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Mazamorra: la antepasada blanca del salmorejo

Aunque tradicionalmente se prepara con almendras y se condimenta con uvas, esta sopa andaluza y extremeña tiene infinidad de variantes, que podemos adaptar a lo que tengamos en la despensa y lo que ofrezca la temporada. De origen humilde y antiguo, parece ser la base de lo que, cambiando la almendra por el recién llegado tomate, finalmente se convertiría en el salmorejo. Según la zona, el ajoblanco suele variar radicalmente, con transiciones que van desde la sopa líquida hasta una densa emulsión (como en Almería, donde es casi para untar pan)

Generalmente esta receta se prepara la noche anterior dejando a remojo el pan y las almendras, aunque también se puede hacer directamente. Para variar el fruto seco, en casa ya he preparado esta sopa con cacahuetes, nueces y anacardos, la versión que más me convence por su sabor suave y delicado. Para mí, el secreto es lograr una sopa liviana pero con sabor, sin que el ajo esté demasiado presente para que no repita y donde sea la fruta añadida la que le de ese toque de frescor que ahora, con la calorina que cae en verano, apetece.

La densidad variará en función de la cantidad de agua que añadáis y, por supuesto, de si incorporáis más o menos pan (o ninguno, si hay comensales con problemas de intolerancia al gluten). ¿Hace esto que ya no sea el tradicional? Puede ser, pero como según la región varía tremendamente la receta -con pan, sin pan, con almendras, sin ellas, con leche, con agua, con o sin vinagre- creo que la licencia de hacer una sopa de anacardos al estilo del ajoblanco está más que permitida. Hoy hemos apostado por rematarlo solo con melón -personalmente me gusta así mucho, sin necesidad de más-, pero podéis usar cualquier cosa que os guste: queso fresco, ciruela roja, diferentes hierbas, rabanitos, boquerones en vinagre, sardina ahumada, anchoa o brevas. Para gustos, los sabores.

Dificultad

Acordarse de poner los ingredientes en remojo la noche anterior.

Ingredientes

Para 5/6 personas, más o menos 1 litro de ajoblanco

  • 1 diente de ajo, sin germen
  • 200 g de anacardos crudos o fritos
  • 2 cucharadas de vinagre de manzana
  • 50 g de picos de pan o pan sin corteza
  • 600 ml de agua fría
  • 25 ml de aceite de oliva virgen extra
  • 50 ml de aceite de oliva suave
  • 400 g de melón

Preparación

  1. La noche anterior, dejar en la nevera la mezcla de anacardos con el vinagre, el pan, el ajo y el agua. Triturar todo en el vaso de una batidora potente, dejándolo un buen rato para conseguir una textura sedosa. Una vez bien triturado se puede pasar por un colador normal -fino- o chino.
  2. Cuando tenga la textura deseada será el momento de salar al gusto, poner a punto de vinagre e ir incorporando el aceite, a hilo fino y sin dejar de batir, para que emulsione bien.
  3. Enfriar bien el ajoblanco en la nevera para servirlo muy, muy frío.
  4. Cortar el melón en trocitos o, con la ayuda de un sacabolas, hacer bolitas de tamaño mediano. Servir el ajoblanco el melón y, si se quiere, terminar con un chorrito de aceite de oliva en crudo (o algún otro de los ingredientes sugeridos, al gusto).

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