La comparación, solo seis meses después, era inevitable. Italia ha pasado en medio año de la foto del vagón de tren rumbo a Kiev en la que aparecían el canciller alemán, Olaf Scholz, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro italiano, Mario Draghi, a un encuentro privado en el Elíseo sin la parte italiana y con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski. Italia, ese es el mensaje que se percibe del eje franco-alemán, ya no es un socio privilegiado. Y Giorgia Meloni, su primera ministra, se mostró profundamente irritada durante el Consejo Europeo celebrado este jueves, en el que se trató de enviar un mensaje de unidad y apoyo a Kiev.
La líder italiana, al final de la cumbre, fue muy contundente con la marginación de Italia en la cena del miércoles por la noche. “Lo justo e importante de ayer [por el jueves] era la foto de los 27 países europeos con Volodímir Zelenski porque es el mensaje más fuerte que puedes dar. Anticipar esta firmeza con una reunión que, privilegiando a las opiniones públicas internas, crea el riesgo de debilitar la opinión pública más amplia en esta materia, fue políticamente equivocado”, señaló.
En el Ejecutivo de Meloni cunde la sensación de que las relaciones europeas están usándose para castigar a la primera ministra ante la opinión pública italiana, tal y como ya ha sucedido en otros momentos de la historia reciente. La imagen con la que se compara ahora lo sucedido en Bruselas, de hecho, es aquella de 2011 de los entonces líderes de Francia y Alemania, Nicolás Sarkozy y Angela Merkel, respectivamente, bromeando sobre la situación de Silvio Berlusconi antes de ser obligado a dimitir con la pistola de la prima de riesgo en la sien. El problema de Roma es que, pese a representar a la tercera economía de la zona euro y ser un país del G-7, siempre se encuentra como bisagra de la Europa de dos velocidades.
El mandato de Mario Draghi, empeñado en que Italia estuviera siempre en la foto con Francia y Alemania, logró por un tiempo el espejismo de obtener una plaza fija en el club franco-alemán. Macron desmintió el jueves que se trate de un derecho. “Alemania y Francia tienen un papel particular desde hace ocho años en esta cuestión”, señaló el presidente francés a la prensa. “Hemos liderado juntos este proceso. Creo que le corresponde también a Zelenski elegir el formato que quiere”, añadió.
La primera ministra italiana se reafirmó este viernes en la declaración que hizo el día anterior a su llegada a la reunión de jefes de Estado y Gobierno de la UE, en la que tachó de “inoportuna” la invitación a París del presidente francés. Meloni defendió que esto no fue una reacción al hecho de que Italia no fuese invitada a la cita, puesto que “de haber sido invitada, habría aconsejado no hacer la reunión”, e insistió en que esta postura no deja aislada a Roma, ya que “en París había dos presidentes, no estaban los otros 25″ de la UE.
La primera ministra italiana, además, comparó la UE con el naufragio del Titanic: “Quien piense que puede haber una Serie A y una Serie B, quien piense que Europa tiene que ser un club en el que hay algunos que cuentan más que otros, se equivoca. En mi opinión, cuando se dice que en la UE hay una primera clase primera y una tercera clase, conviene acordarse del Titanic. Si una nave se hunde, no cuenta cuánto has pagado por el billete”.
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La tensión de Meloni con los aliados de Italia en Europa pone fin definitivamente al clima de normalidad que la primera ministra ha intentado imponer en sus relaciones internacionales. Las acusaciones en público a Macron son diplomáticamente discutibles, pero además invitan a pensar que la primera ministra se acercará en los próximos meses a sus aliados ideológicos tradicionales como los Gobiernos de Polonia ―donde tiene prevista una próxima visita― o Hungría. De hecho, tras el desencuentro del jueves, Meloni se reunió en privado con los líderes de Polonia y República Checa.
El vicepresidente del Gobierno italiano, Matteo Salvini, tradicionalmente beligerante con Francia, se refirió también a la cuestión sin ninguna sutileza diplomática. “Una cierta actitud arrogante por parte de Macron es incomprensible en un momento en el que hay guerra, en el que se ha encarecido el precio de las materias primas, en el que los chinos envían globos espía por todo el mundo. ¿Piensa Macron ir por libre?”, lamentó a la prensa el líder de la ultraderechista Liga, socio de la coalición de derechas que gobierna Italia. “No creo que llegue lejos, no creo que sea una manifestación de europeísmo, de solidaridad y de perspicacia política”, añadió.
El punto positivo de la cita europea, en cambio, fue el acercamiento de posturas ―según Meloni― en el tema de la inmigración. La primera ministra italiana valoró el “cambio de enfoque” en la política migratoria, a través de la que se puso de manifiesto, dijo, que la migración es “un problema europeo y necesita una respuesta europea”. “En años pasados todo el debate se concentraba sobre el tema de la dimensión interna, de los movimientos secundarios, y nosotros hemos pedido y obtenido que las conclusiones (…) se centren en la dimensión externa”.
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