“Los muebles solo sirven de algo cuando están terminados”, le gusta repetir en las entrevistas más personales a Meinrad Spenger, que antes de dedicarse al mundo de la empresa estuvo unos años ejerciendo el oficio de carpintero. El consejero delegado de MásMóvil, de 45 años, acaba de vivir su semana más intensa, después de que los fondos de inversión KKR, Cinven y Providence lanzarán una Oferta Pública de Adquisición de acciones (OPA) por la totalidad del capital de la operadora por 2.963 millones de euros. La opa supone un aldabonazo en el balbuciente mercado bursátil arrasado por los efectos de la pandemia del coronavirus, pero significa también la coronación de la carrera profesional de este directivo austriaco que vino a España hace 14 años con poco más que un MBA bajo el brazo y se ha convertido en el empresario de telecomunicaciones más exitoso de toda Europa.
¿Está MásMóvil concluido como el mueble del joven carpintero y listo para ponerlo en el escaparate? Eso es lo que parecen pensar los fondos que están dispuestos a pagar una prima del 20% para hacerse con el control de la operadora, en una operación que, si se le suma la deuda, estará cercana a los 5.000 millones de euros. A lo mejor le faltan algunos adornos como una red propia de 5G, pero la madera es buena y la factura impecable.
MásMóvil es el único de los cuatro operadores nacionales que ha crecido todos los años desde su lanzamiento comercial tanto en ingresos como en clientes. A cierre del primer trimestre, cuenta con 9,2 millones, tras sumar 1,2 millones en los últimos doce meses. En el caso de los clientes de banda ancha y fibra, el crecimiento fue del 43% hasta los 1,56 millones y los de móviles llegaron a los 7,6 millones, un 12% de mejora en comparación al primer trimestre del año pasado.
Y mientras Telefónica, Orange y Vodafone sacan pecho cada vez que “pierden solo unos miles de clientes” o sus ingresos trimestrales no descienden, los del operador amarillo crecen a doble dígito trimestre a trimestre. Entre enero y marzo lo hicieron en un 16% pese al parón que supuso el estado de alarma y la prohibición de cambiarse de compañía telefónica desde mediados de marzo que decretó el Gobierno.
Nacido en el pequeño pueblo austriaco de Knittelfeld, a Meini, como todo el mundo le llama, le gusta presumir de dos cosas del entorno idílico donde creció: el monasterio de Seckau -“el mejor románico de los Alpes”- y el colegio de monjes benedictinos donde hizo sus primeros estudios. “Ora et labora”, repite sonriendo esta consigna trapense cuando alguien le pregunta por el secreto de su éxito empresarial.
El trabajo y la fe, no exentos de cierta fortuna a la hora de tomar las decisiones más difíciles, han guiado a Spenger en una trayectoria meteórica pero que ha pasado también momentos al borde del precipicio. Como ha ocurrido con la opa, que se llevaba gestando desde antes de Navidad y cuando todo estaba a punto para cerrar los términos y la financiación, estalló la crisis de la covid-19. “A todos les entró el pánico menos a Meini, que seguía insistiendo en que el castigo estaba injustificado”, dice uno de sus colaboradores más estrechos. Bajo el terremoto bursátil, las acciones cayeron a 12 euros, y la opa se paralizó.
Spenger ha vivido el confinamiento desde una casa que adquirió hace dos años en la sierra madrileña –“la mejor inversión de mi vida”, no se cansa de repetir- y, además de los paseos por el jardín, ha intentado mantenerse en forma dando pedales a la bici estática. El ímpetu ha sido tal que en apenas dos meses ha roto hasta tres aparatos, aunque el directivo le eche la culpa a las deficiencias de los vendedores y a la impericia de la esposa, una española con la que tiene dos hijas.
Desde su refugio serrano, Spenger ha seguido en contacto permanente a través de videoconferencia con los representantes de los fondos en Londres y Madrid. La acción se recuperó finalmente y tocó los 20 euros. Era el momento de retomar la operación. El último fin de semana de mayo todo se aceleró por una filtración de los bancos de inversión, y hubo que apresurarse a cerrar los acuerdos con los accionistas y los avales con los bancos, lo que le costó a Meini tres noches en vela. La opa se anunció el lunes, día 1, y ya pudo dormir tranquilo.
La operación es la más grande en Europa y ha puesto el foco de los inversores en un país como España, pese a ser uno de los más golpeados por la covid-19, tanto del punto de vista sanitario como económico. “No es solo que unos fondos inviertan en una compañía que consideran una oportunidad. Es también una señal de confianza en que la economía española va a salir adelante y eso debería enorgullecernos”, señalaba Meini el lunes a los colegas del sector que le llamaban para felicitarle.
Nadie podía pensar que cuando Spenger fundó MásMóvil junto a su amigo noruego Christian Nyborg en 2006 en un piso compartido, la empresa fuera a valer 3.000 millones de euros apenas 14 años después. El joven austriaco tuvo que sufrir las esperas a las puertas de los despachos de las operadoras hasta que logró convencer a Orange de que le alquilara su red, con la que lanzó el servicio de telefonía móvil en 2008. En 2012, en busca de financiación, entró a cotizar en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), con un valor de mercado de apenas 16 millones de euros, tras fusionarse con la empresa Ibercom. Luego llegarían otras compras menores como Neo, Quantum, Xtra, Embou y YouMobile.
Pero para hacerse definitivamente grande, hay que esperar a dos movimientos maestros. El acuerdo con Orange para comprar parte de su red de fibra y el uso de la de ADSL de Jazztel dentro las condiciones impuestas por la Comisión Europea para autorizar la compra de Jazztel por parte del grupo galo en julio de 2015. Y la adquisición un año después de Pepephone y Yoigo. Ambas operaciones le permitieron ofrecer los primeros paquetes low cost de banda ancha y móvil, con los que arrancaría una importante tajada a sus rivales. El mercado lo entendió así. Y en julio de 2017, la empresa comenzaba a cotizar en el mercado continuo con un valor de 1.200 millones de euros. Un valor que casi se ha triplicado tres años después gracias a una empresa que factura 1.700 millones al año.
“Todos dicen que lo importante es el cliente pero nosotros no nos quedamos en el bla, bla, bla. A nosotros por ejemplo, no nos vale de nada eso de la calidad media del servicio. Si a un cliente no le funciona el wifi, le va a importar un bledo que la calidad media de MásMóvil sea excelente. Tampoco les mareamos con descuentos y promociones que luego no podemos mantener”, señalaba Meini tras un encuentro con EL PAÍS.
La recompensa personal también ha llegado para este ejecutivo que habla alemán, inglés, italiano y español, en forma de bonus. En 2018, recibió 13,2 millones de euros por un primer plan de opciones sobre acciones. Pecata minuta en comparación con los alrededor de 40 millones de euros que recibirá con el Programa de Derechos sobre Revalorización de las Acciones (DRA), que vence el próximo mes de septiembre. A esa cantidad hay que sumarle el 0,9% que posee del capital de MásMóvil que, al precio de la opa, le reportarán otros 30 millones de euros.
A Spenger le resulta penoso hablar de este tema. Se lamenta ante sus íntimos que del primer bonus el 75% se lo quedó Hacienda. Otros ejecutivos del sector recuerdan que esos bonus son una cantidad ínfima en comparación con lo que ha hecho ganar a los accionistas. “Solo hace falta mirar lo que valían Telefónica o Vodafone hace cinco años. Su valor se ha reducido a la mitad pero los sueldos de sus directivos no han sufrido la misma suerte”, señala un emprendedor que admira al consejero delegado de MásMóvil.
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