El mayor impulso al Estado de bienestar en Estados Unidos adoptado en medio siglo corre el riesgo de quedar archivado en el cajón de los grandes proyectos nunca realizados si el senador demócrata por Virginia Occidental, Joe Manchin, cumple a principios de enero su amenaza de votar en su contra en la Cámara alta.
La propuesta del presidente, Joe Biden, no es una medida legislativa más. El denominado Programa Reconstruir Mejor es una gigantesca inversión de 1,95 billones de euros que combina la transformación energética con la inversión social. Entre otras cosas, abre la puerta a la educación gratuita de los niños entre tres y cuatro años, subsidios a determinados medicamentos, ampliación del sistema sanitario y la creación de millones de puestos de trabajo. Se trata de mejorar las condiciones de vida de millones de estadounidenses y a la vez de impulsar una transformación urgente del modelo energético de la democracia más influyente en un mundo que empieza a dejarla atrás. Algunos sistemas dictatoriales o iliberales amenazan tanto con tomar la delantera como, más peligroso, con presentarse como modelo de éxito ante las inoperantes democracias.
El presidente Biden ha rebajado el proyecto inicial de 3 billones de euros a los 1,95 objeto del debate para sortear cualquier reticencia en el campo demócrata, pero sigue suponiendo un cambio radical. Y así lo ha entendido la Cámara de Representantes, que por 220 votos a favor y 213 en contra lo aprobó el pasado 19 de noviembre. En el Senado la situación es más complicada pero no irresoluble. Existe una situación de empate a 50 escaños entre demócratas y republicanos que solo el voto de la presidenta del Senado y vicepresidenta del país, Kamala Harris, es capaz de romper ante una oposición republicana intransigente, pero para ello es imprescindible que todos los demócratas voten unidos.
Y aquí entra en escena el senador demócrata Manchin, quien rompiendo la promesa hecha al presidente ha anunciado su voto en contra para dentro de unos días. El senador por Virginia Occidental se opone especialmente a que 550.000 millones de dólares se destinen a las renovables porque eso va en detrimento de la industria del carbón y el petróleo, donde tiene intereses económicos directos por los que ha ingresado millones de dólares a través de empresas administradas por su hijo. No resulta extraño que sea el miembro de ambas Cámaras que más donaciones recibe de la industria de la energía fósil.
Pero no sería justo cargar la culpa de un posible fracaso de este plan trascendental únicamente sobre uno de los 50 senadores demócratas. En el Capitolio hay otros 50 senadores republicanos expectantes ante lo que consideran una posible derrota política del presidente, cuando en realidad ellos están contribuyendo a que EE UU pierda una oportunidad histórica tal vez irrecuperable. La política es el arte de lo posible y Biden todavía está a tiempo. Hay voces que piden dejar en su negativa al senador “más republicano de los demócratas” y tratar de convencer “al más demócrata de los republicanos”. Sea cual sea la estrategia, el proyecto y sus repercusiones va mucho más allá de las fronteras de EE UU y de los bolsillos de algunos de sus representantes.
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