes cuando falleció.
La cerca principal de la que Ávila cayó es el doble de altura, unos 5.5 metros legados por la era Trump, cuyo grito de campaña a la presidencia en 2016 fue “construir el muro“. Se edificó una cerca secundaria de 9 metros en esa misma sección.
Una mañana de mayo, Vishal Bansal, jefe de cirugía traumatológica de Scripps Mercy, y su equipo vieron a tres pacientes fronterizos, dos eran recién llegados con fracturas en extremidades inferiores, otro tenía una lesión en la cabeza, no había respondido durante semanas y se le dio una probabilidad de supervivencia del 50/50.
“Hemos visto un aumento enorme en la cantidad de pacientes desde finales de 2021 hasta ahora”, dijo Bansal.
Si bien el hospital atiende a migrantes heridos en el mar o en choques tras persecuciones a alta velocidad con la patrulla fronteriza, la mayoría resultan heridos “al caer del muro fronterizo”, dijo.
Los cuatro heridos en el mismo incidente cuando Ávila murió fueron trasladados de urgencia a Scripps Mercy, que ha registrado 209 caídas del muro fronterizo entre 2019 y 2021, frente a las 43 documentadas en los tres años anteriores, según datos compartidos con Reuters.
Marcos Ortiz, un migrante mexicano, murió con el sueño de sacar a su familia de la pobreza una vez que lograra trepar el muro fronterizo para llegar a Estados Unidos.
“Le rogué que no se fuera pero me dijo que me quería hacer mi casita, sacar a la familia de la pobreza pero regresó muerto”, dijo llorando Guadalupe Guadalajara, esposa de Ortiz.
Enferma, Guadalajara quedó a cargo de tres hijos y arrastrando una deuda de 2 mil 000 dólares que tuvo que conseguir para completar el costo total para la repatriación del cuerpo de su Ortiz, de 41 años, en febrero.
Gerardo Ávila también se arriesgó mucho al escalar el muro, pero a diferencia de Marcos Ortiz, él solo quería volver a casa con su familia.
Ávila llegó por primera vez a Estados Unidos cuando era adolescente en 1990, según registros judiciales, “a través de las colinas”. Él, su madre y nueve hermanos se establecieron en el país. Trabajó en la construcción e hizo una vida en Perris, California, con su esposa y cinco hijastros, según su hermana, Elisa Sandoval.
Ávila pasó años luchando por permanecer en el país, antes de perder su última apelación el año pasado. En la corte de inmigración, fiscales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas le dieron una condena en 2006 por conducir ebrio y atropellar y correr con lesiones como una razón por la que se debe negar su solicitud de clemencia.
Ávila le dijo a la corte que revisó al conductor al que chocó por detrás y le dio la información de su seguro antes de continuar. Sin embargo, fue arrestado poco después de abandonar la escena, según muestran los registros, y sentenciado a 20 días de cárcel y tres años en libertad condicional.
El 16 de marzo de este año, Ávila fue arrestado por un equipo de detección criminal de la Patrulla Fronteriza en un Home Depot en Perris y deportado a través del puerto de entrada de San Ysidro ese mismo día.
“Estaba desesperado por regresar”, dijo su hermana Sandoval. En cambio, fue enterrado en California en su 48 cumpleaños.
“Yo pienso que el muro es una tontería. Trump tiene la culpa de todas estas muertes”, añadió.
Cuando se le preguntó sobre el papel del muro en las lesiones y muertes, un portavoz de Trump culpó a las políticas de Biden por el “caos” en la frontera sur.
Una de las políticas emblemáticas de Trump que Biden no ha anulado hasta ahora permite a los agentes fronterizos expulsar de forma exprés a migrantes al otro lado de la frontera, hacia México.
Una consecuencia no deseada: muchos simplemente cruzan una y otra vez, a menudo tomando decisiones cada vez más arriesgadas para evitar ser detectados.
