Mete el 8-M en tu cama (y en tu Instagram)

¿Dónde empieza la desigualdad? ¿En qué momento los hombres comienzan a ver en las mujeres un cuerpo y no a otra persona con los mismos derechos, los mismos deseos y la misma capacidad para decidir? ¿Cuál es ese instante en el que ellos se ven legitimados a controlar, humillar, ningunear, silenciar o violentar a las mujeres? ¿Qué ocurre, y qué no, para que esto suceda? Las circunstancias son múltiples y complejas, pero hay una certeza a la que apuntan instituciones, organizaciones internacionales y expertas en todo el mundo. Una que se repite insistentemente pero no termina de llegar: la educación afectivo sexual, la que nos enseñe a relacionarnos, con uno mismo, con una misma, y con los demás. Aprender a querer y a soltar, a tener sexo, a no tener culpa ni miedo ni odio. A decir sí, a decir no.

Y mientras eso llega, la realidad es otra con ese vacío educativo como fondo. Una a la que el feminismo aún no alcanza del todo, la de la intimidad, la habitación, la cama. Una que pasa por el porno desde la infancia, la supervivencia de los mitos del amor romántico, los patrones de control que se desarrollan en la adolescencia y la violencia sexual en la que a veces desemboca todo lo anterior. España, aun siendo uno de los países más igualitarios del mundo, mantiene cifras como hasta los 45 ataques sexuales a la hora que se producen en un año o datos como que uno de cada cinco chicos cree que la violencia machista no existe, el doble que hace cuatro años. Aquí, adolescentes, jóvenes y especialistas hacen un recorrido por esa cronología de circunstancias.

Porno a un desbloqueo de móvil

Ocho años. Esa es la edad a la que se ha adelantado el primer vistazo al porno, vídeos e imágenes ilimitadas y gratuitas a un desbloqueo de móvil. ¿Y qué ocurre cuando tu primer contacto con el sexo es la pornografía? Que para la gran mayoría, “entre los 13 y 14 años se normaliza su hábito de consumo y es especialmente problemático cuando a esa curiosidad no respondemos con una educación afectivo sexual que deberíamos tener en todos los centros educativos”, explica Lluís Ballester, doctor en Sociología y Filosofía e investigador del impacto de la pornografía en la adolescencia.

En uno de cada cuatro, sobre todo en ellos, ese impacto tendrá consecuencias sobre casi todo: “La percepción de sí mismos, la de los otros y la de las relaciones, sobre sus actitudes. Y más adelante, sobre su conducta en el sexo, porque altera de manera importante el imaginario sexual en el momento en el que lo estamos construyendo”.

16,2 años

es la edad media para la primera relación sexual

El 52% de jóvenes de entre 15 y 19 años afirma haber tenido relaciones sexuales con pene­tración, un 7% sin ella y el 27% que no las ha tenido.

Uno de cada tres jóvenes (el 32% de ellos y el 24% de ellas) se inspira mucho o bastante en el porno en sus relaciones

Los unicornios del amor

¿Los finales felices para siempre? En peligro de extinción (y no hacen falta). ¿Una única persona que es tu otra mitad y a la que tienes que encontrar? No existe, hay más de 7.000 millones de seres humanos en el mundo. ¿Sentir celos es prueba indiscutible de amor? No, lo es de control y posesión. En España, según el barómetro de Juventud y Género 2021 de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción, el 34% de los chicos cree que tener pareja implica la entrega absoluta a la otra persona. Ellas lo piensan menos, un 24,6%.

Ese, como tantos otros mitos del amor romántico, siguen funcionando. Aunque nos sepamos la teoría sobre qué no debe ocurrir en una relación, en la práctica seguimos creyendo que hay una persona que es la persona, que vamos a pasar el resto de la vida con la persona y que por la persona hay que cruzar un camino con cristales rotos al borde de un precipicio rodeado de lava hirviendo a 1.000 grados centígrados. “Pero no”, dice la psicóloga experta en feminismo Rosa Collado, el ideal de amor romántico “significa creer que vamos a crecer a través de otro, emocional y personalmente, es decir, que se presupone que a mí me faltan cosas que otro tiene que completar. Y no nos falta nada”. Aquí, Collado y dos especialistas más desmontan los seis mitos más vigentes del amor romántico.

“Todo vale por amor”El amor es una cuestión de reciprocidad, de nada vale lo que yo esté dispuesto a hacer o mis expectativas si el otro no está al mismo nivel. Para poder amar bien no es solo lo que yo pienso y proyecto sino lo que piensa y proyecta la otra persona.

Ángel Peralbo, psicólogo especializado en adolescentes y jóvenes

“¿No se supone que el amor verdadero dura para siempre?”No hay nada para siempre, o sí, en función de lo que hagas cada día. Pero esa idea es más una necesidad y una querencia. Las creencias son aire, la realidad es que nunca sabemos lo que va a durar nada.

