Matteo Messina Denaro, el capo de la Cosa Nostra más buscado de Italia detenido ayer en Palermo después de 30 años huido, se escondía a pocos kilómetros del pueblo siciliano donde vivía toda su familia. Los carabinieri y la fiscalía de Palermo han descubierto el escondite donde pasó algunos de los 30 años en los que estuvo desparecido. El lugar, un apartamento en un edificio amarillo de dos pisos, se encuentra en Campobello di Mazara, en la provincia de Trapani y a solo nueve kilómetros de Castelvetrano, el pueblo donde nació y creció. Un descubrimiento que confirma la tónica de los grandes capos huidos y hace todavía más inquietante la historia de Messina Denaro.
Campobello di Mazzara, en el oeste de Sicilia, era el pueblo natal de Giovanni Luppino, el chófer y guardaespaldas que fue detenido el lunes con Messina Denaro en la clínica de Palermo donde el mafioso acudía regularmente a tratarse el cáncer que padecía. Los carabinieri y el fiscal adjunto de Palermo, Paolo Guido, han estado toda la noche registrando el apartamento ―en una calle tranquila del centro del pueblo y custodiado por una pequeña cámara― para obtener más datos sobre la vida que llevó el mafioso en los últimos años y la red que le ayudó a ocultarse durante tanto tiempo. Por la mañana, un muro de carabinieri cerraba el paso del calle San Vito.
El apartamento donde se ocultaba Messina Denaro se encuentra en un callejón sin salida, una metáfora perfecta de la mayoría de investigaciones que trataron de localizarle en loso últimos años. Los vecinos asistían incrédulos al descubrimiento el martes por la mañana. Uno de ellos, que no quiso dar su nombre y que compartía portal con el capo, explicó a este periódico que el último gran capo de la Cosa Nostra llevaba “varios años viviendo ahí”. “¿Sospechar? ¿Por qué? Era una persona educada con la que me saludaba por la mañana. Hola y adiós. Habíamos hablado alguna vez de tonterías. ¿Cómo iba a sospechar?”, apuntó a la salida del edificio amarillo donde se ocultaba Messina Denaro, en un barrio a la entrada del pueblo. En el supermercado de la esquina, donde se supone que él o sus guardaespaldas hacían la compra, ninguno de los empleados consultados le había visto nunca. “Además, está muy envejecido. ¿Cómo íbamos a reconocerle”, apunta uno de los cajeros.
El arresto del último gran capo de la Cosa Nostra ―fue el heredero de los corleoneses Totó Riina y Bernardo Provenzano― abre ahora nuevas vías de investigación. Más allá de sus colaboradores, la fiscalía sigue ahora el rastro de los negocios multimillonarios de Messina Denaro y de una fortuna que se estima en unos 15 millones de dólares.
Messina Denaro ha pasado la noche en una celda de un lugar secreto en Sicilia. Tras su arresto, fue conducido al aeropuerto militar de Boccadifalco. De allí subió a un helicóptero y fue conducido a un búnker donde permanecerá hasta que termine la primera fase de la investigación, centrada ahora en desmantelar la red de colaboradores que le ayudó a ocultarse durante estos 30 años, lo que se conoce en el argot policial como la “burguesía mafiosa”. En el interior de la casa no se han encontrado armas.
Messina Denaro es autor de una cincuentena de homicidios —incluidos niños y mujeres embarazadas— y de los atentados más sangrientos de la Cosa Nostra en los años noventa del siglo pasado. Su caza se había convertido en una cuestión de Estado y una prioridad absoluta para las fiscalías antimafia de todo el país.
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El capo de la mafia, también apodado U’Siccu (El Seco) o Diabolik, era un fantasma desde que en 1993 se esfumó tras unas vacaciones en Forte dei Marmi (Toscana) cuando ya pesaban sobre él acusaciones y condenas por delitos de asociación mafiosa, atentados, robos, tenencia de explosivos o una cincuentena de homicidios.
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