Los hermanos Mariano, de 32 años, y Begai Santiago, de 33, son de un pequeño pueblo en el estado de Oaxaca, en el sur de México, donde la mayoría hablan la lengua indígena chinanteco, se dirigían a Atlanta, Georgia, en busca de trabajo. Funcionarios estadounidenses los rechazaron dos veces, pero siguieron intentando cruzar la frontera.
“Me dijo que iban a intentar una última vez, la tercera”, dijo a Reuters la esposa de Mariano, Estrella Cuevas. La tercera vez cruzaron sin ser detectados y luego tomaron un camión con remolque repleto de decenas de otros migrantes que se dirigían a San Antonio.
Mariano murió, fue una de las 53 víctimas de la tragedia en el tráiler de Texas el 27 de junio, el incidente más letal de tráfico de personas en la historia reciente de Estados Unidos. Begai sobrevivió para recuperarse en un hospital de San Antonio.
Los hermanos fueron identificados en parte porque las autoridades estadounidenses tenían registros de sus cruces anteriores.
Desde 2020, cuando se implementó el llamado Título 42 al comienzo de la pandemia Covid-19, en la eran Trump, unos 2 millones de migrantes han sido expulsados de forma inmediata a sus naciones o a territorio mexicano.
Francisco Garduño, director del Instituto Nacional de Migración (INM) de México, dijo que los migrantes mexicanos ahora intentan cruzar en promedio cuatro veces y algunos más de una docena de veces.
Un migrante herido no puede ser expulsado bajo el Título 42 al considerarse vulnerable, dijo el cónsul de México en San Diego, Carlos González, quien ha admitido que el aumento de muertos intentando cruzar el muro ha ido en aumento.
Las medidas más estrictas de las solicitudes de asilo finalmente llevó al guatemalteco Sandy Montufar a aventurarse a lo más profundo del desierto de Arizona.
Montufar huyó por primera vez del centro de Guatemala en 2018 después de que un asalto la dejara inconsciente durante más de una semana, dijo Teresa, su madre. Partió hacia la frontera entre Estados Unidos y México con informes policiales que detallaban el asalto, por lo que pensó que eso le daría esperanza para obtener asilo.
“No tuvo oportunidad”, comentó Teresa, “La deportaron”. CBP no respondió a las solicitudes de comentarios sobre el caso.
En ese momento, la administración Trump estaba dificultando las entregas de asilo, argumentando que la mayoría no tenían fundamento.
Todavía en casa, donde la mayoría de sus familiares viven de la agricultura, ella tenía miedo, dijo Teresa, sin embargo a principios de año, a los 23 años, lo intentó de nuevo.
Alrededor de las 5 de la tarde en septiembre, Montufar llamó a su madre para decirle que iba a cruzar la frontera. Lo siguiente que escuchó Teresa fue de una persona que viajaba ella, quien dijo que el grupo la dejó en el desierto porque estaba demasiado débil para continuar.
Tenía su teléfono y algunas cuentas de rosario, un regalo de despedida de su madre. Sus familiares en Arizona fueron a buscarla, dijo Teresa, pero ya era demasiado tarde.
Sus restos fueron encontrados el 16 de septiembre en tierras de la Nación Tohono Oodham, según datos recopilados por forenses locales de la iniciativa Humane Borders, con sede en Arizona. La causa de muerte se registró como indeterminada, dijo la oficina del médico forense del condado Pima.
Los rescates realizados por agentes a lo largo de la frontera suroeste han superado los 14 mil 000 desde el comienzo del año fiscal 2022, más de lo registrado para el año fiscal 2021 completo.
Un agente de la Patrulla Fronteriza, Jesús Vasavilbaso, dijo que las llamadas de emergencia en el sector de Tucson aumentaron más del 25% en comparación con el mismo período del año pasado.
“Estamos recibiendo aproximadamente 16 llamadas al día”, dijo. “Todos los días”.
Teresa dijo que su familia pagó miles de dólares por el viaje, pero los contrabandistas dejaron de contestar las llamadas después de que su hija desapareció. “Se lavan las manos, dejan a las personas como si no valieran nada”, dijo.
Source link