Ángel Peralbo, psicólogo especializado en adolescentes y jóvenes

“Todo el mundo se pelea, si quieres a alguien en algún momento le haces sufrir”Hay que desmontar el binomio amor-sufrimiento. Quien bien te quiere procurará hacerte la vida más fácil y hacerte sonreír. Si te hace llorar constantemente, es violencia psicológica.

Marisol Rojas, psicóloga experta en violencia machista en la pareja

“Es bonito que alguien tenga celos, significa que te quiere”Los celos demuestran una inseguridad y se utilizan como estrategia manipulativa. Si tu pareja se muestra celosa porque te relacionas con otras personas, al final acabarás cediendo para evitar sus celos y acabarás por convertirte en alguien que no eres. Si hay celos, no hay amor. El amor te ayuda a crecer y no te aísla de tu entorno.

Marisol Rojas, psicóloga experta en violencia machista en la pareja

“Siempre dice que solo tiene ojos para mí”Cuando creemos que solo tenemos ojos para la pareja nos olvidamos que amar es una elección diaria del sentimiento que desarrollamos en una relación romántica, sin excluir encontrar atractivos a otros ni que signifique amar menos, el amor es decisión y la atracción, instinto.

Rosa Collado, psicóloga especializada en sexología

“Cuando encuentras a tu media naranja, se supone que todo tiene que salir bien”¿Medias naranjas? Las medias naranjas no existen, es una idea que nos muestra incompletas y sin capacidad de satisfacer nuestras necesidades, generando la expectativa de un ser que nos complete idealmente, ser feliz es nuestra responsabilidad. Somos seres ya completos, la pareja solo nos complementa.

Rosa Collado, psicóloga especializada en sexología

Amiga, date cuenta (amigo, tú también)

Compartimos las contraseñas de nuestras redes sociales, mandamos ubicación aunque no hayamos quedado con él, dejamos en la percha de la tienda una camiseta con un escote sin fin. Pero no es confianza, ni protección, ni ceder a una simple petición. Es dominio y sumisión. El último informe del Injuve refleja que tres de cada diez chicos entre los 15 y los 19 años todavía piensan que es aceptable mirar el móvil de su pareja si creen que les está engañando y más de la mitad creen que “deben” proteger a su novia.

Entre ellas, las situaciones de violencia de género en la pareja que un mayor porcentaje reconoce haber vivido, alguna vez o con más frecuencia, son las de abuso emocional —“insultar o ridiculizar”, el 17,3%—, el control abusivo general —“decidir por mí hasta el más mínimo detalle”, 17,1%—, y el control a través del móvil (14,9%), con datos del Ministerio de Igualdad. Cristina es una de esas chicas, coge el teléfono desde un pueblo de Sevilla: “¿Sabes cuándo vi claro que lo de repasarme los seguidores y los mensajes de Instagram y las bronquitas por eso no eran normales? Cuando el novio de mi amiga se lo empezó a hacer a ella y le dije: ‘Raque, tía, date cuenta, y díselo a él que se dé cuenta también’. Lo mismo me dijo ella a mí”.

María, 18 años, Almansa (Albacete)

“Lo dejamos tres veces, siempre por cosas de celos”

Yo tenía 15 y él 17. Era la primera persona con la que estaba. Todo bien al principio, pero después empezó a cambiar. Me hablaba súper enfadado cuando me veía en línea en el WhatsApp y no estaba hablando con él y me decía que seguro que estaba hablando con su amigo, con uno con el que me llevaba mucho, que seguro que nos habíamos liado. También me decía que no quería que usara falda, que tenía las rodillas feas. Como creía que me quería, pensaba que si lo decía, sería verdad. Estuve un año y pico sin ponerme faldas por el complejo. Luego lo hablé con mis amigas y me dijeron que seguramente era porque no quería que otros me vieran en falda.

María

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Estuvimos juntos un año y tres meses. Lo dejamos tres veces, siempre por cosas de celos. No le daba importancia, pero poco a poco se va sumando hasta que dices ‘ostras, aquí pasa algo’. Una de las veces, estuvimos sin hablar casi un año, pero al estar en la misma pandilla terminamos haciendo las paces. Como lo dejé yo y él no quería, me mandaba audios, llorando, haciendo que me sintiera mal. Me decía que no iba a poder seguir ni querer a nadie, y por eso volvimos alguna vez, aunque yo no me sentía cómoda.

María

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Al final lo tuve que bloquear de redes sociales y de WhatsApp. Luego he tenido otras relaciones, pero muy cortas. Ya tengo las cosas más claras y sé lo que no me gusta. No voy a aguantar tanto. Era un chico celoso, al principio no, pero luego te va soltando puyas. Yo lo normalizaba porque no tenía ninguna otra experiencia, y no sabes cómo es estar con alguien, y piensas “lo hará porque me quiere y esto es normal”.

