Mauro Vieira, ministro de Exteriores de Brasil, en una imagen de 2015.Ebrahim Noroozi (AP)
El canciller Mauro Vieira (Río de Janeiro, 71 años) es otro nuevo/antiguo ministro de Brasil. Este diplomático de carrera pertenece al grupo de veteranos con experiencia de gestión al que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, ha encomendado las carteras estratégicas de su tercer Gabinete. Vieira ha recibido este viernes a un grupo de corresponsales en el palacio de Itamaraty, sede de Exteriores, desde donde se ve el Congreso, atacado por bolsonaristas extremistas hace solo cinco días, como la Presidencia y el Tribunal Supremo. Brasil vuelve al mundo, quiere estar en todos los escenarios, hablar con todos “sin discriminaciones ideológicas”, explica el ministro en una entrevista con , The New York Times, The Guardian, The Washington Post y La Nación.
Los partidarios del expresidente brasileño Jair Bolsonaro invaden el Palacio Presidencial de Planalto mientras se enfrentan a las fuerzas de seguridad el 8 de enero de 2023 en Brasilia. Foto: AFP | Vídeo: EPV
Vieira describe los graves incidentes del domingo, por los que casi 1.200 personas están en prisión, como “una insurrección contra los resultados de las urnas”. “No hay duda sobre la legitimidad de la elección del presidente Lula”, recalca. Es consciente de que hubo fallos de seguridad, pero subraya que el orden fue restablecido inmediatamente. Preguntado sobre las probabilidades de que los seguidores más radicales del anterior presidente, Jair Bolsonaro, vuelvan a protagonizar un ataque de este calibre, afirma: “Creo que la forma en que reaccionó el Gobierno desalentará cualquier tipo de nueva aventura, porque los castigos serán cada vez más severos si vuelve a ocurrir. Espero que se hayan dado cuenta de que el Gobierno no bromea. Son medidas fuertes, firmes, acordes con la ley”. Se muestra convencido de que, pese al daño de imagen, Brasil ha mostrado al mundo que “las instituciones son sólidas”.
El canciller ha emprendido, por encargo de Lula, una transformación radical de las relaciones diplomáticas y prepara los primeros viajes del presidente. El primer destino, el próximo día 23, Buenos Aires, como manda tradición que su predecesor rompió. A primeros de febrero, visita oficial a Washington para encontrarse con el presidente Joe Biden. Y, después, a Pekín; si es posible, en el primer trimestre de 2023.
Cuenta Vieira que, cuando supo del ataque, la prioridad fue reforzar la seguridad. “Itamaraty es un museo en términos de obras de arte. Multiplicamos por cinco el número de agentes de seguridad”, afirma. Reflejo de la situación de alerta, el palacio sigue rodeado de vallas pese a que la zona ya ha reabierto al tráfico.
Bolsonaro se encuentra en Florida desde dos días antes del fin de su mandato. Perdió, por tanto, su inmunidad parlamentaria el 1 de enero. Explica el canciller que por el momento las investigaciones sobre el asalto golpista no han derivado en ninguna petición a su departamento respecto al exmandatario. “Si hay acusaciones formales de la Policía Federal, órdenes de detención o alguien que deba responder no se presenta, Itamaraty es el órgano para procesar las solicitudes de extradición a petición de la justicia”. La sospecha sobrevuela a Bolsonaro, pero las investigaciones dirán.
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Vieira vivió en sus carnes la traumática salida del Partido de los Trabajadores del poder, en 2016 con el impeachment a la presidenta Dilma Rousseff, y las represalias del Gobierno Bolsonaro. Ministro de Exteriores en el abrupto final de Rousseff, tras ser embajador en Washington, Buenos Aires y la ONU, el equipo de Bolsonaro lo desterró a la legación en Croacia. Uno de sus últimos días en Zagreb, vio a la Canarinha caer eliminada por los croatas en el Mundial.
El ministro insiste en que, en términos de diplomacia, todo va a ser diferente de la etapa anterior. Quiere enterrar la convulsa era de Bolsonaro, que llegó a tener un canciller, Ernesto Araujo, que destilaba orgullo de haber convertido su patria en un paria internacional.
Lula ha ordenado el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Venezuela de Nicolás Maduro; la semana próxima viaja a Caracas la primera delegación con la vista puesta en reabrir la embajada; primero, con un encargado de negocios. Aunque el equipo de Lula hizo esfuerzos para que Maduro asistiera a la toma de posesión, faltó finalmente al evento.
Ese regreso de Brasil al mundo que Lula proclamó la noche de su victoria electoral arrancó con su presencia como presidente electo en la cumbre del clima en Egipto. “Ya dijo el presidente en el discurso de toma de posesión, que el cambio climático, el medio ambiente y la preservación de la Amazonía serán elementos importantes de la política exterior brasileña”.
Brasil quiere volver a ser un participante amigo de todos, conciliador, en los foros internacionales. Tras las fuertes críticas que cosechó Lula por decir en una entrevista a Time, cuando aún era candidato, que el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, era tan responsable por la guerra como el ruso Vladímir Putin, el canciller afirma: “Condenamos la conquista de territorio por la fuerza. El presidente Lula ha sido muy elocuente, diciendo que necesitamos propiciar un ambiente para la negociación. No podemos hablar solo de guerra y ayuda militar”. El gigante sudamericano pretende contribuir “a crear condiciones de diálogo” con apoyo a iniciativas tipo un alto el fuego, humanitarias o permitir la salida de grano ucranio. Existe recelo porque en 2014 el Gobierno de Rousseff se abstuvo en la ONU en la condena a la anexión rusa de Ucrania y Bolsonaro se mantuvo neutral.
Analizando, evaluando, son expresiones que repite el jefe de la diplomacia brasileña, que recuerda que volvió a este despacho hace solo 13 días. Un ejemplo es el acuerdo comercial entre Mercosur y la Unión Europea, firmado en 2019 y cuya ratificación está lastrada por cuestiones medioambientales. “Tenemos que analizar qué fue negociado porque nunca se divulgó”, explica. “Vamos a hablar con el resto de los ministerios, con nuestros socios de Mercosur y, después, volver a hablar con la UE. Pero no hay duda de que es un acuerdo importante que va a ser beneficioso para las dos partes”.
A la entrada del despacho del ministro, la galería de cancilleres desde los tiempos del imperio es el recordatorio cotidiano de que Brasil jamás ha tenido una mujer al frente de la diplomacia. Existe un movimiento en el propio Itamaraty que lo demandaba. Vieira ha nombrado a una veterana funcionaria como número dos, pero no confirma si, como se rumorea, las embajadas de Washington y Buenos Aires estarán dirigidas por diplomáticas.
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