“Me ahogo”: la agonía de un francés que murió tras ser detenido junto a la Torre Eiffel

El ministro del Interior de Francia, Christophe Castaner, gesticula durante la rueda de prensa en París este lunes.
El ministro del Interior de Francia, Christophe Castaner, gesticula durante la rueda de prensa en París este lunes.ISA HARSIN / AP

La conmoción en Francia por la muerte en Estados Unidos de George Floyd, un ciudadano negro, a manos de un policía blanco, y el goteo de casos de racismo en la policía y la gendarmería, han llevado al presidente francés, Emmanuel Macron, a impulsar una reforma de las fuerzas de orden. El replanteamiento conllevará la suspensión de los agentes que hayan cometido actos o pronunciado palabras discriminatorias, la prohibición de la técnica de inmovilización por estrangulamiento y el refuerzo del uso de cámaras para filmar las operaciones de detención en la calle.

“Quiero tolerancia cero con el racismo en las fuerzas de orden”, dijo el lunes en una rueda de prensa el ministro del Interior, Christophe Castaner. “Estas últimas semanas, demasiadas personas no han estado a la altura de su deber republicano. Se han proferido palabras racistas. Se han revelado discriminaciones. Es inaceptable”, avisó.

El ministro enumeró, entre otros casos recientes, los de grupos de Whatsapp o en la red social Facebook en los que los agentes hacían comentarios racistas, antisemitas y homófobos. También el caso de unos policías que insultaron a un presunto ladrón que, huyendo de ellos, se lanzó al Sena cerca de París. O el de un muchacho de 14 años que ha denunciado que fue apaleado, dejándole graves heridas en el ojo, después de intentar robar una motocicleta.

Macron ya encargó a Castaner en enero la misión de garantizar el respeto a las normas por parte de las fuerzas de seguridad a raíz de las denuncias por violencia policial durante la revuelta de los chalecos amarillos, que estalló a finales de 2018 y se prolongó durante el primer semestre de 2019. El informe anual del defensor de los Derechos (equivalente al defensor del Pueblo español) señala un aumento de 29% de las denuncias contra las fuerzas del orden; de estas, en el 90% no se ha podido constatar ninguna irregularidad.

Las imágenes de la agonía de George Floyd en Minneapolis, ahogado por el policía Derek Chauvin, y las movilizaciones en EE UU y en medio mundo como protesta han resucitado el proyecto. Algunos, en Francia, ven en EE UU un eco de las discriminaciones y los abusos. Como en otros países, se han organizado manifestaciones desafiando las recomendaciones sanitarias para evitar un rebrote de la pandemia. Al Gobierno francés le incomoda la facilidad con la que se han establecido en algunos casos analogías entre el racismo estadounidense, herencia de siglos de esclavitud y segregación, y la República francesa que, en su ideal universalista, aspira a ser un país que no distinga entre etnias ni comunidades.

La rápida reacción —después de años de arrastrar los pies ante las denuncias de excesos policiales y de soslayar la persistencia del racismo en las instituciones— se explica por la preocupación ante una posible inflamación en la calle el complejo momento de la desescalada después de dos meses de confinamiento, y en plena recesión económica. Lo último que desean las autoridades sería una repetición de los disturbios de 2005 en la banlieue —el extrarradio de París y otras grandes ciudades— mezclada con la ira antielitista de los chalecos amarillos. Las protestas son por ahora pacíficas y minoritarias, aunque la asistencia de 20.000 personas a una concentración hace una semana causó una sorpresa general.

Entre otras medidas, Castaner anunció una mejora de la formación ética y técnica, y el inicio de una reforma para garantizar la independencia de la llamada “policía de la policía”, el organismo que vela por el cumplimiento de las normas deontológicas.

Pero la más llamativa es la prohibición del denominado “método de estrangulamiento”, por el que el agente inmoviliza al detenido agarrándole por el cuello. El ministro dijo que esta técnica dejará de enseñarse en las escuelas de la policía y la gendarmería. Aludió, al defender el cambio, a Cédric Chouviat, un hombre de 42 años que trabajaba como mensajero y, que en enero murió de un infarto después de ser asfixiado en el suelo durante un control policial en París. “La policía francesa no es la americana, pero se han planteado preguntas legítimas”, defendió Castaner. Y añadió: “Nadie debe arriesgar su vida durante una detención”.

El caso Traoré

El detonante de las protestas en Francia, además de la muerte de George Floyd en Minneapolis, ha sido el caso de Adama Traoré, un hombre de 24 que murió en 2016 bajo custodia policial. La fiscalía de París anunció el lunes que aportaría dos testimonios y subrayó que ha incluido en el dossier todas las autopsias e informes médicos, algunos contradictorios, sobre las causas del fallecimiento. El comité ‘La Verdad para Adama Traoré’ anunció que las medidas anunciadas por el Gobierno francés no le convencen y que mantiene la convocatoria de una manifestación el próximo sábado.


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