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Masih Alinejad, feminista y disidente iraní: “Queremos que Occidente aisle a la República Islámica”

EL PAÍS

Su frondosa melena rizada hace inconfundible a la feminista iraní Masih Alinejad. Es la imagen de la lucha contra el hiyab obligatorio en la República Islámica. Esta periodista la conoció en Teherán en 2007, en vísperas de que se exiliara tras haber denunciado la corrupción del Gobierno de Ahmadineyad. Una vez a salvo, no se calló. Ha utilizado las redes sociales para animar a las iraníes a liberarse del velo y de las leyes discriminatorias del que llama “régimen de apartheid de género”. A los 46 años ha visto su sueño hacerse realidad: las mujeres quemando sus pañuelos en Irán. “No podía creerlo”, admite en una conversación telemática desde Nueva York, donde reside desde hace una década.

El coste personal ha sido enorme. Presiones a su familia (su hermano fue encarcelado durante dos años), colaboradoras detenidas, injurias contra ella en la televisión estatal, e incluso una ley específica que castiga con 10 años a quien le envíe vídeos. El FBI detuvo el año pasado a un hombre armado frente a su domicilio y dos años antes le advirtió de un intento de secuestro por parte de agentes iraníes. Ahora, Alinejad confía en que la revolución de los velos logre acabar con el sistema político surgido de la revolución de 1979. “Queremos que Occidente aísle a la República Islámica”, insiste una y otra vez. Acaba de ser galardonada con uno de los premios Casa Asia 2023 “por su denuncia de los abusos de poder en Irán”, lo que interpreta como prueba de que el mundo la escucha.

Pregunta. La muerte de Mahsa Amini el pasado septiembre desató una inesperada oleada de manifestaciones de las iraníes contra la obligatoriedad del velo. Poco después, numerosos hombres se unieron a las mujeres y la protesta extendió su objetivo a derribar el régimen islámico. ¿Por qué ahora?

Respuesta. Llevo años recibiendo vídeos de policías que golpean a las mujeres. Así que cuando la policía dijo que no había matado a Mahsa, no lo creí. Golpear a las mujeres está en el ADN de los vigilantes de la moral. Lo ocurrido fue la gota que colmó el vaso, como se ha visto en el nivel de indignación mostrado en las calles. El hiyab obligatorio no es un mero detalle para las iraníes; es el símbolo más visible de su opresión. Lo he comparado con el Muro de Berlín. Si derribamos el muro, desaparecerá la República Islámica.

P. La mayoría de los manifestantes son jóvenes. ¿Hasta qué punto hay una brecha generacional?

R. Las nuevas generaciones quieren vivir como el resto de los jóvenes del mundo. Hay una brecha enorme entre la generación joven y los clérigos retrógrados que están en el poder en Irán. La generación TikTok está contra un régimen bárbaro, que mata iraníes porque reclaman tener una vida normal.

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P. En las últimas semanas, las manifestaciones se han apagado. ¿Ha logrado la represión silenciar a los iraníes?

R. Cualquier revolución pasa por fases. El levantamiento continúa, pero de una forma diferente. En cuatro meses, 700 personas han sido asesinadas, 19.000 encarceladas, 50 condenadas a muerte y cinco ejecutadas en la horca. Muchos jóvenes se han quedado ciegos [por los disparos policiales]. Y las mujeres están siendo violadas en la cárcel. Las fuerzas de seguridad no permiten que la gente se reúna en las calles y golpean a quienes lo intentan. Así que surgen otras formas de protesta. Los familiares de los asesinados [en la represión] están convirtiendo los funerales en manifestaciones contra el régimen. Conocidas deportistas prescinden del hiyab porque rechazan ser un instrumento de propaganda del régimen. Conocidas actrices se quitan el hiyab y se unen a la gente de la calle para decir no al régimen de apartheid de género.

Esta no es una revolución que vaya a triunfar de la noche a la mañana; llevará tiempo. La primera ola ha debilitado al régimen. Ahora, se está preparando la segunda. Mientras tanto, tenemos que consensuar algunos valores políticos en torno a los que unirnos. Y en ello estamos: hablando entre bambalinas para unir a la oposición, para formar un frente común que se reúna con los líderes de los países democráticos y les pida que aíslen al régimen iraní. La República Islámica nos ha quitado todo menos la esperanza. Estoy convencida de que vamos a ganar esta batalla.