Nayara Malnero

Psicóloga y profesora de educación sexual

La violencia de control, la más común entre las parejas jóvenes

Macroencuesta de Violencia de contra la Mujer, Ministerio de Igualdad, 2019

Afecta a una de cada cuatro chicas de 16 a 17 años. Y asciende al 63,5% al ampliar la franja de edad hasta los 24 años, casi el doble que en 2015.

Myriam, 19 años, Barcelona

“Llegó a un punto en el que ya no discutíamos porque él me daba bastante miedo”

Empezamos a hablar por Instagram. Él tenía novia, lo dejaron y empezó conmigo. Al principio todo bien. Empezamos a coger confianza y ahí empezó a joderse todo. Intentaba controlar con quién y dónde quedaba. Me decía que nunca iba a encontrar a alguien como él, que nadie me iba a querer. Yo tenía 15, él 19 y mi ubicación en el móvil. Decía que para que no me pasara nada, pero ni de coña tenía yo la suya. El control, al final, fue lo de menos.

Myriam

escribiendo…

Empezó a gritarme, se drogaba mucho y yo estaba aislada socialmente. Llegó a un punto en el que ya no discutíamos porque él me daba bastante miedo. Me dio hostias muchas veces, de esas de dejarme la cara guapa. Me maquillaba o disimulaba para que mis padres no lo vieran. Alguna vez quería tener relaciones sexuales y me forzaba.

Myriam

escribiendo…

El último incidente fue en su casa, viendo un documental en el sofá. Quería tener sexo y yo le dije que no quería. Insistió y se puso agresivo. Me llevó a la cama y me violó. Fue mi primera relación. Me costó años identificarme como víctima. Creo que sí que lo sabía, pero no quería asimilarlo. El proceso de entender lo que había pasado fue muy duro. Sigo yendo al psicólogo.

Elena Ocejo

Abogada experta en violencia machista y expresidenta de Abogadas por la Igualdad.

Eso no era amor, era control, lo único que pretendía era tener poder sobre ti. Los insultos y humillaciones se convierten en golpes, en aislamiento, en imposiciones sexuales: violencia. Y debe denunciarse, son delitos, algunos muy graves: vejaciones, amenazas, coacciones, lesiones, maltrato habitual, agresión sexual y violación.

Violencia sexual

Macroencuesta de Violencia de contra la Mujer, Ministerio de Igualdad, 2019

El 6,5% de las mujeres entre los 16 y los 17 años y el 11,1% de las de 18 a 24 años han sufrido violencia sexual por parte de alguna pareja en algún momento de su vida.

Natalia, 18 años, Valencia

“Un día una chica me dice que ha recibido una foto mía y que se está pasando entre personas del pueblo”

Yo tenía unos 13 años. Estuve hablando unos tres meses con uno y era súper agradable, muy atento. Hasta que un día me pidió una foto íntima. Me pareció raro, él me dijo que era una muestra de que le quería y confiaba en él, que no se la iba a pasar a nadie. Al final la mandas y él te responde “muchas gracias, te quiero mucho”. Al día siguiente el “te quiero, te voy a cuidar, eres preciosa, eres maravillosa”, cambia. Empieza el distanciamiento, te deja de hablar y te bloquea. Me olvidé hasta que una chica me dice que ha recibido una foto mía y que se está pasando entre personas del pueblo. Fue duro y sentía que todo el mundo se burlaba de mí. Notaba cómo la gente, en el instituto o en la calle, me miraba. Me sentía muy tonta. No podía contarles a mis padres lo que me había pasado porque el disgusto y la decepción habría sido gigante.

Natalia

escribiendo…

Con 16 años conocí a otro chico y pasó parecido. Él no la difundió, pero me amenazaba con pasarla a mis amigos y familia si no hacía lo que él quería. Acabé haciendo cosas que no le deseo a nadie, y estuve como una semana aguantando sus reproches, amenazas y chantajes. Con 16 no supe gestionarlo mucho mejor que con 13. Y el pasado enero, cuando ya había olvidado del tema, me dice otra chica de mi pueblo por Instagram que alguien ha abierto un canal de Discord [un servicio de mensajería instantánea] en el que se están subiendo fotos sexuales de chicas. Entro y veo que hay una foto mía en la que estoy con los pechos descubiertos. No se me ve la cara, y la mayoría de la gente no sabrá que soy yo, pero yo me reconocí. Era la foto que le había enviado a ese último otro chico meses antes.

Natalia

escribiendo…

Esta vez sí que acudí a mis padres y fuimos a denunciar. Ahora mismo están buscando a la persona detrás del canal. Más de 200.000 personas lo siguen, y todas las fotos que hay son sin consentimiento. El peor sentimiento no es que te lo comas tú, sino que la gente de tu alrededor sabe quién eres, qué te pasa y por qué. Yo tenía poco apoyo, o ninguno. No podía acudir a mis padres ni a mis amigas por miedo a ser juzgada. Piensas que la culpa es tuya, y te da miedo el rechazo.

Sara Vicente

Abogada experta en violencia machista y miembro de la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres desde 1996

Esto es una forma de violencia sexual que puedes denunciar. Se pueden imponer hasta siete años de prisión a quien difunda imágenes de contenido íntimo de otra persona conseguidas ilícitamente si hubieran obtenido beneficio económico de ello; a sus exparejas por amenazas con obtención del propósito, hasta tres años de prisión; y por haber difundido dichas imágenes a terceras personas de manera ilícita, hasta un año de prisión.

Sara Vicente

escribiendo…

Tú tienes que estar tranquila y no sentir vergüenza, no has cometido ningún delito. Te has relacionado desde el amor y desde la confianza de que te iban a tratar bien y con respeto. Los que han cometido un delito son ellos, abusando de tu vida íntima, con chantajes y humillaciones. Has hecho muy bien en contarlo a tus padres y en denunciarlo. Ahora podrás comenzar a ser libre y a no tener miedo. Es triste que los chavales de tu edad no sepan amar de verdad sin utilizar y abusar de las chicas y sin necesidad de ejercer el poder y el control sobre una mujer.

Stalking

Macroencuesta de Violencia de contra la Mujer, Ministerio de Igualdad, 2019

Las mujeres de 16 y 17 años (26,4%) y las que tienen entre 18 y 24 años (26,2%) son las que en mayor porcentaje afirman haber sufrido stalking a lo largo de la vida.

Elena, 23 años, Gran Canaria

“Las camisetas con escote muy pronunciado era algo intolerable para él”

Teresa Vaquero

Psicóloga especializada en terapia de pareja y sexología

Amor sin respeto no es amor. Si controla tu ropa no es un amor sano, es tóxico. Es importante entender el proceso interno que impide a las chicas poner límite a sus parejas. Se someten a su voluntad por temor a perderles o porque sienten que no tienen derecho a ser ellas mismas, ser libres y exigir ser respetadas. No vale con repetir nuestros derechos y detectar el machismo. Hay que entender qué pensamientos, sentimientos y experiencias las mantienen junto a estas personas.

Teresa Vaquero

escribiendo…

Hay que trabajar para fortalecer su autoestima, sanar sus heridas de otras relaciones y desde esa fuerza elegir por sí mismas, poner límites, decir basta, para estar sin pareja o vincularse con personas que las aceptan y respetan tal cual son.

Actitudes permisivas

Informe Juventud en España 2020, Injuve

Las mujeres de 20 a 24 años tienden a tener actitudes más permisivas en relación con los comportamientos controladores que las de 15 a 19. Es al revés en los hombres, los chicos de más de 20 censuran más los comportamientos controladores que los de 15 a 19 años.

Esas zonas grises que no son grises

Cualquiera identifica al violador encapuchado en una calle oscura, o la violencia de una agresión en grupo. También somos capaces de ver al chico en el pub que acorrala en un rincón y al que toca sin que nadie se lo haya pedido. Pero hay momentos, muchos, a los que se llama zonas grises. Y no hay zonas grises si hay incomodidad, duda o simplemente no hay ganas. No hay zonas grises en ninguna situación que no sea en la que una desea estar. Una de cada dos mujeres ha sufrido en algún momento violencia sexual, y eso es solo lo que se denuncia. Más de un 80% no lo hace, según la estimación del Ministerio de Igualdad. En parte, porque a veces la violencia sexual no se identifica como tal, ni por parte de quien agrede ni de quien es agredida.

Para Bárbara Tardón, doctora en Estudios Interdisciplinares de Género, una vez que ya ha ocurrido, “lo importante es saber que hay una serie de recursos liderados por expertas a los que se puede acudir” y que pueden ayudar “a tomar la decisión de si se quiere denunciar o no”. Las denuncias son un paso “muy complicado”, añade. ¿Por qué? “Nuestro sistema judicial sigue todavía dilatando mucho los procesos, porque se necesitan todavía muchas pruebas para demostrar que ha habido una agresión sexual”. Pero insiste en que “la clave” es acudir a esas profesionales: “El camino de reparación y de recuperación va a ser completo. No es necesario acudir a la policía, si no quieres, o a un juzgado, pero sí es fundamental que unas profesionales acompañen en ese proceso”.

Créditos

Maquetación: Alejandro Gallardo

Vídeo: Gianluca Battista, Paula Casado, Isabel Valdés, Miriam Hernanz y Luis Almodóvar


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