P. La antorcha de la protesta aún resiste en Zahedán, en la región de Baluchistán. ¿Qué peso tiene el factor étnico en la revuelta?

R. El levantamiento étnico es muy importante. [La provincia de] Sistán-Baluchistán resiste cada viernes y eso muestra que las minorías no van a cesar en su lucha contra la República Islámica. [También] las ciudades del Kurdistán están enfurecidas y van a seguir protestando contra el régimen. Es la primera vez en nuestra historia que vemos esa sensación de unidad entre kurdos, baluchis, árabes, turcos… por todo Irán. La República Islámica tiene miedo de esa unidad entre grupos étnicos, entre hombres y mujeres, entre opositores dentro y fuera de Irán. Esa unidad está sacudiendo al régimen.

P. Sin embargo, los trabajadores, en particular en el sector petrolero, no se han unido en números significativos. ¿Significa que el régimen aún tiene bastantes seguidores?

R. Estoy convencida de que en el momento en que los trabajadores vean una señal clara de Occidente, se unirán a los manifestantes. Con la crisis económica y la corrupción que sufren los iraníes es muy difícil mantener el desafío al régimen. Occidente debería apoyar, moral y financieramente, a quienes luchan por la democracia en lugar de dar la mano a dictadores y facilitar millones de dólares, a través de las negociaciones nucleares, a la Guardia Revolucionaria y los asesinos en Irán. Muchos iraníes quisieran declarar una huelga nacional. Desde Occidente, debería articularse algún mecanismo para ayudarlos.

P. ¿Puede triunfar el levantamiento sin que algún sector del régimen se alinee con los manifestantes?

R. El Ejército se sumaría a las protestas si viera una señal por parte de los países democráticos de que no van a negociar con este régimen, que el acuerdo nuclear está muerto, que todos los países europeos designan como organización terrorista a la Guardia Revolucionaria, que los líderes del G-7 van a retirar a sus embajadores de Teherán y expulsar [de sus países] a todos los diplomáticos de la República Islámica. Y lo mismo harían la clase media, la generación más mayor, los trabajadores del sector petrolero, los obreros, los maestros, conductores de autobús… Tienen que ver una señal de Occidente.

La activista Masih Alinejad, en una manifestación ante el ayuntamiento de Los Ángeles el pasado 1 de octubre.BING GUAN (REUTERS)

P. Hace unas semanas se reunió con líderes políticos y empresariales en Davos, ¿qué les ha pedido? ¿Cómo pueden ayudar a los iraníes?

R. Me reuní con el presidente [francés, Emmanuel] Macron, y le pedí que reconociera una de las revoluciones más progresistas, que está sucediendo en Irán, liderada por mujeres y apoyada por hombres; que llame al levantamiento lo que es, una revolución, y lo hizo. También les dije, a él y al resto de los líderes, como el canciller alemán, que este es el momento de aislar a la República Islámica, del mismo modo que están aislando [al presidente ruso, Vladímir] Putin. El régimen iraní no solo constituye una amenaza para los iraníes y sus vecinos, sino para todo el mundo. Además de enviar drones a Putin para matar a civiles inocentes en Ucrania, ha convertido la toma de rehenes, los secuestros y los asesinatos en el extranjero en una forma de diplomacia. Ahora mismo, hay ciudadanos suecos, británicos, alemanes, italianos, estadounidenses y españoles en cárceles iraníes para ser utilizados como moneda de cambio en un eventual acuerdo nuclear. Me gustaría que el G-7 organizara una conferencia para definir una política común ante Irán.

P. Hay una campaña que respalda al príncipe Reza Pahlavi, hijo del último shah, para encabezar la transición del Gobierno clerical a uno laico. ¿Es la persona adecuada? ¿Tendrá suficiente apoyo dentro de Irán? Hace muchos años, no era muy popular…

R. Estamos trabajando en el frente común que mencioné antes y se anunciará cuando sea el momento oportuno. De momento, las conversaciones se llevan a cabo a puerta cerrada. Pero todos estamos unidos en un objetivo: el fin de la República Islámica.

P. Acaba de ser galardonada con el premio Casa Asia 2023 a la Diversidad por su trabajo. ¿Qué significa para usted?

R. Me siento muy agradecida y honrada por el premio. Significa que el régimen iraní no puede censurarnos y que se nos escucha en todo el mundo.

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